¿Acertó Durant al decir ‘no’ al trueque Simmons-Irving?

Fue la enésima liebre que vimos saltar en forma de posible salida de Ben Simmons de Philadelphia, pero esta fue interceptada mucho antes de siquiera poder acercarse a la madriguera. El galgo, Kevin Durant.

Stephen A. Smith filtró para ESPN que las oficinas de 76ers y Nets establecieron una sinapsis con fines simbióticos. O menos pedante: que a unos les gustaba Kyrie y a otros les hacía tilín Simmons. Y que el intercambio de cromos podría ser un hecho ya a día de hoy si el mejor jugador de New York (y para algunos, del planeta), no se hubiera interpuesto y ninguneado unilateralmente la operación.

Cuando Kevin Durant llegó al barrio, sabía que lo hacía ya con su amigo Irving bajo el brazo, pues éste se había comprometido (de palabra) el primero. Casi de inmediato se unió Kev, y tras él han ido cayendo por goteo las demás superestrellas, tanto vigentes (James Harden) como crepusculares (Griffin, Aldridge, Millsap…).

Filosofía Sun Tzu: la mejor defensa, un tremendo ataque

En Brooklyn tienen un proyecto extremadamente potente para esta temporada 2021-22, y como en la campaña anterior, sin lesiones y a pesar de los diversos movimientos del mercado, no hay nadie que escape a su sombra. El Big Three que ha logrado reunir Sean Marks –Irving, Durant y Harden– puede ser, en términos ofensivos, el de mayor arsenal puro de toda la historia, sólo quizás aguantando la comparativa el de los Warriors que colocó al propio Durántula junto a los hermanos Splash (debate avivado por Max Kellerman y el propio Stephen A. Smith durante el pasado invierno).

En el rato largo que pudimos disfrutarlos jugando al unísono en regular season, el tridente a la batuta de Steve Nash mostró un sabroso trailer de lo que es capaz, por lo que a una mayor continuidad y los ajustes derivados que a esta acompañen, nos hace intuir, sobre el papel, unos Nets de auténtica dinamita y casi imparables aún por las otras grandes potencias (Lakers, Bucks, Warriors, Suns, Heat o Nuggets) de la competición.

El aumento del pace, la ausencia total de pudor desde el triple y la escasa empatía arbitral con las defensas, empujan a datos tan locos como éste: los Nets de 2020-21 son el mejor equipo en offensive rating de toda la historia, con 118,3 puntos. Guay. Chachi. Pero el récord se suaviza de inmediato al ver que las seis mejores marcas siguientes también son de esta pasada campaña, en manos de Blazers (117,8), Jazz y Clippers (117,6), Suns y Bucks (117,2) y Nuggets (117,1).

Este Off.Rt (el cual varia ligeramente según el portal consultado o si aparece o no como ‘ajustado’), se eleva a los 122,4 en los 186 minutos que el trío calavera estuvo compartiendo pista. Una muestra muy pequeña pero un indicio puede que no alejado de lo que, con más tiempo y química sobre el parquet, podrían llegar a hacer: de momento, para abrir boca, firmar un ataque un 5% más letal que el segundo mejor de todos los tiempos.

Ahora bien, ¿es su fuerza ofensiva argumento suficiente para alzarse con el título de campeón? Pues el historial de lesiones no es cosa menor en este trío de superestrellas. Y aquí, como veremos en breves, entra Ben Simmons.

La salud del Big Three

KD7 venía de estar en blanco la temporada 2019-20 para regresar en estado de gracia en la 20-21 y firmar unos playoffs en solitario que hizo que una de las lesiones más graves en un jugador de su estatura (rotura de tendón de Aquiles) aparentase un ligero calambre en la cama al despertar. Sin embargo, nunca hay que bajar la guardia, y menos cuando hablamos del jugador más determinante e indefendible de la plantilla.

James Harden, que había sido un todoterreno tanto en sus años de sexto hombre en OKC como de jugador franquicia en Houston, disputándolo prácticamente todo y con una carga de minutos que ni patronal sin sindicato, veía como su cuerpo decía ‘basta’ en su llegada a NY. El primer jaque llegaba en temporada regular, con problemas musculares en su pierna derecha, y tras más de un mes de baja, esa misma pierna (y otra vez en el tendón de la corva) le volvía a dejar seco a los 43 segundos de ingresar en su primer partido de playoffs frente a Milwaukee, suponiendo un revés mortal en las aspiraciones de anillo de Brooklyn. Pues ni él ni Irving estaban para ayudar al titán desguarnecido, Kevin Durant.

En cuanto a Irving, a sus constantes ausencias a lo largo de su carrera –fruto de su juego agresivo (machacándole sobre todo los hombros) y unos tobillos que no son de gomaespuma– se han ido sumando últimamente y cada vez con más asiduidad otras que nada tienen que ver con el plano óseo o muscular. Estas son de carácter personal, mental y reivindicativo. Sus cruzadas sociales han hecho que este año se haya ausentado de las canchas en más de una ocasión, algo que no ha debido gustar en absoluto en el seno de la cúpula directiva que viene de hacer la apuesta del siglo como para que una de sus vacas sagradas la rebaje a categoría subprime.

En todo caso, con los tres sanos y en bangarang, los Nets son lo que son: un equipazo que luce en ataque mucho más de lo que desluce en defensa… ¿o no?

Como podemos ver en esta gráfica del Wall Street Journal, al mejor ataque (de largo) le acompañó una defensa frágil y a tope de grietas. Nuevamente la muestra vuelve a pecar de insuficiente, y de hecho conforme avanzaron los partidos, la mejora en esta faceta fue tangible. De hecho, poco de esto debería importar, pues donde las defensas cobran realmente peso y pueden ser objeto de juicio es en postemporada. Ahí, los Nets, aún mermados de estrellas, no fueron la excepción, y pringaron atrás como no habían pringado el resto de regular season. De recibir más de 113 puntos (9º peor defensa liguera) a corregirse hasta rondar los 109 en las dos rondas de playoffs que disputaron.

Lo que viene: hipotéticos

Pero ahora pongamos un escenario plausible-pesimista. Que una de las tres estrellas, cae. No importa cual, pues las tres cuentan con un despliegue ofensivo similar (Irving ligeramente por debajo). ¿Seguiría siendo la plantilla de Steve Nash lo suficientemente diferencial en ataque, con sólo dos de sus All-NBA sobre la madera, para compensar sus mediocridades atrás? La respuesta es clara si quien se lesiona es Kevin Durant, baluarte defensivo del equipo cuando se viste con el mono de trabajo. No.

Irving y Harden, aún con el buen elenco de secundarios que hay en Brooklyn, apuntan a quedarse cortos ante algunos de los otros megaproyectos que pueblan el circuito si perdiesen a KD.

Pero bueno, volviendo al rebus sic stantibus –sin males físicos y manteniendo a Kyrie alejado de Miguel Bosé–, la otra pregunta legítima para el caso es si existe en la NBA algún antídoto defensivo para parar a estas tres bestias en buen estado de forma.

Parece que sólo conjuntos como Heat, 76ers o Milwaukee podrían tener algo que decir en el Este, y Lakers, Jazz, Suns (y quizás Warriors si vuelve el mejor Klay-two-way) en el Oeste. No obstante, de hallar la manera de ralentizar su ataque o reducir su eficiencia, hacer sangre en su retaguardia e inclinar la balanza a su favor, no parece tan complicado, pues ni en defensa zonal, ni al hombre, ni en cuanto a perfiles rim protector, puede presumir el vestuario de Brooklyn de estar bien avituallado.

¿Qué habría supuesto Ben?

Y aquí, el traspaso de Ben Simmons, podría haber supuesto la cuadratura del círculo, trayendo el equilibrio a la plantilla sin la marabunta de ajustes que se le viene encima a Steve Nash, según el tipo y la entidad del rival.

Simmons –pongamos que no ha mejorado en nada su lanzamiento desde el triple ni en mid-range en verano– es juventud, es IQ, es defensa al hombre, es inmunidad al mismatch, es versatilidad interior y es finalización junto al aro. Todo esto, insistimos, sin mejora alguna respecto a lo visto en Philly ni hambre alguna de adaptación.

Obviamente, en pólvora exterior y talento creativo en el 1vs1, él e Irving son la noche y el día. Pero el quid de la cuestión residiría aquí en discutir si el arsenal ofensivo de Brooklyn sin Irving (pero con Durant, Harden, Harris, Millsap, Griffin, Mills, Aldridge, Claxton, Brown, Bembry y el febril anotador recién llegado del draft, Cam Thomas) agradece más un extra de ‘punch’ (con Irving), en lugar de un contrapeso que les haga la vida atrás más apacible.

Después de todo, la temporada recupera la normalidad este curso y el calendario vuelve a sus 82 encuentros de rigor, a lo que sumar, por descontado, los playoffs en el caso de los Nets. Unos Nets con la quinta plantilla «más veterana» de la liga, con una media de 27,8 años, pero cuyo quinteto titular al completo (de apostar Nash por incluir a Griffin de falso ‘5’) superará los 30 años de edad al momento de dar el pistoletazo a las eliminatorias.

Ben Simmons es, con diferencia, el jugador que más rebotes ofensivos captura de la NBA entre todos los bases y escoltas (datos de teamrankings); justo una de las facetas donde más han sufrido los Nets. También en robos, donde viene de concluir con la octava mejor marca de la NBA (1,54), mientras en Brooklyn, como conjunto, clasificaron 27º la pasada campaña (lineups.com). De igual modo, rankearon los 22º en cuanto a triples permitidos, cuando el todavía point-guard de los 76ers es de los mejores a la hora de limitar los porcentajes de acierto de sus rivales cuando es él quien los encima, con un Diff% (Percentage Points Different) de -5 puntos, mientras Irving viene de manejar un +0.1.

El ‘feeling

Por supuesto, todo esto son sólo fríos datos. Números a toro pasado y sin opción de conocer su alcance o impacto real de sumarlos al conjunto y al contexto en el largo plazo. La realidad es que Simmons parece que se queda e Irving (cuya relación personal con Durant es sensacional desde hace tiempo, y eso es un intangible de valor incalculable) no se va a marchar a ninguna parte.

La apuesta de Marks es clara. Todo al negro. Y el negro, por si hay alguna duda, es el equivalente al ataque. A un extraordinario ataque.

(Fotografía de portada de Mitchell Leff/Getty Images)


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