Pues no, la culpa no era de Carmelo Anthony

Hace casi un mes que Carmelo Anthony no aparece por la rotación de los Rockets, a los que llegaba este verano desde los Hawks, que lo habían cortado casi de inmediato tras recibirlo traspasado desde OKC. Precisamente contra los Thunder, Melo jugó sus últimos minutos en su corta y estancia en Houston. Tras ese partido, los de Mike D’Antoni, derrotados y con Anthony en un lastimoso 1/11 en tiros de campo, se colocaban en un balance pésimo de 4-6.

Luego llegó el fin de los días de Carmelo en Texas, oficialmente miembro todavía de la franquicia, pero sin participar en la rutina, fuera de la dinámica de los Rockets. Al haber firmado un contrato nuevo este verano con Houston, donde percibe el mínimo de veterano (2,4 millones), Carmelo no puede ser traspasado hasta mediados de diciembre a otro plantel. Sí puede ser despedido y bien reclamado desde waivers por otra franquicia o bien firmar un nuevo acuerdo como agente libre. Pero no traspasado.

Carmelo no era el culpable

Y mientras que se resuelve dónde irá Carmelo, qué sucederá con él, si saldrá traspasado o si será cortado, y mientras que el propio anotador sigue en nómina de Houston, hay una verdad patente: Carmelo Anthony no era el culpable de los males de Houston. Al menos no el único culpable

Ahora Mike D’Antoni, tras la cuarta derrota seguida de los Rockets, que caminan 9-11, penúltimos del Oeste, se queja de que no tiene profundidad de banquillo. Los pormenores de lo que sucediera con Anthony en su escaso par de meses en la disciplina de los texanos quizá los sepamos algún día, pero lo cierto es que Houston marcha sin Melo como marchaba con él: mal. ¿No tienes rotación y prescindes de uno de los mejores anotadores de este siglo?

Anthony celebró 10 partidos, para unas medias de 13,4 puntos. Tuvo noches caóticas, aunque en tres duelos se fue por encima de los 20 puntos, con el tope de la temporada para él de 28 unidades frente a Brooklyn. Sí, atrás sufre muchísimo y resta más, el baloncesto actual parece que ha adelantado al excelso anotador por la derecha, y Carmelo está lejos, lejísimos de parecerse al que fue. De su mano y de su cabeza depende quizá su nuevo destino y su capacidad de adaptación a la nueva era de la NBA que, al menos a nivel deportivo, no ha demostrado tener. Ok a todo.

Pero sin embargo, el balance de 5-5 de Houston sin el peor Carmelo de su carrera enseña una realidad: los problemas de Houston eran otros y más importantes. Melo era un asunto de mediana importancia que, dadas sus prestaciones baloncestísticas actuales, restó muchísimo en el contexto en el que se encontraban los Rockets. Porque posiblemente el dedo hay que ponerlo en el coladero atrás, en las consabidas marchas de Trevor Ariza y de Luc Mbah a Moute, cuyo vacío ha dejado mucho hueco; en las lesiones, de James Harden, de Chris Paul, de Gerald Green, de Nene Hilario, quien quizá pudiera dar reposo de calidad a Clint Capela; en definitiva, salidas y entradas en la rotación que impiden a los Rockets rodar completamente, que obligan a que llamen a jugadores de la G League, a otorgar minutos a novatos como Gary Clark, a ajustar conceptos, encontrar el juego, perdido todavía a las puertas del mes de diciembre.

La situación de Houston ha pasado de ser transitoria fruto de un discreto arranque de temporada a preocupante.  Y de todo eso no tiene la culpa Carmelo, y ahora que no juega, menos. Por mucho que sea el peor Carmelo que hayamos podido ver. Al de Queens, quizá por odios absurdos tan de moda hoy día, se le han cargado culpas que no le correspondían.

(Fotografía de portada: Scott Cunningham/Getty Images)


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