¿Merece la pena ver ‘Garra’, una de las joyas de Netflix?

A la semana de su estreno ya se confirmaba como uno de los éxitos más rotundos de la plataforma en este 2022, destronando a Interceptor‘, la película de acción que venía dominando el top 10 y convirtiéndose en la película más vista del momento en Netflix. ¿Merece la pena ver ‘Garra’?

Garra‘ (‘Hustle‘ en su título en inglés), el intrigante largometraje protagonizado por Juancho Hernangómez y Adam Silver Sandler y coproducida por LeBron James, la rompía nada más llegar al más puro estilo Pau Gasol en su presentación con la camiseta de los Lakers. Dos meses después de su debut, el film del emergente Jeremiah Zagar logra mantener su aplomo inicial. Se trata de una película que gira en torno a la NBA, impulsada por un jugador español NBA, con múltiples cameos de rostros NBA y coproducida por uno de los mayores cracks de la historia de la NBA. En nbamaniacs, obviamente, teníamos que hablar de ella.

[ALERTA: puede haber spoliers]

¿Por qué no verla?

La película, entre sus muchos errores (algunos de bulto), cede ante el peor y más innecesario de todos; pero poco podemos reprocharle a Zagar si Peter Jackson incurrió exactamente en el mismo cuando se sentó a escribir el guión de El Hobbit, una película destinada a destrozar récords de taquilla aún antes de emitir un solo trailer: el del pánico comercial.

Como El Hobbit de Tolkien, Hustle tenía una magnífica historia que narrar por sí misma, sin necesidad de recurrir a ningún extra de aderezo; pero en lugar de exprimir la originalidad de la materia prima, tanto Zagar como Jackson eligieron vulgarizarla: Jackson a través de un orco malo-malísimo, forzando un nuevo duelo entre el bien y el mal cuando el cuento, que poco tiene que ver con El Señor de los Anillos, iba de otra cosa (el valor, la amistad, la codicia, la lealtad, la traición…); y Zagar, por su parte, introduciendo la clásica historia de superación en las carnes del protagonista, cuando el simple escenario en que éste se desenvuelve (ingresar en la NBA partiendo desde el anonimato) ya ofrece las suficientes adversidades como para permitir su desarrollo a la hora de ir enfrentando (y superando) cada una de ellas.

Pero el cine comercial tiene esto: ¿a quién interesa dedicar unos minutos a mostrarle al espectador cómo funciona el Draft, cómo se es la lucha en el Combine y los distintos modos de llamar la atención de los ojeadores si no añades también al puchero el patetismo de un muchacho que malvive en un barrio marginal, con pasado delictivo, una adorable hija pequeña y en una Mallorca de sci-fi suburbial y bukowskiana?

En Draft Day  –con Kevin Cosner y Jennifer Garner– fueron lo bastante audaces como para apostar a ciegas por el producto que tenían entre manos, mientras que en este caso han preferido meter de todo en la olla y llegar así a un público mucho mayor, aún a costa de traicionar la esencia de una aventura a la que si algo le termina sobrando es salpimentación. De otro modo no se entiende que recurran a Anthony Edwards como su orco malo-malísimo (y de poligonero trash-talk) para tratar de generar una ración extra de empatía por ese Juancho matagigantes, como si viajar a los Estados Unidos y colarse en la NBA viniendo de la nada no bastase para convencer al espectador de que el chaval merece nuestro aplauso.

El otro gran problema es las direcciones que decide tomar el film. En lugar de explorar más a fondo el camino que ofrece su propia premisa de partida, es decir, el organigrama de una franquicia NBA, su jerarquía y juego de roles, el papel de un general manager sin experiencia, su cuerpo directivo, el staff técnico y los scouters, opta de nuevo por el enfrentamiento barato entre personajes para hacer que la historia avance, desperdiciando el potencial de un Adam Sandler entregado a la causa en su papel de Stanley Sugarman, veterano cazatalentos de los Philadelphia 76ers –y, con diferencia, lo más sobresaliente de todo el film–.

Igualmente, vuelven a estropearlo con el Macguffin, añadiendo a la motivación laboral de Sandler (de ojeador a técnico asistente si localiza a ‘su estrella’ para los 76ers) un ‘Juancho Cruz’ fuera de forma y a quien Sugarman, en cuarenta minutos de metraje y donde mezcla elementos de Rocky y Karate Kidd, extrae al Daniel Larusso que lleva dentro, justo a tiempo para plantar cara en el Combine sin hiperventilar cuando toca bajar a defender.

¿Por qué sí verla?

Dicho esto, vamos con lo bueno. Para empezar, no te crees a Juancho como actor ni a Sandler como ojeador. Pero conforme pasan los minutos sí te vas creyendo la relación que hay entre ambos y eso hace que termines creyéndote la película.

Jugártela en un papel de coprotagonista con alguien sin dotes (ni instinto) de actor comporta un gran riesgo, pero éste se dispara si además dicho papel es el de Juancho, quien no ejerce de él (es decir, Juancho Hernangómez, 26 años, jugador de los Raptors y número 15 del Draft 2016) sino de una versión Hacendado de sí mismo, calzándose las zapatillas de Bo Cruz, 22 años, albañil nocturno, taponador nato (ya quisiera Mutombo) y promesa frustrada del básquet por haberse convertido antes de tiempo en padre de familia.

Si te gusta la NBA –como es el caso de todos los aquí presentes– es imposible no verle el atractivo al asunto sólo por la multitud de cameos que se van sucediendo uno tras otro, aportando un extra de graciosa credibilidad a la trama en una especie de Entourage deportivo.

Así se van sucediendo apariciones estelares, siendo las de Kenny Smith, Julius Erving, Boban Marjanovic y Dirk Nowitzki las mejores, pero donde no falta un amplio elenco de españoles (Calderón, Reyes, Willy, Abrines, Oriola) y múltiples caras, tanto presentes como históricas, de la NBA (Shaq, Barkley, Lowry, Doncic, Clarkson, Gordon, Seth Curry, Tobias Harris, Iverson, Trae Young, Brad Stevens, Doc Rivers, Sergio Scariolo, Mark Jackson, Maurice Cheeks, Candace Parker, Middleton, Thybulle, Mo Wagner, Larry ‘Bone Collector’ Williams y Grayson ‘The Professor’ Boucher), notándose la suerte de tener a LeBron James en el sillón de coproductor ejecutivo.

No obstante, he leído por ahí, en críticas de otros medios digitales, que sólo por esto, por los cameos, ‘Garra’ se convierte en una película de nicho. Y nada más lejos. No pasan de ser guiños simpáticos ante los que el fan acérrimo de la NBA sonreirá cuando los vea, y a lo sumo caerá en el meme de DiCaprio. Pero eso no basta para cautivar al verdadero nbamaniaco.

El aficionado auténtico, con lo que se viene arriba es cuando llegan las pruebas físicas del Combine y empiezan, libreta en mano, con las mediciones, los saltos verticales, los slaloms y los 5 vs 5, sabiendo que ahí es realmente donde concluye la última de las pujas para el género sobrante en la lonja. Al aficionado auténtico le gusta ver esos entrenos a caraperro donde un sólo jugador encara a cuatro entrenadores asistentes armados con manoplas y escudos de poliuretano, y trata de anotar trabajando el desequilibrio en la penetración. Workouts a puerta cerrada de los que, sabemos, pueden ser la antesala de una oferta multianual o provocar un desinterés y no pasar la criba de los quince huecos definitivos en plantilla.

Y de esto, Garra tiene su buena ración. Juancho, cuando mejor actúa es cuando su personaje se cabrea y cuando le dan el balón. Ahí, como pez en el agua, nos muestra un handle de los que, por su rol, no le vemos durante los partidos oficiales de temporada, pero que es capaz de hacer ante el rigor las cámaras como el mejor de los especialistas. Es ahí cuando el juego de planos, la edición, la banda sonora (no faltan los temazos) y el conocimiento de causa nos regala las mejores tomas de todo el metraje; donde la acción es más fiel al mundo que se nos describe.

El toque dramático que no sólo Sandler, sino también una más que notable Queen Latifah (en el papel de su esposa) imprimen a la historia hace que puedas tomarte medianamente en serio el producto aunque te huelas claramente el final desde los créditos de inicio. Una película que no pasará a la historia del cine pero que cuenta con suficientes momentos de epicidad (por lo atípico del casting y de algunas escenas concretas) para que se consideren dos horas bien invertidas y disfrutadas desde el sofá. Sí. Sí merece la pena ver ‘Garra’.

Sí o sí en inglés

Un último consejo de obligado cumplimiento. Hay que verla en VOSE: no sólo porque hay bromas español/inglés que pierden totalmente su razón de ser al traducirlas a nuestra lengua (ya que se supone que Sugarman chapurrea quince palabras en castellano), sino porque, por algún motivo, Juancho Hernangómez cede su voz en la versión inglesa pero no así en la española, siendo interpretado por el actor de doblaje Luis Torrelles y perdiendo, por lo tanto, mucha de su fuerza (escuchar a Juancho en español con la voz de otro descoloca lo suyo).

¿Ganas de más? Pásate por nuestro artículo recomendando las mejores películas de baloncesto, porque hay unas cuantas. Y Garra está incluida entre ellas.

PD: no será la única película en la carrera de Anthony Edwards. El chico tiene presencia en pantalla a pesar de lo antipático de su personaje. Pero, por favor, que no sea en ‘Space Jam 3’.


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