Ver a Luka Doncic sumar un nuevo triple-doble ha dejado de ser algo sorprendente. Pero lo de esta madrugada ha tenido poco de rutinario.
El esloveno debía tener prisa por dejar resuelto el choque ante los Utah Jazz, pues firmó una primera parte sin ningún precedente en la que sumó 29 puntos, 10 asistencias y 10 rebotes. A base de triples, alley oops a Lively y un sinfín de recursos, fue aportando en las tres facetas sin que los visitantes parecieran poder evitarlo de ninguna forma, llevando a los suyos en volandas y dejando el choque prácticamente decidido al descanso con una exhibición individual que llegó a límites ridículos.
Y es que solo cuatro jugadores en la historia de la NBA habían conseguido un triple-doble antes del descanso. Russell Westbrook y Nikola Jokic lo han hecho en dos ocasiones, mientras que Kevin Johnson y Domantas Sabonis les acompañan en la lista. Pero ninguno lo hizo anotando más de 25 puntos, cifra que Luka rebasó de forma clara para quedarse absolutamente solo en los libros de historia de la liga.
Este huracán de baloncesto catapultó a los Mavericks, que llegaron al descanso ganando por 23 puntos pero que estuvieron lejos de tomarse la segunda mitad con más calma. Con un Doncic inspirado que terminó llegando a los 40 tantos y un Kyrie Irving que sumó a la fiesta con 26 y una excelente efectividad (11/16), la diferencia continuó creciendo en el tercer cuarto, y de hecho ni siquiera cuando ambos se sentaron al final del mismo dejó de hacerlo. Dallas llegó a ganar por hasta 51 puntos, haciendo de esta una dolorosa paliza que quedó reflejada en el 147-97 final.
Los de Kidd volvieron por tanto a la senda de la victoria de la mejor manera posible, recuperando sensaciones y escalando a la quinta posición de un Oeste que sigue muy comprimido. Por contra, los Jazz parecen incapaces de replicar el buen rendimiento que ofrecieron la temporada pasada, y fueron absolutamente vapuleados en una noche en la que ni siquiera las bajas de Lauri Markkanen y Jordan Clarkson parecen servir de excusa.
Lo único destacable de los visitantes fueron las declaraciones de Will Hardy, que en un alarde poético describió el partido de los suyos como «una obra maestra de la mierda». Dicho eso, dicho todo.
(Fotografía de portada: Richard Rodriguez/Getty Images)