La renovación ofensiva de los Sacramento Kings

Los Sacramento Kings son por derecho propio una de las sorpresas positivas de este inicio de temporada. Tras muchos años en los que solo parecían ser noticia cuando se confirmaba que estaban matemáticamente fuera de los playoffs, los californianos han arrancado este curso con ganas de quitarse la espina y convirtiendo una plantilla relativamente limitada en cuanto a talento en uno de los cinco mejores equipos de la Conferencia Oeste. Y si está siendo así, es indiscutiblemente gracias a su gran rendimiento ofensivo.

La llegada de Mike Brown ha supuesto una revolución en dicho apartado, transformando a uno de los peores ataques de la pasada campaña (24º en offensive rating) en uno de los mejores de esta. Con 115 puntos por cada 100 posesiones, Sacramento se encuentra en la élite de la liga en materia ofensiva, cimentando su sistema en cuatro aspectos fundamentales que pasamos a desgranar.

Sabonis como eje

Un elemento fundamental en el ataque de los Kings es que todo comienza en Domantas Sabonis, quien se ha convertido a efectos prácticos en el base del equipo. Aun jugando como único interior, es muy habitual verle comenzar los ataques recibiendo en cabecera, desde donde organiza e inicia la ofensiva con más frecuencia que el propio De’Aaron Fox de una forma similar a lo que hace Jokic en los Nuggets. El lituano es al fin y al cabo un hombre bien capacitado para la distribución y el pase, y este rol inicial dota a la ofensiva de Sacramento de una gran variedad de opciones.

Y es que desde esta posición Sabonis puede lanzar tanto desde 5-6 metros como desde el triple, asistir a los cortes de sus compañeros, cuerpear hasta llevar a su defensor a la pintura, o iniciar el pick & roll en un mano a mano con jugadores como Fox o Monk. Estas dos últimas facetas son las que aprovechando mejor su buena visión de juego, pues una vez que tiene el balón en la zona, lee como pocos pívots de dónde llegan las ayudas rivales y a qué compañeros puede asistir, generando buenas situaciones para los tiradores tanto desde aclarados como recibiendo tras bloqueo. Sin ser un center de primerísimo nivel, esta polivalencia le ha hecho encajar como un guante en un ataque que busca brillar por su versatilidad y al que ha ayudado a dar un salto de calidad.

No es de extrañar por tanto que Domantas sea el líder de los californianos en pases dados y en asistencias repartidas con 6,4 por partido. De entre todos los pívots de la liga, solo el inalcanzable Nikola Jokic le supera en este apartado, y de hecho el serbio es también el único center que recibe más balones por partido que Sabonis, dato que revela su enorme participación en la creación ofensiva del equipo.

Todo esto ha servido a su vez para liberar a De’Aaron Fox, sobre quien en los últimos años se estaba depositando una carga de trabajo un tanto excesiva. El base sigue siendo, por supuesto, una pieza fundamental del sistema de Mike Brown, pero desde un rol no tan necesariamente centrado en la generación como en la anotación y en castigar la atracción que Sabonis genera. La conexión entre ellos ha funcionado prácticamente desde que el pívot se incorporó al equipo, y su capacidad para delegar le está ayudando a rendir de manera más eficiente y productiva.

Fox está disputando su temporada con menor porcentaje de uso desde su año de sophomore (27,4%) y con menos intervenciones por partido desde su año de rookie (74,9), lo cual sin embargo le está permitiendo lanzar con los mejores datos de acierto de su carrera (50,7% en tiros de campo). Verle atacar en aclarados resulta cada vez menos frecuente, algo que está siendo beneficioso tanto para él como para el colectivo.

Spacing

Convertir a Sabonis en el eje del ataque es algo que no resultaría tan efectivo de no ser por el fantástico trabajo que realizan los Kings a la hora de abrir la pista. Tras terminar como uno de los peores equipos en lanzamiento de tres durante el pasado curso, las oficinas de la franquicia pusieron el foco en este asunto durante el verano, incorporando especialistas en la materia como Kevin Huerter o jugadores con buena muñeca como Malik Monk o Keegan Murray, que han dado una mayor variedad de amenazas a su juego. Las defensas cerradas ya no son una opción contra los Kings, que cuentan por fin con recursos para obligar a los rivales a abrirse y ceder más espacios en el interior.

Sacramento es, con 13,4, el sexto equipo que más triples anota por partido, aspecto en el que Huerter está brillando con un excelente nivel de acierto (41,6%) pero al que están contribuyendo prácticamente todos los integrantes de la plantilla. Y la cuestión no es tanto la cantidad de puntos que esto añade, que también, como las puertas que abre en otros apartados. Sabonis es de nuevo el gran beneficiado de esto, pues rodearse de cuatro hombres abiertos le facilita jugar en el poste y atacar el aro desde la pintura sin que las ayudas de la defensa puedan abalanzarse sobre él por miedo a que saque el balón fuera.

No obstante, el pívot no es ni mucho menos el único beneficiado. De hecho, como se mencionaba antes, es muy habitual verle iniciar los ataques desde la posición de base, lo que abre aún más la pintura y permite explotar la siguiente característica del sistema.

Movimiento constante

La movilidad sin balón parece un imperativo para cualquier hombre que quiera tener presencia en la rotación de Brown. Y es que si Sabonis cuenta con tantas opciones de pase es porque sus compañeros están constantemente ofreciéndose mediante cortes o salidas con las que castigar cualquier despiste de la defensa rival, complementando a la perfección sus habilidades como pasador.

Una herramienta fundamental en este aspecto son los bloqueos indirectos, y concretamente los bloqueos indirectos entre tiradores. Aprovechando el spacing generado mediante la disposición del quinteto, es muy habitual que uno de los hombres exteriores realice un bloqueo indirecto a otro, tratando de propiciar que este deje atrás a su defensor y pueda recibir cargando hacia el aro y con la pintura vacía. No obstante, el hecho de que sean dos tiradores los que ejecutan este movimiento abre opciones también para el bloqueador, pues si la ayuda defensiva se centra demasiado en evitar el pase interior este puede abrirse y castigar desde el catch & shoot, poniendo a la defensa en una situación en la que muchas veces tiene que elegir qué tiro conceder.

Este tipo de jugadas involucran normalmente a Kevin Huerter, que se ha convertido en un maestro a la hora de atraer la atención del rival. Sus movimientos sin balón son normalmente muy perseguidos por los defensores, lo que genera unos microsegundos de caos que el resto puede aprovechar para ganar ventaja. Es esto lo que le hace tan eficaz en este tipo de bloqueos, ya que es una característica que le hace peligroso tanto si recibe como si no, y que le está confirmando como uno de los traspasos más acertados del mercado.

A la hora de aprovechar estos espacios, ningún hombre se está moviendo con más inteligencia que Keegan Murray, cuya capacidad para interpretar los desplazamientos de la defensa rival y atacar los puntos ciegos es impropia de un jugador de primer año. Cuando los Kings le eligieron en el draft, se habló de que se hacían con un jugador que llegaba para tener un rendimiento inmediato, y lo cierto es que lo está haciendo de manera ejemplar. Siempre que un compañero tiene el balón, el rookie busca la manera de ofrecerse como la mejor opción de pase, convirtiéndose en un socio ejemplar para Sabonis y aprovechando el excelente spacing.

Todo esto da lugar a un ataque muy coral, en el que hay muy poco hueco para las individuales y que brilla por su generosidad. Sacramento es el sexto equipo que menos aclarados juega por partido (5,7), el cuarto que más pases da y el tercero que más puntos anota tras asistencia (71,6), convirtiendo el pase en su arma principal. Esto, no obstante, no les hace inofensivos en los aclarados, pues el hecho de seleccionarlos tan bien y la calidad individual de varios de sus jugadores, especialmente de Fox, que es quien más busca este tipo de situaciones, les hace anotar en el 51% de dichas posesiones, convirtiéndolos en el equipo más efectivo de la liga en dicha materia.

Velocidad

La fórmula está clara: un pasador de primer nivel, apertura de espacios, y movimientos sin balón con los que castigarlos. ¿Qué falta entonces? Velocidad. Desde que cuentan con Fox en sus filas, normalmente ha habido una correlación entre lo rápido que juegan los Kings y lo bien que funciona su ataque, y este año están llevando esta regla a su punto álgido. Con 102,5 posesiones por partido, los californianos están entre los seis equipos que más rápido juegan de la liga, y son seguramente quienes mejor están desplegando su ataque en transición.

Nadie en la liga lanza más veces por partido en los seis primeros segundos de cada posesión que ellos, y esto es algo que ocurre debido a su obsesión por intentar meter presión a la defensa rival desde el instante en que tienen el balón en sus manos. Ya sea tras rebote defensivo o incluso tras recibir canasta, la transición a campo contrario se realiza en cuestión de un instante, buscando llegar lo antes posible para coger al rival descolocado y aprovechar la falta de posicionamiento. Fox, como uno de los jugadores más veloces de la liga, es evidentemente importante en esta materia, pero esta es una prioridad para todos los integrantes de la plantilla, que no dudan en botar hacia el otro aro en cuanto se hacen con el esférico, incluyendo al propio Sabonis pese a ser el pívot del equipo.

No obstante, esta velocidad de juego no se basa exclusivamente en las transiciones. Mike Brown ha creado un sistema en el que cada jugador parece tener prohibido recibir el balón y quedarse estático unos segundos mientras decide qué hacer, de modo que tras recibir un pase todos buscan botar hacia canasta o seguir moviendo la bola para que los defensores tengan que estar también en constante movimiento y se generen más errores que castigar. Fox, Monk, Davion Mitchell o Terence Davis son excelentes dinamizadores gracias a su agresividad, y contagian al resto de una rapidez en la ejecución que está siendo clave en el gran funcionamiento colectivo.

De esta manera, los Kings son el quinto equipo que más distancia recorre por partido y el tercero que con más velocidad se mueve, así como el quinto en el que menos tiempo tiene cada jugador el balón en las manos cada vez que recibe, haciendo de su ataque una verdadera tormenta de baloncesto. Su ofensiva no frena por tanto prácticamente nunca: los hombres sin balón están contantemente moviéndose y ofreciéndose, y quien lo tiene en sus manos no lo retiene más de lo necesario. Este ritmo tan elevado exige una concentración y precisión máxima a las defensas rivales, para las que está siendo muy difícil contener este nuevo plan.

Por ahora, esta renovación ofensiva está siendo todo un éxito, pero falta lo más difícil: comprobar si son capaces de mantener este rendimiento a medida que avance la temporada y dejen de ser una sorpresa. De conseguirlo, la racha de 16 años sin playoffs tendrá serias opciones de terminar, e incluso si no es así, al menos habrán sentado las bases de un proyecto que por fin parece tener un rumbo fijo. Como mínimo, ya han conseguido que los aficionados vuelvan a poner los ojos en uno de los equipos más olvidables de los últimos tiempos.

(Fotografía de portada: Ezra Shaw/Getty Images)


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