Denver Nuggets: consecuencias del inmovilismo invernal

Garabateé las primeras líneas hace cosa de un mes, y puse el resto a macerar. Necesitaba comprobar algunas cosas. Y para ello requería de tiempo y partidos.

El mercado invernal apagó sus focos el 9 de febrero. Mucha acción, pero casi toda concentrada en apenas una melé reducida de equipos, con Cavs y Lakers como principales agitadores. A quien yo esperaba con ansia era a los Denver Nuggets. Tenían en su poder la baza ganadora. Como la tenían los Seahawks en Draft Day con el quarterback Bo Callahan. Tan solo debían levantar el teléfono, marcar un par de números y hacer un poco de magia.

Y sí, hubo tango y movieron ficha, pero en ningún caso alguna de las que yo esperaba.

Mi trade machine cerebral, concentrada en una zona distinta del parqué, ni vio venir ese traspaso a tres bandas que terminaría con Emmanuel Mudiay en los Knicks, y con un viejo zorro de trinchera con poca pólvora ya en el mosquetón, Devin Harris, rumbo a Colorado.

Como veremos más adelante, sin embargo, el deshacerse de Mudiay tuvo todo el sentido del mundo —una estadística lapidaria que hablaba de lo nefasto que el base estaba siendo para el equipo—. Pero vayamos por orden.

«Si algo funciona, no lo toques»

Si algo funciona, no lo toques. Nunca me ha gustado este refrán. De hecho lo odio. Tanto como Popovich odia los triples. Conduce al conformismo; a la falta de innovación. Abrazarlo implica la renuncia inmediata a cualquier afán de mejora. A través de él, dar un salto de calidad se vuelve casi imposible.

Hace un par de años y medio, a mí mismo me tocó escribir en esta web sobre una locura. Un imposible. Un hipotético de Pixar. Un quinteto que firmarían incluso los Looney Toons en Space Jam para evitar el destierro a Tontolandia. Lo titulamos ‘¿Durant a los Warriors? La pesadilla es posible’. Lo que os pediré ahora es de un oportunismo abominable. Pero solo por esta vez, por favor, ojead los comentarios.

Aquellos Warriors no eran siquiera todavía los del 73-9. Pero si eran ya los del 67-15, y los que venían de ganarle un campeonato sin demasiados apuros a los Cavaliers de LeBron. Lo hicieron practicando un baloncesto vibrante y preciosista; la química recorría el parqué con la fluidez propia de un zapateado de Fred Astaire y un compás que la fuente del Bellagio aprobaría con solemne rigor.

Andrew Bogut era el tabique de carga de la defensa; imprescindible. Festus Ezeli, su digno sucesor. Y Harrison Barnes el complemento ideal a las dos bestias anotadoras del equipo, Klay Thompson y Don Stephen. Así que añadir ahí, con calzador, un tercer ego, no era sino plantar una bomba de relojería capaz de poner en peligro una maquinaria simplemente perfecta.

¿Fichar a Durant y arriesgar el gran porvernir de una inminente dinastía? ¿La del 73-9? No, gracias…

Calma tensa

Pero abandonamos tierra de éforos y regresamos a nuestros Nuggets de 2017/18. La temporada de la franquicia de Colorado, a vista de pájaro, es de una regularidad casi impecable. Del azul cielo de sus uniformes, escoltado por algunas nubes blancas de poca importancia. Como los créditos iniciales de Toy Story. Lo que se esperaba de ellos, ni más ni menos.

Un octubre titubeante (3-4) se corrigió con un noviembre notable (9-5). Luego, dos meses rozando el cincuenta por ciento (7-8 y 7-8) seguidos de un gran febrero (7-3) que parecía afianzarlos en puestos de playoffs, en las entrañas de un Oeste que no estaba resultando tan amenazador como cabía prever.

Quizás se confiaron ante ese volcán humeante que no tenía ya pìnta de erupcionar jamás; y ahora van camino de acabar como los pobres lugareños de Dante’s Peak. Aunque sin todo ese rollo de la muerte carbonizada.

El All-Star, ya es costumbre, marcó un punto de inflexión, y hoy los Nuggets pagan su abotargamiento. Utah Jazz y New Orlean Pelicans engranaron el plato de puerto de montaña y desde entonces no han dejado de escalar. Desde el fin de semana de las estrellas acumulan récords de 11-4 y 12-5 respectivamente.

Mientras, los de High Plains, que antes del All-Star Weekend presumían de un balance de 32-26, tras el parón acumulan un 8-7. Insuficiente ante el galope desesperado que marcan sus rivales. El volcán ha despertado y ha cazado a los Nuggets en plena cabezada.

Los «que hubiera pasado si…» plantean debates muy traicioneros, por lo general absurdos y que no conducen a ninguna parte. Pero hay ocasiones en las que uno lleva el viento de cola, la camisa planchada, el flequillo en su sitio y la mitad del reino acuático improvisa, a alrededor tuyo y de la chica que te gusta, una coreografía del Cirque du Soleil, mientras un cangrejo dirige todo el tinglado a ritmo de Kiss the Girl.

Todo eso eran los Denver Nuggets a 8 de febrero. Con el viento de cola, el velamen desplegado y esta plantilla.

La plantilla «perfecta»

Un quinteto estupendo que cumple con las expectativas, sobresaliendo por encima de la mayoría de las alineaciones top del resto de franquicias. En el portal HoopsStats comprobamos que son el octavo mejor quinteto titular de la Liga en términos de Efficiency Recap Difference, con un margen positivo respecto a los titulares rivales de +7,6 puntos.

NBA Stats nos da otro dato interesante, solo que para ello debemos ampliar el sesgo hasta el Sexto Hombre. El quinteto formado por W.Barton, G.Harris, N.Jokic, P.Millsap, J.Murray, es la tercera combinación de toda las habidas en un parquet esta temporada que mejor NetRating acumula, con un +32; y eso que Mike Malone apenas ha podido explotar dicha alineación hasta el momento, debido a la baja de Millsap por su larga lesión de muñeca.

Ahora bien. Malone, que se permite inflar el buche, exultante, al referirnos a sus súper titulares, se escaquea fingiendo una llamada cuando hablamos del resto de su rotación. Rotación que, como vemos en el cuadro de arriba, no es de G League precisamente. Pero sucede que mientras el quinteto inicial suma el mencionado +7,6, los suplentes promedian un -4,6 cuando están en pista; el octavo peor banquillo de la Liga.

Eso, en otras franquicias punteras puede ser algo aceptable, ya que basan de antemano casi todo el éxito en sus titulares, buscando que su banquillo les penalice lo menos posible.

Es lo que sucede con Rockets (-7,2), Thunder (-10,7) o T-Wolves (-15,8). Pero si algo se lleva ensalzando de Denver en las preseasons de los últimos años, es precisamente que cuentan con uno de los mejores fondos de armario de toda la competición. Un plantel tan profundo como para lograr que los trasvases entre titulares y suplentes, pasen casi desapercibidos.

Sin embargo, el panorama que nos encontramos es el siguiente.

En esta tabla queda resumido lo dicho arriba. En azul claro los titulares, en rojo el sexto hombre, en negro el que ya no está, y encarcelado en amarillo chillón el fichaje estrella de este invierno en Colorado.

En el +/- de la temporada (puntos anotados – puntos recibidos en el tiempo que el jugador transcurre en cancha) muestra que la diferencia es casi de 180 grados entre titulares y suplentes, a excepción del «sexto titular», Will Barton, y el recién llegado, Devin Harris.

No obstante, mientras la mayor parte de los suplentes logran, más o menos, salvar el tipo con diferenciales no excesivamente negativos, (Plumlee -6, Lyles -3), Emmanuel Mudiay no se libra ni en vísperas del Día de Reyes. Demoledor -131 con él en cancha. Una preocupación menos que hoy ya corre a cuenta del Madison.

Así que de acuerdo. Pulgar arriba al traspaso de Mudiay y bienvenido sea Harris, quien a sus 35 años está cumpliendo por encima de lo esperado, promediando 8,3 puntos y 2,5 asistencias en 19,1 minutos. Pero en este punto, lanzo pregunta para quien la quiera.

¿Realmente era Devin Harris lo mejor -o cuando menos lo único- que podía conseguir Denver con todo el talento inútil que tiene pudriéndose en el banquillo?

‘No eres tú, soy yo’

En este punto debemos hacer una matización: el banquillo de los Nuggets es tan profundo como descompensado. Le sobra talento interior y le falta exterior. Algo que, sin embargo, choca radicalmente con el uso que Mike Malone hace de él y el sistema de juego que insiste en practicar. Explico esto.

A pesar de contar con una rotación en su frontcourt que no pocos equipos querrían para su pintura titular (Faried, Hernangómez, Plumlee, Lyles, Arthur), Malone apuesta por el, tan de moda, baloncesto teledirigido. Otro gruppie del triple.

Los Nuggets son el 9º equipo de la Liga que más apoya su juego sobre la línea de tres. El 35,7% de lo que lanzan proviene de esa distancia. Y tiene lógica después de todo, pues lo hacen con gran acierto. 36,9% de efectividad, empatados con los Pacers en séptimo lugar.

No obstante, poca de esta ventaja marginal debemos agradecérsela al elenco de suplentes. Mientras el Shot Chart del equipo muestra que su predilección por el triple es recompensaba a nivel global (especialmente desde la esquina izquierda)…

Gráfica de tiro, Denver Nuggets 2017/18

… no ocurre lo mismo cuando reducimos el espectro al aporte perimetral de los jugadores suplentes. El quinteto inicial de los Nuggets presume de la quinta mejor puntería de la Liga desde 7,25 (con un 38,8%, por detrás de Warriors, Celtics, Wizards y Blazers), pero la estadística se emborrona cuando entra en juego el resto de la rotación.

El banquillo de Denver  —que también tira lo suyo de tres (7,5 intentos por partido)—, posee el 19º porcentaje (34,6%) en triples lanzados, en comparación con las demás segundas y terceras unidades de la NBA. No es catastrófico, claro que no, pero sí una marca ostensiblemente mejorable.

Gráfica de tiro, Denver Nuggets (suplentes) 2017/18

Mike Malone goza de un privilegio que es pura rareza en la NBA actual. Un juego interior tan válido y versátil que le da la opción, casi en exclusiva, de poder voltear la pizarra e invertir su fórmula de ataque como nadie este año.

No hay buenas pinturas suplentes. No con el dinamismo del roster de Denver. Plumlee, Faried, Lyles, Hernangómez, Arthur… big men de un perfil tan distinto y opuesto que el abanico de variantes que ponen al servicio de su entrenador, es tan amplio como casi el desuso que hace éste de ellas.

Vamos con una escueta tabla sobre los susodichos. Sobre los “no indiscutibles”. Es decir, excluimos a Nikola Jokic (2.057 minutos este curso) y a Paul Millsap.

JugadorMinutosPick/DraftEdadA destacar
Mason Plumlee1.32122º/201328Mejor quinteto de rookies de la NBA. Internacional con USA.
Trey Lyles1.29312º/201522Joven. 10,4 puntos en 19,9 minutos este curso.
Kenneth Faried46122º/201128Mejor quinteto de rookies de la NBA. MVP del Rising Stars Challenge. Quinteto Ideal de la Copa del Mundo FIBA(2014)
Juan Hernangomez25115º/201622Mejor Jugador Joven de la Liga ACB (2016). 27 puntos ante los Warriors el año pasado.
Darrell Arthur14127º/200829Ocho años de experiencia NBA. Salario asequible (7,4 M).
Tyler Lydon224º/201721Lesionado. Toda la carrera por delante.

¿Qué característica cumplen todos y cada uno de los PF/C de la tabla?

Que absolutamente todos han sido primera ronda del Draft. Con sus claros y oscuros, con sus picos y valles, los seis —se acepta hoja de quejas y reclamaciones con Darrell Arthur— perfectamente válidos para cualquier plantilla NBA necesitada de rotación interior.

El entrenador jefe

Bien. Pasamos al último punto del análisis. El head coach.

En mi opinión, un buen head coach es como un insecto. El símil es menos repugnante de lo que parece.

Los insectos fueron la primera clase animal colonizadora de tierra firme hace aproximadamente 400 millones de años. Desde entonces, han visto extinguirse a su paso a cientos de miles de familias, géneros y otras especies animales, mientras ellos no han parado de multiplicarse.

El secreto de su éxito reside en su tremenda capacidad de adaptación al medio. Ello les ha permitido colonizar desde los Polos hasta el Ecuador, alimentándose de casi cualquier sustancia y acondicionando su cuerpo a todo tipo de climas. Una estructura corporal dirigida a una sola cosa: la supervivencia. Así me gustan a mí los entrenadores. Amoldables como un flubber.

Siempre me he declarado antimourinhista confeso. Jamás he entendido como se puede comulgar con esa clase de entrenadores que tiene entre ceja y ceja el tipo fútbol que piensa desplegar, antes siquiera de conocer el nombre de los jugadores que tendrá a su cargo. Es como si Renée Zellweger, en su primera reunión con Sharon Maguire, le dijera que sus planes pasan por pillar un cuerpo de modelo de Victoria Secret, importándole tres rábanos que su próximo papel a interpretar sea el de Bridget Jones.

Lo mismo me pasa con el baloncesto.

Por eso me resulta difícil admirar a aquellos que se empecinaron en el pasado en el run&gun con un Kobe de 36 años, un Pau de 34 y un Nash de 40. O respetar a los que, teniendo a George, Melo y Adams, callan mientras el cuarto en discordia —Westbrook— se planta como el tercer jugador con mayor usage percentage de toda la Liga.

El contra caso

Un buen ejemplo de todo lo contrario a esto es Steve Kerr y sus Golden State Warriors de esta temporada.

Uno tiende a pensar que lo tienen todo hecho antes de empezar. Que si Kerr y todo el cuerpo técnico se esfumaran un mes de retiro a las Bahamas, nadie lo notaría. Que estos tíos juegan de carrerilla; que realmente son los jugadores los que mandan en los tiempos muertos, los que dibujan las jugadas en la pizarra y los que le dicen a Kerr por las mañanas qué camisa es la que mejor combina con su pantalón.

El dato, no hay otro tan bipolar en la liga, es éste. Por un lado, lo que ocurre cuando Kerr alinea a sus titulares.

Más allá del abuso concienzudo de Houston y el ‘a ver qué pasa’ de Brooklyn, Kerr edifica, con toda lógica, el baloncesto de su quinteto inicial bajo la predominancia del triple, con un 39,7% de todos sus tiros cañoneándose desde esa distancia. Los Splash Brothers + Kevin Durant, dan pie a ello.

Pero cuando la tónica va de suplentes, ¿con qué nos encontramos?

Pues nos encontramos con que los de Oakland han dado un bandazo en su esquema ofensivo y, de repente, el triple se ha convertido en un recurso casi irrelevante y trivial; Un lánguido 23%. El conjunto «no titular» que menos lo utiliza de toda la liga.

Esto no pasa con los Nuggets de Mike Malone. Como vimos en las tripas del artículo, el equipo al completo descarga un 35,7% de su juego ofensivo sobre el triple; pero en este caso, la diferencia en el peso que le dan a éste titulares (36%) y suplentes (35,1%), es nimia. ±0,9. No computa.

Conclusiones

Por lo tanto, llegados a este punto, ya podemos resumir algunas afirmaciones, a modo de premisas, que no desembocan, por desgracia, en el presente ideal.

  • P1: Los Nuggets tienen una rotación de frontcourt de calidad.
  • P2: Mike Malone tiene altamente infrautilizado su frontcourt suplente.
  • P3: Mike Malone vuelca más de un tercio del juego ofensivo, ya sea con titulares (36%) o suplentes (35,1%), sobre el triple.
  • P4: Los titulares de Denver tiran de tres bastante mejor (38,8%) que sus hombres de banquillo (34,6%).
  • C’: Big men sin apenas impacto en los actuales Nuggets (Faried, Hernangómez) invitan a deducir que desde la gerencia se habría podido lograr, en el mercado invernal, un intercambio por un (o incluso dos) buenos jugadores de perímetro, con perfil tirador y más del agrado de su técnico.

No obstante, ninguna de las cuatro premisas iniciales condujo a ejecutar el movimiento final. El único traspasado fue Mudiay, y el inmovilismo nos regala el siguiente panorama.

Subrayados en rojo, la flamante rotación exterior de Mike Malone. Observad y decidme qué veis. Yo veo exjugadores, guards imberbes sin la suficiente experiencia, y palos de ciego a la G League.

Hay razones para creer que Torrey Craig (férreo defensor) y Malik Beasley (ágil anotador) tienen hueco en la Liga. Pero éste no es el backcourt suplente que un equipo que se está dejando la vida por los playoffs, quiere. Necesita.

La suerte está echada

Los Nuggets esperan como agua de mayo la llegada del lunes, fecha en la que Rotoworld ha fijado la vuelta de Gary Harris, su líder este año más allá de la pintura. En su ausencia, ha sido la suerte aposicional de Wilson Chandler lo que ha asegurado mantener un quinteto de garantías.

En febrero, sus adversarios realizaron sus apuestas y tiraron los dados.

Utah Jazz renunció al poder anotador de Rodney Hood a cambio de añadir más triple y defensa con el traspaso de Jae Crowder.

Los Clippers se jugaron el todo por el todo, y traspasaron a Blake Griffin a cambio de dos de los mejores titulares con que contaba Detroit.

Y los New Orleans Pelicans van de milagro en milagro. En lugar de desmantelar el equipo tras perder a DeMarcus Cousins para toda la temporada, se recompusieron con inusitada fiereza y aguantan en la pelea con lo que tienen.

¿Y los Nuggets? ¿Timoratos? ¿Culpables por omisión?

Reconozco que me produce cierto alivio publicar esto un día después de que los Jazz cayeran en San Antonio y Denver se impusiera a un conjunto puntero como son los Wizards. Afloja un poco la mordedura del oportunismo.

Puede que el conjunto de las Rocky Mountains se clasifique para playoffs. Puede que no. Después de todo solo son novenos, a partido y medio de los Jazz. Aunque su calendario no es tan halagüeño como cabría soñar (Nueve partidos: ocho ante equipos de playoffs + uno ante los Clippers, conjunto ante el que sufren un balance de 0-2 este año).

Pero se me ocurre que si los planes no saliesen en Denver según lo trazado, y el 12 de abril coincidiera, por un casual, en la cola de un Starbucks con Arturas Karnisovas, su general manager, probablemente cruzaríamos unas palabras al estilo Bruce Wayne y Alfred Pennyworth en el Caballero Oscuro.

* Hoy (querido desconocido) me puedes decir: ‘Se lo dije’.
– Hoy no quiero hacerlo… pero mire que se lo dije.

*Datos obtenidos de NBA Stats, ESPN Stats, HoopsStats, Basketball-Reference, Spotrac, Fox Sports y StatMuse.

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