Klay Thompson: el alero que los Warriors andan buscando

Ante la percepción de Sergio Andrés de que D’Angelo Russell es tan solo un parche de urgencia, un pájaro en mano que está en La Bahía de paso y que más pronto que tarde volverá a extender sus alas para plantar su nido en otra parte, aquí va mi alternativa.

No es lo que en otros tiempos se consideraba (sobre todo en el mundo de la crítica cinematográfica) estrictamente un Lover versus Hater. Pero sí que traigo un poco de refutación.

Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes

Coincido con Sergio en que lo de Russell ha sido un accidente. Una portezuela que se ha abierto casi de improviso cuando ya no quedaban más vagones en el tren; y los Warriors decidieron meter la patita y saltar al interior del convoy en marcha… y a ver qué pasa.

Con el slitzweitz de Durant y muchas tardes-noches sin Klay Thompson por delante, el pánico a quedarse entre harapos de soledad les hizo cometer esta pequeña locura. Como la de esos pobres vejetes que marcaban, en la desesperación del abandono, el número de Juan y Medio; dispuestos a todo –viral de APM incluido– aunque no hubiesen pisado un plató de televisión en su vida.

Traigo tres razones por la que D’Angelo Russell puede –y debe– quedarse en los Warriors, sin que por ello haya que deshacer el dúo Splash. Solo se necesita para ello un (principal) reajuste. Uno que no se logrará en un mes pero puede que sí en seis; 82 partidos (si la impaciencia no los condena antes) dan para mucho.

D’Angelo Russell y Stephen Curry comandando de inicio el nuevo backcourt de Golden State, y cuando Klay Thompson regrese lo hará convirtiéndose en su nuevo alero. Su flamante small forward titular. Vamos allá.

1. ¿Klay no es demasiado pequeño para jugar de ‘3’?

No, no lo es. Según NBA.com (todas las cifras de a continuación son con las zapas puestas), Klay Thompson es un 6,7 (un 2 metros), pero porque les gusta escatimar en decimales. La mayoría de los portales le dan al escolta una altura real (con zapas, insisto) de 2,01. Vamos con las comparativas.

  • Jimmy Butler, Joe Ingles o LeBron James, por poner tres perfiles totalmente distintos, miden 2,03.
  • Kawhi Leonard, Evan Turner, Kelly Oubre Jr., Michael Kidd-Gilchrist o Tony Snell, se elevan exacto o prácticamente lo mismo que Klay: 2,01.
  • Y forwards de libro tales como Jae Crowder, Jonathon Simmons o incluso P.J. Tucker (que últimamente ha sido más ‘4’ que ‘3’) no alcanzan los dos metros de altura.

¿El ejemplo más irreverente? Andre Iguodala, alero en Golden State las seis últimas temporadas: 1,98 metros.

La altura media de los SF, de hecho, en la temporada 2017-18 (y teniendo en cuenta una inclinación mayor año tras año hacia el small ball), nos permite ver a Klay como un ‘3’ más. Ni ‘metido con calzador’ ni nada. (Gráfico adaptado, cortesía de The Hoops Geek).

¡Pero, Enrique, lo importante no es la altura, sino la envergadura! Cierto, en parte. Ahora entramos en ello, no sin antes comprobar que en este aspecto, el baremo es de una anarquía total.

Un estudio de USA Today de abril de 2018, señalaba que lo habitual es que los jugadores posean una envergadura unos cinco centímetros superior a su altura. Klay Thompson (como casi en todo) lo clava. 2,06 en wingspan.

Y en el muestreo bastaría con dos ejemplos situados en los extremos para hacer valer este punto. Dos defensores extraordinarios. Por un lado, las extremidades infinitas de Mr. Kawhi Leonard: 2,21. Por otro, los bracitos de T-Rex de Jimmy Butler: 2,02.

¿Como se traduce esto en el juego? Pues en ataque, donde las peanas importan bastante menos, los Warriors nos tienen acostumbrados además a un jaleo interposicional basado en un sistema de pantallas y lanzamientos tras corte y off screen, en donde la altura (ese centímetro de más) importa menos que nada. Y por si fuera poco, en situaciones puntuales resueltas en handoff o spot up, resulta que hablamos de Klay Thompson, uno de los pistoleros más rápidos de la Liga y con uno de los release más inmediato y letal.

En cuanto a defensa, esos 2,21 de Kawhi Leonard o los 2,11 de Iggy de envergadura podrían causarnos alguna duda (lógica) sobre la capacidad de Thompson de puntear con éxito o aguantar sin retroceder en acciones al poste ante jugadores más grandes o fuertes que él. Kevin Love nos responde a estos dos interrogantes en una misma jugada.

Con un magnífico desplazamiento lateral y férreo como pocos en el 1vs1 (especialmente cuando se pone las pilas en playoffs), Klay Thompson sobresale muy por encima de la media en la parcela defensiva (en la ofensiva, ni hablamos), no debiendo suponer este salto de escolta a alero, en cuestión de tamaño, un problema en absoluto.

Porque, y para finiquitar este asunto, cuando no estaba Iggy, ¿a quién le tocaba bailar con la más fea y tratar de minimizar el impacto de un tal LeBron? Pues a este señor de aquí abajo.

Klay Thompson, en resumen, es un jugador perfectamente capaz de defender con eficacia cuatro de las cinco posiciones en pista, versátil en los cambios de marca y casi inmune a los missmatch.

Compartir cancha con D’Angelo Russell, cediéndole a éste de partida el segundo jugador de menor tamaño (D-Lo es un 1,96 con mayor wingspan incluso [2,08] que Thompson) tendría un impacto negativo casi ridículo en términos de tamaño/defensa.

Especialmente, muy en parte, porque la defensa del ex de Buckeyes está altamente infravalorada (para quién quiera profundizar más en esto, más análisis sobre su impacto defensivo aquí y aquí). Los progresos (a base de sudor y ganas) estas dos últimas temporadas en la que ha estrenado condición de All-Star, son de lo más serios. Sketch de ello en el vídeo de a continuación.

2. El juego de D’Angelo es incompatible

Más que incompatible o antagónico, yo prefiero verlo como complementario y suplementario.

Complementario a tres niveles:

  • Pasador. D-Lo es, para empezar, mejor creador y con una visión para identificar la ventaja en el pase superior a la de Stephen Curry, algo que podría encontrar su rédito, precisamente, en ese juego de cambios, cortes y pantallas que dejan liberado, tan a menudo, tanto al tirador abierto como al que rompe hacia el poste bajo.
  • Pick and roll. Con el aterrizaje al unísono de Russell y Willie-Cauley-Stein, se abre de par en par una compuerta a la jugada predilecta del ex de los Nets. Como bien decía Sergio, su vía fetiche de ataque nada tiene que ver con la que llevan aniquilando rivales los Warriors durante los cuatro últimos años, lo cual no significa que no puedan aprender a convivir favoreciendo, además, un menor desgaste del conjunto.

    Nadie practica con mayor frecuencia el P&R (como ball handler) en la NBA que D’Angelo Russell (sólo Kemba Walker le aguanta el tipo), aunque su percentil debe mejorar sí o sí (23 años… parece que hay margen). Si en Brooklyn era Jarret Allen, en La Bahía será WCS (de eficacia pareja) su socio principal como roll man.

    Cabe pensar, ampliando el sesgo, que si hasta ahora los Warriors no se han prodigado demasiado en este tipo de acción, es, primeramente y aunque resulte de cajón, porque los Splash Brothers tiran de lejos que flipas, pero también porque nunca han tenido un pívot propicio para ello (sólo McGee, con minutos muy reducidos); con Cauley-Stein, pueden empezar a explotar más esta faceta… que por cierto, hay un jugador en la plantilla que se pasa la vida buscando pantallas, pero que en las pocas ocasiones que le da por lanzar esta jugada (como ball handler) es un verdadero hacha: Klay Thompson: 1,21 puntos por posesión (cuarta mejor marca de la liga).
  • Adaptación al sistema. Aunque ya hemos dejado claro que el tipo de baloncesto al que está acostumbrado Russell nada tiene que ver con el que ha hecho eterna a la death lineup de Oakland, no hay motivos para pensar que no podría hacerse al papel. Más allá del deseo de encajar en un proyecto que lo sigue teniendo todo para ser ganador –y la mano izquierda de un Steve Kerr que no conviene valorar a la baja–, Russell tiene agilidad, muñeca e IQ más que suficiente no solo para camuflarse, sino para aprender y ser parte proactiva de este sistema dinámico sin balón.

    En el ejercicio 2018-19, Russell ha promediado casi un 37% en triples, con un monstruoso 46,8% desde las esquinas. De cada 100 triples que ha anotado, sólo el 53% venían precedidos de asistencia, algo que choca de lleno con el 91,7% de Klay Thompson, pero que sin embargo sí encaja con el hueco dejado por Kevin Durant y su 56,9% de triples de facturación propia.

    D’Lo es un tirador que va a más (este curso ha superado por primera vez en su carrera la barrera del 50 en eFG%). Si sigue esta tendencia y asociándola al Usage (el cual sufrirá un sano revés, ya que hasta ahora no ha tenido a su lado un point guard tan excelso haciéndole la competencia), su dependencia del balón –que se traduce este último año en un 33,4% (datos de Sinergy Sports)– encaja con el hábito de amasar de Kevin Durant (33%) en convivencia (y connivencia) con Curry (29%) y Klay Thompson (22,1%).

    De hecho, del poder de hacer daño sin balón –en acciones de catch and shot como paradigma de ello– nadie en la historia pisa los talones a Klay Thompson en la que ya es considerada una de las hazañas de siempre: 52 puntos, 14 triples, y con el balón apenas minuto y medio en todo el encuentro en sus manos. Con Curry, otro fiera en esto (supera cada año, por costumbre, el 65% en tiros de tres), no logramos concebir aún lo bien que puede venirles a los Warriors un pasador (nunca han tenido uno igual, ni siquiera Green) de las dimensiones de D’Angelo (8,3 asistencias por 36 minutos).

Y como suplemento. Doble impacto.

Salud para Curry. Ventajas en D’Angelo de ser un combo guard con la posibilidad de rendir tanto desde la creación como la ejecución. Esto se traduce inmediatamente en minutos de asueto para un Stephen Curry que los pide cada final de temporada como agua de mayo, más aún con un Shawn Livingston reducido a pequeños teasers de lucimiento.

Finales apretados. Y como suplemento de Kevin Durant. Me explico. Ice in his veins. Con D’Lo, los Warriors ganan un magnífico y resolutivo jugador en acciones de clutch. Alternativa a los ya habituales que, superada la lucha de egos, sólo supondrá un nuevo quebradero de cabeza para las defensas contrarias. Por el portal NBAminer, comprobamos que durante el clutch pocas muñecas tiemblan menos y aciertan más que la de D’Lo (53,2%) entre los cracks de la competición. Solo dos, de hecho. Kyrie Irving (56,1%)…. y Stephen Curry (60,6%).

3. Nada dura siempre

Y ahora, unas gotas de realismo. Kevin Durant se han ido, y con él (o sin él, como bien hemos visto en estas Finales ante los Raptors) se terminaron los anillos en bandeja de plata.

Con los Splash Brothers y Draymond Green al aparato, a los Warriors les basta para ocupar, una vez más, los puestos altos de entre los favoritos de cualquier conferencia, pero ya no de una manera tan descarada. Especialmente, porque hay (súper)equipos pegando muy fuerte mientras que en San Francisco empiezan a notarse los kilómetros y las cicatrices.

Klay Thompson cumplirá los 30 años en invierno, mientras que Curry va camino de los 32. Como tiradores de otra galaxia que son, su recorrido se antoja largo todavía, pero de dar pequeños pasitos atrás en protagonismo y desgaste puede depender de una tercera edad más longeva y operativa como profesionales.

Lo natural en Curry para que esto ocurra, es ir cediendo cada vez más y más el control del balón. Para Thompson, por su parte, consiste en ir dando algún que otro paso hacia la pintura (xilografía, a su manera –dispone de un gran fade away, por mencionar una virtud–, de los casos recientes de Paul Pierce, Vince Carter, Carmelo Anthony o LeBron James). D’Angelo puede ser el hombre adecuado para facilitar ambas causas.

Los Warriors necesitan empezar a regenerarse, como tantas veces ha hecho San Antonio, de manera paulatina y progresiva si no quieren alcanzar el día en que se despierten en plena reconstrucción. De los Splash Brothers, sin contratiempos graves, queda al menos un lustro casi al más alto nivel. En ese ‘casi’, la situación exigía un alero y tercer espada capaz de asumir parte de los galones dejados por Kevin Durant.

Ante esto, otras opciones en la agencia libre de este año, en caso de querer rebajarse muy-mucho su estatus y su nómina (algo poco menos que utópico, viendo disparates contractuales como el de Harrison Barnes en los Kings), eran Jabari Parker, Rondae-Hollis Jefferson, Stanley Johson, Wesley Johnson o Corey Brewer. Los tres últimos no pasan de agua oxigenada ante un caso de gangrena, y los tres primeros, en un equipo que si o sí exige capacidad de tiro, tampoco los termino de ver.

Sinceramente, no se me ocurre mejor alero para estos Warriors (asumiendo la baja de KD y la imposibilidad de Butler o Kawhi) que Klay Thompson. Y de paso tienes un cuarto All-Star (Russell) para cuatro años más. Con lo inoportunamente jodidas que están las lesiones últimamente, tener una estrella en la recámara capaz de tirar del carro cuando la urgencia apriete, es una carta de valor exponencial.

Y el dinero (último baluarte de Sergio) en una ejecutiva que estaba abierta a pagar 575 millones por mantener su Big Four, dinero que sin embargo seguirá entrando a manos llenas tras cruzar el Bay Bridge, no parece el mayor de los problemas. Sobre todo si empieza a funcionar. Entonces, como en tantas ocasiones, lo caro parecerá incluso barato.

Arranca la cuenta atrás

El invento de D’Angelo Russel es un claro e improvisado caso de ‘aporta o aparta’. Un nuevo inquilino con un periodo de prueba, si se ponen quisquillosos, de tres a cuatro meses (diciembre-enero, según las singularidades del sign-and-trade y el estado del salary cap); un hipotético del todo injusto, ya que Thompson no estará de vuelta (si es que vuelve) hasta casi entrados los playoffs, teniendo que tirar hasta entonces del banquillo y del traje de tweener de Draymond Green que no calza desde la universidad (y que tan caro le costó en el Draft).

Como le comenté ayer a Sergio tras exponerle la idea de este artículo, él tiene un 80% de opciones de dar en el clavo (traspaso por buenos activos, se libran de su contrato-máximo y a correr) y yo un 20% (Ice Splash for the win). Pero me gusta mucho mi veinte.

(Fotografía de portada de Ezra Shaw/Getty Images)


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