No hace tanto que Christian Wood tuvo que luchar encarnizadamente con Joe Johnson por un puesto en la NBA. Catorce años y siete apariciones en un All-Star Game separaban a uno y otro. Después de no ser elegido en el draft de 2015 y un sinfín de breves estancias diseminadas por toda la geografía de los Estados Unidos tenía la oportunidad de demostrar que podía competir de tú a tú contra las torres de la liga.
En Detroit le ofrecieron el último hueco disponible en el roster y Wood respondió con creces. Empezó desde el banquillo pero su capacidad para maximizar sus minutos y producir en la pintura convenció al cuerpo técnico. A principios de febrero de 2020, los Pistons comprendieron que sus aspiraciones de playoffs habían concluido tras las lesiones de Blake Griffin y Luke Kennard. Era hora de reconstruir.
Traspasaron a Andre Drummond rumbo a Cleveland y Wood ocupó su puesto en el quinteto inicial. Franquicias como Houston Rockets o Boston Celtics preguntaron por él antes de la fecha límite para traspasos, pero en las oficinas de Michigan querían ver su capacidad de respuesta ante un rol y una relevancia mucho mayores.