Pau Gasol: «San Antonio, no puedo esperar para empezar»

«Ayer fue mi cumpleaños. Tengo 36 años.

Me desperté esta mañana reflexionando mucho. Esta semana, como otras dos veces anteriormente en mi carrera, dejaré un equipo de la NBA para unirme a otro nuevo. Estoy contento y orgulloso de empezar una nueva etapa en mi carrera con los San Antonio Spurs. Estoy muy contento por unirme a una franquicia de la NBA tan increíble, con un entrenador impresionante y un cuerpo técnico y una plantilla llena de talento, tenacidad y competitividad. Seré parte de un equipo que se ha convertido en modelo de consistencia, lealtad a sus jugadores, un estilo de juego, una filosofía y una excelencia general —unas pocas razones de por qué los Spurs se han mantenido en lo más alto de la liga después de que ganaran su primer campeonato hace 17 años, en 1999—»,

Esta es la maravilla de The Players Tribune. Ese refugio en la web, donde lo mismo Kevin Durant te cuenta de primera mano que va a provocar un seísmo en la liga firmando por Golden State, que Pau Gasol desnuda su alma de jugador de baloncesto.

Efectivamente, Gasol cumplía ayer 36 años, y apenas un par de días antes firmaba con la franquicia posiblemente más seria de la NBA, un contrato de dos años y 30 millones de dólares. Estar dispuesto a cerrar un acuerdo por esa cantidad, más allá del nuevo margen salarial, con un tipo a cuatro años de cumplir los cuarenta, sólo puede significar una cosa: que ese tipo debe ser muy, pero que muy bueno.

Pau Gasol salió por la puerta de atrás del Staples Center y llegaba como poco más que un «complemento interesante» a Chicago.  Un complemento que sin duda dotaría de calidad la pintura de los Bulls, pero del que tampoco se esperaba nada prodigioso a estas alturas, ya que estábamos ante un jugador que se adentraba en fase de decrepitud deportiva. Ahora, dos años más viejo, dos años más sabio, dos años más fermentado, dos años más rejuvenecido, sella un contrato que le hace duplicar sus ingresos por temporada respecto a lo que firmó en 2014. Pau se une al club de los Gran Reserva.

Desde sus orígenes, de Soleras a Criaderas, nos ha querido recordar parte de su historia NBA. Algunos de sus momentos más álgidos y significativos desde una visión más íntima y hasta ahora desconocida.

Padawan…

«Aún necesito desafíos. A mis 36, el horno de mi competitividad sigue ardiendo a tanta temperatura como cuando era un novato en Memphis.

Volviendo a mi año rookie, mi afán competitivo estaba mezclado con la frustración. Aún recuerdo aquel momento. Fue tras mi tercer partido en la NBA. Yo era un rookie en los Grizzlies, saliendo desde el banquillo. Estábamos perdiendo, y me sacaron durante el ‘tiempo de la basura’. Jugué fatal. No me sentí como yo mismo, y fue vergonzoso. Me salí del partido.

Estaba frustrado. Después del encuentro, me fui directamente a través del túnel a la sala de pesas. No quería ir al vestuario. Sólo me senté con la cabeza entre mis manos, digiriendo aquello.

Entonces sentí una mano en mi cabeza. Era Lorenzen Wright, un veterano del equipo. ‘No te lo tomes tan en serio’, me dijo. ‘Y no tengas miedo de los errores. Vas a cometer un montón de ellos antes de que lo hagas bien’. Mientras se alejaba añadió algo que significó mucho para mí: ‘Estoy aquí si tienes cualquier pregunta’.

Fue un momento impresionante en mi carrera NBA. Ahora que soy un jugador veterano en la liga, significa todavía más. Cuando un veterano se toma su tiempo para preocuparse por un novato, eso te marca.  Significó mucho para mí. También hay tristeza en ese momento. En 2010, recuerdo escuchar las noticias de su muerte».

… y Maestro

Su etapa de plenitud como jugador la pasó en Los Angeles, donde llegaron primero los triunfos y el reconocimiento, y luego los malos resultados y un sinfín de detractores. Finalmente, sabiendo que su ciclo en los Lakers debía acabar, un Gasol experimentado y curtido en la Liga iniciaba su tercera aventura en América; esta vez, en la Ciudad del Viento.

«Cuando llegué a Chicago, desarrollé una gran amistad con Nikola Mirotic. Era su año rookie. La mayor parte de los minutos en la pintura los compartíamos Jo [Noah], Taj [Gibson] y yo. Así pues Nikola no jugó mucho en su primer año. Conforme pasaban los meses, noté que empezaba a sentirse frustrado. Me estaba viendo a mí mismo cuando era joven…

Después de un partido, pude ver a Niko realmente abatido, y en ese momento la historia de Lorenznen Wright me vino a la memoria. Me senté a su lado y le conté mi experiencia. Le recordé que tenía que ser paciente y continuar trabajando. ‘Tu tiempo llegará’, le dije.

Él siguió trabajando duro en los entrenamientos a pesar de que no tenía minutos. Los veteranos del equipo lo notamos. El entrenador lo notó. No mucho después de aquella conversación una plaga de lesiones afectó al equipo y Nikola tuvo su oportunidad. Paso de 10 a 30 minutos por partido. Incluso tuvo algunos choques tremendos en los que fue nuestro máximo anotador. Su segundo año fue más de lo mismo. La gente empezó a decir cosas como: ‘¡Este chico Mirotic de donde ha salido!’.

Pero él no había salido de ninguna parte. Él siempre estuvo ahí. Esperando, preparado.

La NBA te da y te quita. Con los Bulls los dos años pasados, la liga ciertamente nos ha quitado mucho. Las lesiones han sido realmente frustrantes.

Sé que la organización y los fans tenían altas expectativas con nuestro equipo. Vine a Chicago a ganar, y me escuece que no fuéramos capaces de sacar todo nuestro potencial.

Me llevo muchas cosas buenas de mi experiencia en Chicago. He visto a Jimmy Butler transformarse de un jugador de rol a un All-Star en esta liga y, lo más importante, en un líder. Espero que siga creciendo con el paso de los años.

Siempre estaré muy agradecido a la familia Reinsdorf, a toda la organización de los Bulls, a los jugadores y sobre todo a los aficionados, por hacer que me sienta querido y en casa, en los buenos y en los malos momentos».

A por la tercera sortija

Dos anillos en los Lakers; en blanco en los Bulls. Ahora, posiblemente en el último capitulo de su extensa novela, llega a San Antonio; una franquicia con cuatro títulos y cinco Finales en lo que llevamos de siglo. Pau llega para competir.

«A lo largo de mi carrera en la NBA, mi deseo ha sido siempre ser una parte instrumental de un equipo con posibilidades de ganar el campeonato. Ese deseo ha sido fundamental en mi decisión de unirme a los Spurs. Estoy increíblemente agradecido por esta tremenda oportunidad y daré lo mejor de mí para contribuir, con mi experiencia y ética de trabajo, a ayudar a esta extraordinaria franquicia a conseguir su objetivo.

Durante las próximas semanas me estaré preparando con la selección española para otra gran meta: la medalla de oro en las Olimpiadas.

Pero hoy, quiero tomarme un descanso y decir: ‘Desde lo más profundo de mi corazón, gracias, Chicago’.

‘San Antonio, no puedo esperar para empezar. Nos vemos muy pronto'».


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