Es un proceso de centrifugado en el que, antes o después, siempre terminas volviendo al punto de partida.
Así es como comprende el mundo de la NBA Paul Allen, propietario de los Portland Trail Blazers. Todo proyecto busca alcanzar la élite, y para ello suele elegirse un gran jugador sobre el que asentar esta idea. Si la cosa no funciona, ese gran jugador a menudo termina por irse, por lo que toca empezar de nuevo, y la mejor manera de quemar etapas es adoptando una actitud positiva. Allen, tal y como ha reconocido al medio The Oregonian, «no piensa amargarse con la salida de Aldridge», y sólo piensa en el futuro.
«Creo que LaMarcus tenía un montón de opciones. Pensamos en Dallas, pero él [Aldridge] iba en una dirección distinta. Estuvimos en su radar hasta que fue quemando casi todas las fichas, y tuvo la suficiente clase para llamarme y explicarme su decisión final. Fue un momento difícil para la franquicia, porque todos teníamos la esperanza de que volviera a firmar con nosotros. Pero finalmente tomó su camino, y ahora es un nuevo día. Nosotros nos hemos movido desde entonces y creo que ya puedes sentir el nivel de excitación y energía en el gimnasio«.
Una puerta giratoria
La marcha del ala-pívot no ha sido la única. La desbandada de titulares ha sido general: Batum, Matthews y Robin Lopez (además de Afllalo como 6º hombre) también hicieron las maletas dejando a Damian Lillard como único superviviente en Oregón.
«Reconstruir. Rediseñar. Mantenemos, creo, seis jugadores del año pasado, por lo que la transición es grande. Hemos traido a nueve jugadores nuevos. Así que definitivamente es un gran cambio. Pero cuando abrazas este proceso y ves lo que los nuevos jugadores son capaces de hacer es excitante. Y va a ser una temporada emocionante para los aficionados», ha asegurado, optimista, Allen.
Entre los nuevos fichajes de los que habla el dueño del los Blazers y más pueden ilusionar a sus seguidores hallamos a Al-Farouq Aminu, Ed Davis, Gerald Henderson, Maurice Harkless, Mason Plumlee o Noah Vonleh.