Unos conmovedores Celtics consiguen su 14ª victoria seguida

Pongan el adjetivo que deseen, porque seguramente cualquiera será válido a la hora describir lo que son y lo que representan estos Celtics. El equipo de Brad Stevens ha vencido a los Warriors en el mejor duelo que nos podía ofrecer la NBA a estas alturas de temporada (92-88).

Catorce victorias seguidas de Boston, remontando y renaciendo desde ese 0-2 que auguraba cosas terribles, porque cosas terribles habían pasado. La lesión de Gordon Hayward, la manera en que el grupo se ha repuesto a ese gran mal, y a otros menores, como las ausencias puntuales de Al Horford, de Kyrie Irving, o la más prolongada de Marcus Morris, son un ejemplo de muchas cosas. Ahora mismo, en noviembre, los Celtics se han ganado el derecho a que les tengan en cuenta sí o sí para pelear por el anillo. Definitivamente. Luego pasará lo que pase, pero se tendrá que hablar ya de esta franquicia como una realidad presente, que quizá, sólo quizá, no deba esperar ese par de años que muchos le dan para dominar el Este. Quizá.

Porque lo demostró en la noche de Boston, ante el mejor plantel del planeta, unos Warriors intimidatorios en el primer cuarto (18-28), fuertes, con Nick Young o Andre Iguodala aportando de manera fabulosa como segunda unidad en esta primera parte. Pero ya por entonces, Jaylen Brown, quien acabó con 22 puntos, 7 rebotes, 2  robos y 2 tapones, había aparecido por ahí. A sus jóvenes espaldas se montó en dos ocasiones Boston para volver a la vida. La primera,  en unos minutos antes del descanso primorosos. La segunda, tras el paso por los vestuarios, donde se llegó con 42-47 para Golden State y bajo el recuerdo de viejos tiempos gracias a un mate de Iguolada, que machacó el aro de espaldas.

Subidas, bajadas y 19-0 de parcial

Los Warriors y los terceros cuartos. Ese momento en el que los chicos de Steve Kerr trabajan su mejor versión. Parecía que así iba a ser otra vez, con 0-9 de parcial de inicio. Pero una falta sin balón de Stephen Curry a 9 minutos para la conclusión del asalto supuso la cuarta personal del escolta. Y su sustitución. También fue el tiempo en que Irving, harto de la máscara, se la quitó de encima. De momento, esa maniobra no surtía efecto. El ex de los Cavaliers no funcionaba y acabó enfilando el camino al banquillo. Golden State llegó a vencer por 17 puntos.

Y como una tormenta, antes de agotarse y dejar paso al líder, reapareció Brown. Los Celtics lograron un parcial de 19-0 para colocarse 68-66, primer vez por delante desde el primer cuarto. Y sin Irving, todavía, pero con una defensa brillante, brutal, que contribuyó en el nefasto despliegue ofensivo de los visitantes, con diez ataques consecutivos tirados por la borda, ya fuera por fallos en el tiro o por pérdidas (6).

Reaparece la estrella

Irving dejó Cleveland para ser el jefe de verdad en otro equipo. A pesar de su mal partido hasta ese instante, el último cuarto era su momento. Con el marcador completamente ajustado, sin ningún equipo capaz de quitarse al otro de encima, se llegó al tramo decisivo. La pelota, la que quema, a los mejores. Un triple de Kevin Durant lo contestaba Irving con un dos más uno… y Klay Thompson con otro triple. Entonces, cuando la artillería pesada de Golden State volvía a hacer daño, el base de los Celtics se pidió la bola siempre. Sacó tiros libres, cuatro exactamente, que pusieron el 90-88 a falta de una posesión. La pólvora de los Warriors se consumió, se secó, se estancó en 88 tantos. Jayson Tatum cerró todo desde el libre. 92-88, máxima y definitiva ventaja de los Celtics en una velada que por mucho que sea noviembre le capacita para todo.

Con 14-2 como balance el Este es suyo. De momento. Se han ganado el respeto definitivo, si es que no lo tenían ya.


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