El ’15’ de Carmelo (y Jokic) en Denver: una fácil solución

Una docena de leyendas NBA pueden presumir de tener su dorsal retirado no sólo en uno, sino en dos de los equipos en los que han militado. Son Pete Maravich, Nate Thurmond, Bob Lanier, Charles Barkley, Earl Monroe, Clyde Drexler, Oscar Robertson, Moses Malone, Julius Erving, Wilt Chamberlain, Kareem Abdul-Jabbar y Dikembe Mutombo.

Tan sólo hay uno alcanza la cifra del tres: Wilt Chamberlain (Warriors, 76ers y Lakers). Pero la soledad de ‘The Big Dipper’ tiene los días contados, ya que muy pronto pasará a estar acompañado por Shaquille O’Neal, quien el próximo 13 de febrero verá como los Orlando Magic blindan su ’32’, siguiendo los pasos que Heat y Lakers dieron anteriormente en sus pabellones.

Tenemos luego dos casos muy singulares en las figuras de Michael Jordan y Pete Maravich, quienes disfrutan de un honor especial: lograr que franquicias en las que nunca jugaron optasen también, como símbolo de respeto, por excluir sus dorsales de su propio catálogo. Así, Jordan vio como los Heat «prohibían» su ’23’, mientras que Maravich, a su doblete de Hawks (44) y Jazz (7), suma el caso de los New Orleans Pelicans (otrora New Orleans Jazz, de ahí el gesto), donde tampoco nadie puede pedir el ‘7’ en su camiseta.

El caso de Kobe Bryant tampoco tiene parangón. Dos dorsales distintos en una misma franquicia. Pero es que tanto su ‘8’ y ’24’ por separado fueron más que suficientes para ondear con derecho propio y de manera independiente en la cúpula del Staples.

Por último tenemos un caso aún más único. Desde 2022, hay un dorsal que está en extinción. Es el número 6. Sólo Alex Caruso, Jordan McLaughlin y Quentin Grimes lucen este dígito a día de hoy y nadie más podrá hacerlo después de ellos. Es el modo sin precedentes que tuvo la Liga de homenajear al señor de los anillos, Bill Russell, y el número con el que apabulló durante 13 temporadas en las que ganó 11 títulos de campeón. Sólo los jugadores que lo usaban al momento de tomar esta decisión podrían seguir utilizándolo hasta que optasen por dejar de hacerlo. De los dieciséis de entonces, ya sólo quedan tres.


El dolor de Melo

Cómo vemos, en temática de homenajes la NBA es bastante laxa en cuanto a lo que se puede y no se puede hacer, y es que no existe ningún camisetómetro que nos diga qué dorsales se pueden quitar y dónde, y cuáles no. Un barómetro del éxito de lo más vivo y adaptable a las circunstancias de cada tiempo. Es por eso que quizás, los demonios de Carmelo Anthony (respecto de los Nuggets ‘entregando’ su dorsal número 15 a Nikola Jokic sin haberlo éste pedido) terminen estando de más.

Hace ya unos cuantos años que Melo, más sincero que humilde, confesó lo que piensa, y lo que piensa es que ha hecho méritos más que suficientes para que su elástica termine en el cielo del Ball Arena (o como diablos se llame dentro de unos años) junto a las de Alex English, Fat Lever, David Thompson, Byron Beck, Dan Issel y Dikembe Mutombo.

Pero la cruel ironía ha querido que lo que en su momento –siempre según el instinto hobbesiano de Anthony– fue un acto de desdén, dando su dorsal a un jugador escogido en segunda ronda del draft, termine convirtiéndose en una pesadilla aún más terrorífica para su ego: ver su dorsal colgando en Colorado, sí, pero bajo distinto nombre.

No hay color

Porque puestos a elegir, entre las siete temporadas y media en los Nuggets de Carmelo y las ocho y pico de Jokic (de retirarse el pívot mañana mismo), da igual el ángulo, categoría o enfoque que elijamos: el baño del balcánico es total.

Stats Carmelo vs Jokic en Denver Nuggets

  • Carmelo Anthony 2003-10 (564 partidos): 25,6 puntos, 7,6 rebotes, 2,8 asistencias y 54,7% de True Shooting en 35,5 minutos.
  • Nikola Jokic 2015-24 (635 partidos): 20,6 puntos, 10,6 rebotes, 6,8 asistencias y 63,3% de True Shooting en 30,9 minutos.

Entrar en aspectos avanzados como el Win Share o el Value Over Replacement termina de cuajo con todo rastro de forofismo. No es que el impacto del alero fuese escaso, que no lo era, todo lo contrario. Es que Nikola Jokic, aún muy bien rodeado (ambos han dispuesto de plantillas más que equilibradas a su alrededor), es demoledor y monopolístico en el mejor de los sentidos. Por un 7,9 en Win Share y un 2,7 en VORP del campeón de la NCAA con Syracuse, el de los Balcanes contesta con un 11,4 y un 6,4 respectivamente.

Vamos ya a lo mollar, pues lo de hasta ahora no son más que los medios para un fin. El bagaje competitivo: playoffs y títulos de campeón.

Carmelo Anthony tuvo un efecto inmediato en la franquicia que le seleccionó como número 3 del Draft, abandonando ocho años de sequía en los que no alcanzaron las eliminatorias y abonándose a ellas por los diez siguientes, incluyendo por lo tanto los siete en los que el alero estuvo allí.

Si lo de «lo bueno si breve dos veces bueno» lo aplicásemos a los playoffs de aquellos Nuggets de George Karl, entonces el poso sería espectacular, pero por desgracia en la NBA la fórmula no va así. De ocho participaciones, en siete se despidieron en primera ronda. Un tortazo anímico tras otro que contó como único premio con unas Finales de Conferencia donde los Nuggets de Melo, Billups, Nenê, y J.R. Smith cayeron por 4-2 contra los Lakers de Kobe y Pau, campeones a la postre del título de 2009.

A Nikola Jokic, por el contrario, le costó bastante más romper la barrera de la postemporada. Cuatro años de lenta reconstrucción, asimilación física y conversión en inesperado eje angular de un conjunto que tan pronto se percató de lo que había pescado en un pick 41º, no pudo sino rendir y construir todo el proyecto en torno a la órbita del serbio. El resultado se coció a fuego medio, hasta el premio final, campeón de 2023, un techo que aspiran a reeditar este 2024.

Ah, claro: y doble MVP de regular season y MVP de las Finales en el plano individual.


Dos leyendas, mismo dorsal

Si la trayectoria de Carmelo en los Nuggets es digna de una retirada de dorsal (de ser el Hall of Fammer resolvimos que sí en otro artículo hace cinco años) ya se encargó de abordarlo en 2019 nuestro colega Jacobo León. Id a echarle un vistazo a ambos.

De considerar que sí (yo soy de los que votan sí a elevar su nombre), tendríamos ahora un problema que en realidad no debe ser tal. Porque como vimos al principio del texto, la NBA es laxa en cuanto a configurar su abanico de honores.

Asistimos a cómo los dorsales se retiran aquí y allá sin restricciones taxativas ni tampoco demasiado costumbristas. Es más bien una cuestión de laissez faire. Y el dilema ad hoc que nos faltaba, el de dos leyendas con mismo equipo y dorsal, también ha sido afrontado y resuelto con anterioridad.

Las franquicias que lidiaron con un caso así fueron Portland Trail Blazers y New York Knicks. Bob Gross y Terry Porter vistieron el dorsal 30 en Oregón, y el mismo número con sendos nombres cuelga en pendones independientes en el Moda Center. Igual sucede con Dick McGuire y la perla de los Rams, Earl Monroe, casualidades de la vida, también con el ’15’.

Los Knicks, para que entendemos la libertad de acción, retiraron ’15’ de Guire seis años después de hacerlo con el de Monroe; sin embargo, el segundo perteneció a una generación de jugadores muy posterior en el tiempo. El orden no alteró el producto ni le quitó el sueño a nadie. Ambos penden orgullosos uno al lado del otro.

KnicksMuse on X: "Knicks Retired Jersey Numbers 10 — Walt Frazier 12 — Dick  Barnett 15 — Earl Monroe 15 — Dick McGuire 19 — Willis Reed 22 — Dave  DeBusschere 24 — Bill Bradley 33 — Patrick Ewing Anyone missing?  https://t.co/JkwDWxhY2U" / X

Legado en Denver: de héroe a villano

Así pues, la única incógnita que quedaría por resolver (si compramos que tanto Jokic como Carmelo merecen, por su estricto rendimiento en pista, ver sus ’15’ arriba al alimón), es si el legado de Anthony dejó una mancha imborrable en la memoria del aficionado nugget y que hasta su retiro le ha deparado un sinfín de noches de abucheos en cada vuelta a casa.

Hablamos de su salida de la franquicia, y cómo se gestó esta, a los 26 años (en pleno prime) rumbo al Madison Square Garden. La versión de los hechos cambia según a quién le preguntes. Si te acercas a un habitante de la ciudad de Denver, probablemente te lo resuma con una palabra: traición.

Carmelo aporta un relato bien distinto. En más de una ocasión ha afirmado que su intención jamás fue abandonar el proyecto, y hace un par de años ahondó en la historia en el podcast de All The Smoke de Matt Barnes y Stephen Jackson:

«Al contrario de lo que todos creen, nunca quise irme de Denver”.

«Jamás hice esto público, pero nunca quise irme de Denver, pero es como si me pusieran entre la espada y la pared. Llegamos a las Finales de Conferencia en 2009 ¿Qué se supone que debes hacer? Debes reconstruir sobre eso, debes agregar piezas, enchufar y usar, no estropear el núcleo»

A las F.C. de 2009 le siguió una nueva eliminación en primera ronda de 2010 contra los Jazz de Deron Williams y Carlos Boozer. Y el malestar de Melo no parte del traspaso de Iverson a Detroit a cambio de Billups, ni de la salida de Marcus Camby a los Clippers. Habla de un jugador de perfil mucho más bajo pero crucial para el balance de aquel vestuario.

«No renovaron a Dahntay Jones, quien era una pieza fundamental».

Según Carmelo, en lugar de pensar a lo grande y apurar su persecución del éxito en el corto plazo, la directiva optó por sumirse en la reconstrucción, y Carmelo, quien creía que bastaba con invertir y retocar en torno a él, no quiso ser parte de la misma. Entonces, ante el temor de perderlo como agente libre a cambio de nada, el traspaso se aceleró para tocar puerto en febrero de 2011.


El resto es historia. Y es esta la que deberá juzgar si Carmelo Anthony, el héroe de Colorado que se convirtió en villano, merece la redención y sanar una relación que, a pesar de los fracasos, regaló una época inolvidable y vibrante asentada en uno de los mejores talentos anotadores que este deporte ha presenciado jamás.

Por qué no. 15 y 15. Melo y Jokic. Tan únicos como innecesarios de comparar, e imprescindibles ambos para explicar, en unas cuantas décadas, las muescas y costuras que abundan en el escudo de Denver.

(Fotografía de portada de Brian Bahr/Getty Images)


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