Del ‘viejo Green’ a Kevin Durant: un año de aquella llamada

Era el típico momento en el que ya podías pronunciar la frase de: «Esto ya no pueden ganarlo los Cavs; sólo pueden perderlo los Warriors». Y entonces, Draymond Green tuvo uno de sus episodios. Sólo que éste desembocaría en una Boda Roja paulatina y de lento ensañamiento.

Finales de 2016

Los Golden State Warriors dominaban las Finales por 3-1 y el anillo parecía inminente. No obstante, en el cuarto partido sucedió aquello que, de no haber sucedido, para muchos habría dado lugar a un desenlace totalmente distinto. LeBron James y el propio Green tuvieron una enganchona yudoca en el parqué que le costó perderse el Game 5 al 23 de GSW.

Sin Green, los Warriors vieron como la serie se ponía 3-2, pero con él de vuelta, el barco tampoco se volvió a enderezar. 3-3, 3-4. Se certificaba la peor de las pesadillas para unos y la mayor de las remontadas para otros. No obstante, algunos opinan que con Green presente en el quinto choque, las Finales se habrían finiquitado ahí. El propio susodicho, uno de ellos.

Efecto dominó

El caso es que, influidos o no directamente por su expulsión, el anillo se fue rumbo a Cleveland. Y esto, tuvo unos efectos colaterales inmediatos que se prolongan hasta el día de hoy.

Para empezar, el ala-pívot de los Warriors es, hoy, un jugador con un autocontrol mucho mayor que el de la pasada campaña. Ha aprendido a respirar hondo, a contar hasta tres y a escuchar a sus compañeros cuando le entran ganas de comerse a los árbitros. Las técnicas por ataques de irreprimible visceralidad, han descendido drásticamente.

Pero no hablemos del hoy. Hablemos de aquel Game 7. De lo que ocurrió justo al terminar éste. «Perdimos las Finales pero conseguimos a KD. No es un mal premio de consolación», relata Green a Zach Lowe, de ESPN.

Y es que Draymond lo tiene muy claro. Con anillo, no estaríamos hablando hoy de un Big Four (sin hablar de Iggy) en Oakland.

Y lo dice con la seguridad de aquel que prendió la mecha. En las raíces del Oracle Arena, mientras unos metros más arriba en el vestuario de los Cavs se abría la barra libre del champagne, Green comenzaba a planificar la temporada siguiente.

Green, el origen

Se sentó en su coche, sin arrancarlo, y llamó a Bob Myers, general manager de Golden State, dándole unas directrices claras. «Está en ti,» fue su mensaje no cifrado.

No se conformó con eso; desde luego que no. Green colgó, y el motor de su vehículo ni se inmutaba mientras se marcaba otro número más. El de Kevin Durant. «Esa fue mi siguiente llamada», nos revela el jugador. Dos semanas más tarde, Durant firmó un contrato máximo por una temporada con el equipo de La Bahía. Parece que serán muchas más.

Hoy, un año después, unas nuevas Finales apuntan a tener un colofón bien distinto al de la temporada pasada. Con KD, con Green, y con unas piezas de dominó que avanzan viento en popa pero que estuvieron a punto de no comenzar jamás a caer.

«Si hubiésemos ganado el Campeonato, estoy 99 por ciento seguro de que no lo habríamos fichado», concluye Green.


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.