Blake Griffin parece que ha añadido un arma nueva a su arsenal ofensivo. La etiqueta que, para algunos, le acompañaba hace solo dos temporadas que rezaba «él solo puede machacar» ya es historia.
En su primer partido de pretemporada que enfrentó a Clippers y Warriors, en los primeros compases del encuentro se dio una situación; Griffin se fue abriendo hasta situarse en una esquina del perímetro. La defensa de los Warriors lo ignoró al verlo tan lejos del aro, asi que Chris Paul le pasó la pelota para que éste se elevara y la enchufara de tres.
Al final del partido Griffin contaba en su estadística con un 9-17 en tiros de campo, 7 de los cuales fueron lanzamientos en suspensión.
La evolución en el juego del ala-pívot es más que evidente, y quien llegara a la NBA como número 1 del draft hace 5 años destacando por su tremenda capacidad atlética y presencia en la pintura, se ha esmerado en ir puliendo otras facetas de su juego para convertirse en un jugador total.
El año pasado ya demostró una importante mejoría en el tiro de media distancia, si bien su mecánica no era del todo fluida y tan rápida como desearía, sus porcentajes y número de tentativas aumentaron. El tiro de tres puntos era otra cosa; solo 44 intentos para 12 aciertos.
Este verano parece que ha estado trabajando duro en este nuevo apartado. Ya no solo es un jugador explosivo, capaz de driblar tras el bote y destrozar el aro por encima de cualquier oponente, sino que se está convirtiendo en un jugador que, sin ser un experto, ya no conviene flotar demasiado.
Impacto en el juego
«Es sólo la confianza, de verdad», dijo Griffin en declaraciones a Los Angeles Times. «Cuando estoy abierto, voy a tirar, porque siento que pueden ir para adentro. Pero no soy estrictamente un tirador ahora. Tengo que hacer las cosas que solía hacer, las cosas que me han traído a donde estoy».
Por su parte, Doc Rivers parece que también contempla esta situación. «Deberíamos usarle como un cuatro abierto y mantenerlo fuera de la pintura».
Con este nuevo ingrediente en sus alforjas, los Clippers abrirán más la cancha, lo cual facilitará posibles penetraciones de Paul o mayores oportunidades a DeAndre para disputar balones en el poste. Puede no parecer algo vital o demasiado relevante, pero es el tipo de detalles que necesitan limar equipos contenders para convertirse en campeones.