“Veo a un tipo contra el que no apostaría. Tiene demasiado corazón, empuje y firmeza como para fallar.” Un ejecutivo anónimo de la Conferencia Este definió así a Payton Pritchard en una pieza para The Oregonian firmada por el periodista John Canzano a finales de enero de 2020.
La pandemia por el COVID-19 todavía no había paralizado el mundo del deporte y la trayectoria del base de los Ducks invitaba a confiar sin demasiado recelo en sus habilidades y su facilidad para atraer el éxito. Todos los galardones con los que cerró su ciclo universitario en Oregon –Premio Bob Cousy, Premio Lute Olson, integrante del All-American First Team y Jugador del Año de la Pac-12– no son más que el resultado natural de una férrea ética de trabajo que le sirvió para pulir sus propias carencias y debilidades.