Crawford, decicido a ganar sin tomar el camino fácil

17 años corriendo, pasando bloqueos, sudando y anotando sobre las pistas de la NBA no han hecho que Jamal Crawford, tres veces elegido mejor sexto hombre, haya perdido un ápice del hambre y competitividad con los que arribó a la liga estadounidense allá por el año 2000. Ahora, tras salir traspasado de Los Ángeles Clippers hacia Atlanta Hawks y ser liberado por éstos, inicia una nueva etapa en Minnesota, lugar elegido para continuar su carrera por encima de otros como Cleveland o Washington.

«Washington es un equipo al alza. Casi firmo con ellos el pasado verano. Cleveland ha sido el mejor equipo del Este en los últimos años y tienen a LeBron James y Kyrie Irving. Solo por lo buenos que son ya despiertan interés. Minnesota tiene un papel perfecto para mí y además está Thibs. Siempre he sido su fan, incluso en Chicago. En un primer momento ves que tienen a Andrew Wiggins y Karl-Anthony Towns, luego que se hacen con Jimmy Butler. Y se suman Taj Gibson y Jeff Teague. Ves que se han puesto serios. Una vez que tomé la decisión me sentí muy bien con ella», señala a HoopsHype antes de explicar qué le hizo descartar a los Cavaliers.

«La incertidumbre con Irving no pesó en mi decisión. Escuchas cosas, pero realmente es algo en lo que ni siquiera pensé. Ellos ya han estado allí (Finales). Quería ir a un equipo que no haya pasado por eso y en el que todos lo experimentemos juntos por primera vez. La primera vez que ganas una serie, la primera vez que te rompen el corazón por no alcanzar la meta… Algunos hemos pasado por eso, pero no el grupo. Quería experimentar el éxito con este grupo y espero pasar aquí el resto de mi carrera».

Crawford quiere estar y ganar en Minnesota. Sabe, tal y como se ha movido la liga en estos últimos años, que para colocarse el anillo hubiese sido más sencillo ir quizás a otro equipo (todos pensarán en Cleveland o Golden State). Sin embargo, su ideario de baloncesto, ese que ha mantenido desde su etapa de formación, le conduce a buscar el éxito enfrentándose a los mejores.

«No es así como me crié. Cuando estaba en el instituto había grandes equipos y siempre pensaba: ‘Quiero ir a por ellos y ganarles’. No culpo a los jugadores que hacen eso por lograr el anillo. Todos jugamos por eso, por un campeonato. Si sienten que es la mejor manera de lograrlo, pues que así sea. Lo entiendo, pero personalmente prefiero hacerlo de esta manera y si no funciona, pues no funciona. No les culpo ni juzgo, solo quiero conseguirlo de una manera que se sienta algo mejor».

La influencia de Thibs

Crawford es un wolve y no solo por el reto que ello supone en un equipo en pleno crecimiento, sino porque en el banquillo, a los mandos, se encuentra alguien a quien realmente admira: Tom Thibodeau. «Quiere que anote, que inicie jugadas, que guíe, que defienda, que ayude a ganar partidos. Todo con Thibs va sobre ganar. Siempre está viendo vídeos y cosas que mejorar. Es un enganchado al baloncesto. La gente dice que es un entrenador duro, y lo es, pero es justo y quiere que mejores. Si dejas que te entrenen así y permites que te lleven al límite, crecerás. Me gusta eso. No tengo miedo a eso. Es una de las razones principales por las que vine a Minnesota. Quiero dejar la zona de confort e ir al límite».

Sorprendido y apenado

Sin duda Crawford está ilusionado con la nueva etapa que inicia en Minneapolis. No obstante, no por ello esconde que sus últimos días en California, sobre todo tras firmar por tres temporadas en 2016, no era lo que esperaba. «Si miras antes de mi traspaso, la salida de Chris Paul también me sorprendió. Me di cuenta de que no iba a jugar más con él y fue uno de los principales motivos por los que vine. Y de pronto, J.J. Redick tampoco volvía. Yo seguía siendo un clipper y lo estaba digiriendo todo. Pensé: ‘Este año va a ser diferente’. Luego fui un par de días a Los Ángeles para convencer a Blake Griffin de que se quedase. Tras dos días, empecé a oir rumores sobre un traspaso. Me sorprendió porque no había oído nada antes en esa línea. Sabíamos que había muchos agentes libres y que las cosas podían cambiar, pero no pensamos que se llegaría a esta magnitud».

Lo que no puede obviar este excelso tirador es que hasta hace semanas tenía una vida que ha cambiado por completo, no a nivel personal, sino profesional. Por ello, no puede encarar este giro de 180 grados sin sentir cierta nostalgia ante lo que entendía como su hogar en la NBA. «Es el sitio en el que he estado más tiempo durante mi carrera NBA. Para mí era una especie de hogar. Al firmar tres años el pasado verano pensé cosas como: ‘Si estás aquí ocho o nueve años y tienes mucho éxito, es posible que mi camiseta sea retirada’. Era mi casa. Te quedas en shock, enojado, molesto, herido… También piensas en cómo explicárselo a la familia. Piensas en los niños, en cambiar de escuela, en sus amigos… Yo puedo jugar en cualquier parte, mi parte es la más sencilla. Pero estoy emocionado por jugar para Minnesota, con Tom Thibodeau y con el futuro del equipo».

Listo para el desafío

Dejando atrás todo lo que supuso verse de pronto fuera de la que ha sido su casa durante cinco años, Crawford está seguro de que ha llegado el momento de que las cosas cambien en Minnesota, donde llevan trece largos cursos sin alcanzar la postemporada. «Creo que podemos ser uno de los mejores equipos del Oeste. Obviamente tenemos que demostrarlo y sabemos que ha pasado mucho tiempo desde que estuvieron por última vez en playoffs. Sabemos que tenemos mucho por hacer y que no será un camino fácil tal y como está el Oeste. En cualquier caso, estamos encantados por iniciar este viaje», finaliza.


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