Lo saben hasta en el poblado mejor camuflado de la selva de Borneo: Toni Kukoc merecía mucho más en The Last Dance.
La figura del croata se precipitó hasta el puesto número 26 en personajes con mayor minutaje dentro del documental. Compañeros con vitrinas mucho peor pobladas (Bill Wennington, Scott Burrell, John Paxson, B.J. Armstrong o Steve Kerr) gozaron de un recorrido superior delante de la cámara.
En el fondo, hasta se entiende. Un producto audiovisual por y para Michael Jordan al que había que mezclar con los peones que mejor impresión pudieran causar; sobre todo en Estados Unidos. Kerr es la perfecta conjugación de tal fenómeno: en la cancha tuvo un protagonismo relativo (quitando un gran momento de 1997), sin embargo su influencia en la NBA actual le llevó a escoltar al mismísimo Jordan como segundo rostro con más apariciones en el producto final.
Parece el legado de Toni Kukoc oxidado con el paso de los años, pero sus antecedentes revelan la historia de uno de los mejores jugadores procedentes de Europa. Alguien que trazó una auténtica odisea hasta triunfar en la NBA, con guerras, tripletes de Copa de Europa, MVPs o una selección nacional imparable de por medio. Su relato es único, empezando también porque Jordan, Scottie Pippen y prácticamente todo su ex equipo en Chicago le odiaba antes de conocerle.
Todo tiene su explicación y en el siguiente monográfico, dividido en dos partes para facilitar su lectura, intentaremos desarrollar algunos porqués de que Kukoc resulte una figura de talla mitológica.
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