Si abril es el mes de la lluvia según un viejo y conocido refrán, la NBA debería considerar actualizar el cancionero popular y añadir un homenaje a la obertura del año, enero, un periodo en el que la liga cuenta con un historial de fuertes precipitaciones en sus pabellones, en muchos casos acompañadas de nieve.
Si ayer se cumplían 10 años de los ya míticos 81 puntos de Kobe Bryant ante los Raptors, hoy tiene lugar el primer aniversario de otra gesta anotadora que seguirá recordándose en el futuro y que, con bastante probabilidad, se conservará como récord durante una buena cantidad de tiempo.
Era 23 de enero y los Warriors estaban fabricando ya una temporada histórica que terminaría con el Larry O’Brien paseando por Oakland, el MVP en manos de Stephen Curry y el trono individual de las Finales tomando un rumbo inesperado y de película para ser levantado por Andre Iguodala.
Ese día los de Steve Kerr recibían a Sacramento Kings en el Oracle y el marcador reflejaba un empate a 58 a falta de 9:50 para la conclusión del tercer acto. Fue entonces cuando apareció un Klay Thompson que continuaba justificando su nuevo contrato y que tumbaba la puerta del All-Star 2015, en el que terminaría siendo titular debido a la lesión de Kobe. El menor de los ‘Splash Bros’ dijo basta, tomó las riendas del ataque y decidió que hasta ahí había llegado el partido.
Entró su primer tiro, notó la confianza y se adentró en ‘la zona’. En esos 9 minutos y 50 segundos el escolta terminaría anotando 37 puntos, un registro nunca visto y que no es fácil de asimilar. 37 puntos en un cuarto.
Sus lanzamientos seguían entrando sin importar posición, dificultad u oposición, los comentaristas entraban en calor canasta a canasta, el pabellón rugía como nunca, Curry no sabía qué decir a los miembros del banquillo de los Kings, los suplentes locales empezaban a quedarse sin nuevas poses que adoptar para celebrar y Klay no fallaba ni los tiros que no contaban.
Solo con un cuarto perfecto se puede lograr una hazaña de estas características. 9 de 9 en triples, 13 de 13 en tiros de campo y 2 de 2 desde la línea de tiros libres. Klay terminó el partido con 52 puntos (máximo en su carrera), 5 asistencias, 2 rebotes, 4 robos y 2 tapones, y dejando como única duda cuál sería el límite para él aquella noche. No lo pudimos descubrir porque, tras fallar 3 lanzamientos al inicio del último cuarto, Kerr decidió darle descanso y dejar su cuenta de minutos sin llegar a los 33.
Abandonó la cancha y lo hizo con el trabajo hecho y la víctima en la morgue. El 58-58 había mutado al final del tercer periodo en un 97-73. Ya sabemos quién fue responsable directo de 37 de los 39 puntos que anotaron los Warriors entre un conteo y otro pero, ¿quién se apuntó los 2 tantos que faltan? Draymond Green con una bandeja fácil tras asistencia de Klay Thompson.