Sin James Harden a su lado, Tyrese Maxey se está destapando como una verdadera estrella de la NBA a una velocidad de vértigo. Y con él, los 76ers se están confirmando como un rival mucho más peligroso de lo que cualquiera podía esperar tras una pretemporada plagada de rumores y de inestabilidad.
El cuadro de Pensilvania ha sumado esta madrugada su octava victoria consecutiva al derrotar a Indiana por 137-126, resultado que, combinado con la derrota de los Nuggets en Houston, les coloca líderes de la NBA. Y resultado que ha llegado de la mano de un inconmensurable Tyrese Maxey, que con 50 puntos ha puesto el colofón a un inicio de temporada que está sobrepasando las expectativas de los más optimistas. Y que tal vez haya marcado un punto de inflexión en su carrera y en la forma en que se le percibe como jugador.
El base solo necesitó tres viajes a la línea de tiros libres para llegar a los 50; su velocidad y su acierto exterior hicieron el resto. La primera le permitió castigar la pintura casi sin oposición, pues ya sea en transición o en estático hay momentos en los que es imposible para la defensa mantenerse delante de él y evitar que, con una bandeja o con un floater en los que es increíblemente preciso, vaya sumando una y otra vez. El segundo le permitió combinar esa explosividad en la arrancada con un 7/11 en triples que obliga a la defensa a elegir su propio veneno. Le das un metro para que anote de fuera o te pegas para que te deje atrás en cuestión de décimas de segundo. No hay otra.
Fue tal la exhibición de Tyrese que es posible que Joel Embiid haya firmado los 37 puntos, 13 rebotes y 7 asistencias más silenciosos de todos los tiempos. Y es que el pívot camerunés no quiso perder la oportunidad de sumarse a la fiesta, y de hecho fue fundamental que lo hiciera porque los Pacerse se negaban a dejarse ir y el resto del equipo, salvo Tobias Harris con 18 tantos, no estuvo precisamente fino en ataque. Pero esta era la noche de Maxey, que cuando los Pacers amenazaban con robar el triunfo llevó su noche a otro nivel anotando 16 puntos en el último cuarto y convirtiendo un duelo apretado en una victoria cómoda para los de Nurse.
La montaña rusa de Indiana
Si algún día se aburren, pongan un partido de los Pacers. Y disfruten. Es muy probable que vean a un jugador rival firmar números impresionantes, grandes parciales hacia un lado y hacia otro, altos marcadores, lluvia de triples y un juego veloz orquestado por un Tyrese Haliburton en estado de gracia. Hoy les faltó la victoria. Pero a este equipo se le ven virtudes por todos lados.
También aspectos en los que está muy verde, pero es más fácil imaginarlos corrigiendo estos que perdiendo las características que los hacen tan especiales. Esta madrugada llegaron a remontar una desventaja de 19 puntos y poner en alerta al Wells Fargo Center cuando tomaron la delantera en el cuarto periodo, y aunque eso no sirvió sino para encender aun más a un Maxey para el que no tuvieron respuesta, reflejó también el hambre y el carácter de una plantilla joven y que ilusiona.
No puede no hacerlo teniendo a un Haliburton que se fue hasta los 25 tantos y 17 asistencias y que se sigue consagrando como un generador de juego de primerísimo nivel. Indiana encajó un parcial de -15 en los 12 minutos en los que descansó, pero con él son un verdadero torbellino de baloncesto que empieza ya a ser un problema para el resto de la liga. No valió para ganar en Philadelphia, pero el rumbo parece claro y el viaje ilusiona. Tiempo al tiempo.
(Fotografía de portada: Tim Nwachukwu/Getty Images)