Una voz extraña rompe con la afinada sintonía coral. Un valedor cuando todo parecían detractores. A Kristaps Porzingis, a diferencia de Derrick Rose y Carmelo Anthony —los otros dos mariscales— sí le gusta el triángulo ofensivo. Su disgusto viene más bien con el factor de no haber hecho antes, y más, hincapié en él.
«Teníamos que haber estado poniéndolo en práctica desde principio de temporada», ha asegurado el letón a Marc Berman del New York Post. «Aún nos falta un poco [para implementarlo bien]. «No sé cuando lograremos usarlo correctamente y hacer que tenga impacto».
Resistencia tras el adiós de Fisher
Porzingis es un jugador sobradamente capaz para ser individualista. De hecho a veces peca de ello —sus 1,3 asistencias de media como muestra de ello—, sin embargo, sabe que en el triunfo del grupo a través de su cohesión, aguarda del éxito. Y el triángulo puede ser el método… si todos lo aceptan y entienden así. Y con el despido de Derek Fisher y la contratación de Jeff Hornacek, ha habido un conato exitoso de resistencia al sistema que Phil Jackson desea implementar. Apoyado en los pesos pesados del vestuario, se trató de huir y rehuir de la dichosa forma geométrica.
«En mi primer año no hicimos otra cosa que no fuera el triángulo. Lo conozco bastante bien. Me gusta ese sistema de ofensiva. Pero sólo puede funcionar si todo el mundo lo ejecuta correctamente. Ahora estamos empezando a entender realmente cómo funciona».
Más allá de las diferencias de opinión y esquema entre Porzingis y el otro dúo con voz en el vestuario knickerbocker, ¿llega este presunto aprendizaje a tiempo al Madison con la temporada acercándose a su recta final y los playoffs a cuatro partidos de distancia?