Sin rumbo definido: cuatro entrenadores con más dudas que certezas

Apenas ha comenzado la segunda ronda de los playoffs y ya hay equipos tomando serias decisiones sobre su verano 2021. Las salidas de Stotts y ...

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Por David Sánchez

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Apenas ha comenzado la segunda ronda de los playoffs y ya hay equipos tomando serias decisiones sobre su verano 2021. Las salidas de Stotts y Clifford de Blazers y Magic respectivamente se han unido al terremoto de Boston para dejar tres vacantes en los banquillos que seguramente pronto serán alguna más.

Como era de esperar, el culebrón de los Celtics ha venido acompañado de una plétora de rumores que barajan igual cantidad de nombres para el banquillo. Lo que es seguro es que, a pesar de ser la primera decisión que tiene que tomar, la selección del técnico es un tema delicado en las franquicias de la NBA.

El peso del entrenador en el rendimiento de un equipo es difícil de calibrar. La temporada pasada las lesiones sufridas por los Warriors llevaron a un grandísimo entrenador como Steve Kerr a dirigir al peor equipo de la liga. Por el contrario, técnicos como Tyron Lue han logrado levantar el título en su primera experiencia como entrenador principal a nivel profesional. Camino que Steve Nash podría replicar esta misma temporada.

Seleccionar al candidato adecuado se convierte pues en una decisión que, si bien no parece tener relación directa con el triunfo deportivo, sí que está estrechamente ligada al fracaso. Algo que se ha visto este curso en el caso de Atlanta Hawks y Lloyd Pierce. Estos son los técnicos cuyo cargo guarda menos sintonía con el proyecto que dirigen:

¿Todavía tú por aquí Luke?

Luke Walton es el primer candidato que acude a la mente cuando se piensa en una lista como esta. No solo los resultados deportivos hablan en su contra, sino que la nula evolución de los Kings desde su llegada hacen difícil razonar la confianza que la franquicia sigue poniendo en su figura. Más aún si se tiene en cuenta el cambio que sufrieron los despachos de la organización en la pasada pretemporada.

La marcha de Divac de la gerencia auguraba cambios en un equipo que ya acumula trece temporadas sin pisar playoffs. Pero desde que llegó Monte McNair las únicas decisiones de peso han sido la firma del contrato máximo de De’Aaron Fox y la elección de Buddy Hield sobre Bogdaniovic. La primera cae por su propia lógica y la segunda de momento está lejos de considerarse un acierto.

Sacramento sigue siendo el mismo equipo hace dos años, solo cambian los nombres que engrosan su plantilla. Pero ahí siguen la incapacidad de desarrollar un plan de juego consistente, los inicios ilusionantes que acaban en repentino derrumbe y el amparo en el hero ball de la estrella de turno a la que se le sume algún secundario de forma puntual. Walton no solo ha perpetuado estas manías, sino que ha incurrido en ellas dando a luz una de las peores temporadas defensivas de la historia. Un año más, los Kings han sido un conjunto insostenible partiendo de su fragilidad defensiva, y resulta bastante tentador pensar que la solución no se encuentra en la continuidad de su técnico.

Van Gundy: Una piedra más en el zapato de los Pelicans

Con Van Gundy no surge tanta sensación de disrupción, sino de estar rodeado de una dudosa toma de decisiones que comprometen el medio plazo. Los Pelicans protagonizaron una última offseason bastante agresiva, siendo el contrato máximo ofrecido a Brandon Ingram su movimiento troncal. Hasta aquí  todo bien. Independientemente de la valoración que se quiera hacer del jugador, la franquicia tenía razones para confiar en él a largo plazo después de ser el MIP de la temporada pasada.

Pero los otros dos grandes movimientos de pretemporada no encuentran una explicación tan lógica. Ofrecer a Steven Adams una renovación hasta 2023 a un equipo que cuenta con la atómica presencia interior de Zion podría resultar contradictorio. Y firmar cuatro años a un entrenador de vieja escuela como Stan Van Gundy para dirigir a una plantilla tan joven más de lo mismo.

No es que este estilo de entrenadores sea incompatible con cualquier núcleo joven. Ahí está el caso de McMillan y Atlanta. Pero es inevitable arquear la ceja ante la contratación de un  técnico que ha sido incapaz de sacar rédito del talento joven que Van Gundy ha tenido a sus órdenes en Detroit, donde protagonizó temporadas algo rácanas salpimentadas en raras ocasiones por unos veteranos Blake Griffin y Derrick Rose.

Como he dicho antes, muchas veces no se puede intuir el rendimiento de un entrenador hasta que es demasiado tarde. Después de una primera temporada decepcionante en la que Van Gundy ha encontrado problemas para hacer convivir a sus dos principales estrellas y darle sentido al equipo que tienen alrededor, los Pelicans se han quedado sin margen de error si no quieren desperdiciar los tres años que le restan al contrato de su técnico. Cortarle no tiene pinta de ser barato.

Algo se muere en el alma…

Pocas figuras del entramado NBA responden mejor que Greg Popovich a la expresión ‘vaca sagrada’. Como uno de los cinco nombres más ilustres que jamás se sentaron en un banquillo NBA su carrera no merece ningún tipo de reproche. De hecho, seguramente Pop podría seguir dirigiendo a grandes plantillas y luchar por anillos. Pero hace tiempo que San Antonio dejó de ser una de estas.

Popovich sigue representando una continua enmienda al fuego competitivo, construyendo equipos que rinden por encima de lo esperado año tras año. Sin embargo, por aplaudibles que sean sus últimas temporadas, el mérito se queda corto para la segunda dinastía con más anillos en este siglo. La condescendencia con la que últimamente se trata al propio entrenador son reflejo de esto mismo. A estas alturas su continuidad supone imposibilitar un reseteo que los Spurs piden a gritos desde la marcha de Kawhi Leonard. Eso sí, la salida de Greg Popovich de San Antonio solo podrá ser fruto de la decisión unilateral del técnico. La cual se ha ganado a pulso.

Scott Brooks y su escolta real

Contar con Bradley Beal y Russell Westbrook en plantilla te tiene que obligar a competir por ser uno de los mejores equipos de la conferencia. Es obvio que en el debate general existen dudas de si es posible construir un equipo de ese calibre con Westbrook como una de las cabezas del proyecto. La respuesta es un apabullante sí, y ya lo demostró el año pasado Mike D’Antoni registrando un 61% de victorias con unos Houston Rockets en los que el base fue por momentos su jugador más importante, permitiendo a James Harden dosificarse. Scott Brooks, aunque cuente con menos recursos, no ha conseguido un resultado ni siquiera parecido.

Los Wizards se han clasificado a playoffs tras una racha final de 14-5 en la recta final de la temporada regular. Una vez en el play-in, perdieron su primer partido contra Boston para eliminar después a Indiana —ambos proyectos con años por debajo de la expectativa— y colarse en postemporada. Estos resultados son engañosos porque de todas estas victorias solo dos llegaron contra equipos de récord positivo. Washington ha necesitado que Westbrook baile a ritmo de triple doble y Bradley Beal haya rozado el premio a mejor anotador de la liga para competir por un octavo puesto de la Conferencia Este.

Sin embargo, la presencia de Brooks en el listado es la que levanta más dudas. Su equipo ha sido uno de los más golpeados por la pandemia, lo que les ha llevado a un calendario infernal en la segunda parte de la temporada. Ya sea porque realmente aprecian su trabajo o por las dificultades que han vivido juntos, tanto Westbrook como Beal pedían la continuidad de su entrenador recién terminada su participación en playoffs. Existen indicios de que la directiva buscaba un cambio en su banquillo, y todavía existen dudas con respecto a este movimiento. Pero, contando con las estrellas de su lado, Brooks ha comprado papeletas para prolongar su estancia en la capital.

(Fotografía de portada de Ronald Cortes/Getty Images)

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