Gregg Popovich es uno de los más grandes entrenadores de la historia de la NBA. Seguramente no seréis pocos los que diréis que, en concreto, es el mejor. 20 temporadas en San Antonio le han convertido en leyenda por método, por filosofía —no necesariamente ‘zen’— y por éxitos.
Con esa experiencia y con su actitud parece casi imposible que algo pueda sorprenderle, pero los Golden State Warriors lo han conseguido. «He pasado más tiempo pensando sobre Golden State del que he pasado pensando sobre cualquier otro equipo en mi carrera», confesaba el entrenador a ESPN.
«Son muy divertidos. Compraría una entrada para verles jugar. Y cuando les ves mover la bola, me dan envidia. Cuando les veo lanzar más tiros sin oposición que el resto de equipos, es inspirador. Simplemente es un baloncesto magnífico».
Un duro rival, su mayor rival
Los Spurs, pese al varapalo sufrido en su hasta ahora único enfrentamiento del curso, se postulan como el gran rival a batir por los de Steve Kerr en su camino hacia el ‘two-peat‘, incluso por encima de los Cavaliers de LeBron James que muy probablemente esperarán cómodamente en el Este al superviviente de una lucha feroz entre candidatos de la conferencia rival.
«Disfruto mucho con ellos. Intentas descifrarlos, pero de algún modo son indescifrables porque tienen una mezcla especial de talento. No solo es que Steph (Curry) pueda anotar o que Klay (Thompson) pueda anotar o que Draymond Green sea versátil. Todos los que juegan pueden pasar, coger y lanzar. Y todos lo consiguen».
Popovich se sentará el domingo en el banquillo del Oeste en el partido del All-Star como entrenador principal porque las reglas no permiten que sea alguien de Oakland: Walton, por ‘apartado’ antes de la fecha; Kerr, porque sería repetidor. El mito viviente que es Pops no escatima en elogios a su enemigo número uno: «Van en serio. Son talentosos. Pero además son también muy, muy inteligentes».