Okaro White: soñando de nuevo con el ‘Opening Night’

Posiblemente lo logre, porque de otra manera no tendría mucho sentido que Cleveland, pagador del impuesto de lujo, hubiera añadido algunos miles de dólares a su factura al firmar a Okaro White. Y posiblemente lo logre el ala-pívot, porque nadie firma a un jugador lesionado, que sabes que está lesionado y que no va  a jugar a corto plazo, y lo renueva después.

Seguramente lo logre, decimos, estar presente en el Opening Night si aplicamos la lógica. Okaro White puede ser parte de la reconstrucción de Cleveland. Y no es una parte cara en un equipo que necesita piezas fiables, ahora que la salida de LeBron James marca una nueva era pero también deja más de 35 millones de espacio salarial libres. Okaro White, con 1,5 millones de dólares para la 2018-19, no será caro.

Pero hasta que pueda respirar tranquilo a White le quedan algunas etapas por quemar. Y ninguna depende de él. En marzo de 2018, los Cavaliers, decíamos que a sabiendas de que tenía el pie lesionado desde noviembre y de que no iba a poder ser de la partida en toda la temporada, le firmaban un contrato de 10 días. Luego, le renovaban hasta final de curso y le suscribían 1,5 millones para la 2018-19. En su haber, 0 minutos con Cleveland. No ha jugado ni un minuto oficial.

Antes, antes de la rotura del pie izquierdo producida en noviembre de 2017, la pista era muy recta para White: 6 partidos de la 2017-18 con los Heat, 4 de titular. Y antes, en la 2016-17, había debutado en la NBA después de dos cursos como profesional en Italia, tras no ser elegido en el Draft de 2014. White marcó la 2016-17 como la de su estreno, con Miami y con la propia NBA, alternando esos 35 partidos con presencias en la G League. Contratos de 10 días y después uno por más duración con los de Florida. Había ganas en Miami de desarrollar al de New York, pero siempre con fechas en los contratos, esas que tienes que superar para que se garanticen los cheques. White tuvo la suerte de que los 1,37 millones de ese curso se garantizaban en el Opening Night. Él pasó esa fecha, para caer lesionado justo en noviembre. Por poco, pero suficiente. Miami luego le envió el 8 de febrero a Atlanta a cambio de Luke Babbit y los de Georgia lo cortaron automáticamente.

De nuevo el ‘Opening Night’ en el horizonte

Así que White se vio a sus 25 años lesionado y sin equipo tras el cierre del mercado invernal. Como agente libre, acudió al abrigo de los Cavaliers mediado el mes de marzo. Era un claro proyecto de futuro, otra cosa no tenía sentido, porque no estaba listo para jugar a medio plazo. White fue parte de la expedición de los Cavs desde entonces y hasta las meritorias Finales de la NBA. Eso sí, de calle. Otra cosa no era posible.

Y de fondo, el primer partido de la 2018-19. Situación similar a la de la 2017-18. Si pasaba ese corte, si White estaba en la plantilla de Miami, vería su acuerdo garantizado. Ahora es igual. La diferencia es que en Cleveland no le han visto jugar ni un minuto oficial, aunque ha sido parte activa del equipo que ha llegado hasta semifinales de Las Vegas Summer League 2018. Sus medias, 6,0 puntos, 7,4 rebotes y 1,1 asistencias. Peor que en sus días previos a la lesión con Miami, con los que trabajó muy bien en unas ligas de verano que cada estío pisa White para buscarse la vida.

Ahora, otra vez, White mira al calendario. Antes de ese Opening Night, del primer partido del curso, hay otra fecha clave: el 5 de agosto. Si llega a ese día dentro de la plantilla de los Cavaliers, habrá recorrido la mitad del camino, pues se asegurará 750.000 dólares de esos 1,5 millones. El resto, para el día de octubre que tantos jugadores sueñan con abrazar. Es la clase media de la NBA, la que no tiene nada asegurado. White ya ha vuelto a las pistas, al menos. Las Vegas fue un buen escenario. Cleveland, seguramente, pague la mitad del contrato y si no hay desgracia mediante, lo pruebe durante la pretemporada. La lógica señala a todo esto. White no es caro y en Miami demostró que vale. Pero a veces, lo que se supone que es, no es, no sucede, no pasa. Él mira el calendario. Y tacha fechas.


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