De la desilusión al éxito. Del caos al campeonato, una vez más. Los Angeles Lakers han regresado a la cima de la NBA en una de las temporadas más singulares, exigentes y complicadas en la historia del baloncesto.
En volandas sobre el talento atemporal de un LeBron James excelso a sus casi 36 años de edad, los Lakers han conquistado el 17º anillo de su historia. Un título que les permite igualar a sus archienemigos los Celtics en el palmarés, gesta que habían perseguido durante décadas.
Para James, su cuarto anillo de campeón supone la recompensa a una dura temporada en la que se ha reafirmado como el mejor y más determinante jugador de la NBA. Sus palabras tras levantar el Trofeo Larry O’Brien recogían toda la rabia y frustración que había acumulado hasta entonces. “Solo quiere un maldito respeto.” Para Anthony Davis también sirvió como liberación. Pero una distinta. La de un jugador llamado a dominar la liga que saborea, por primera vez, las mieles del éxito.