El peso de una vida sin anillo

En Blablacar casi siempre pasan cosas. O como decimos ahora, ‘pasan cositas’.

Hace un año ya compartí aquí una de esas blabla-historias surgidas a raíz de preguntas random que conducen a reflexiones servidas en plato hondo. Siempre, por supuesto, en dialecto NBA.

El de anteayer era un viaje de más de tres horas desde Almería, y en Guadix me detuve a recoger a una pareja (madre e hijo) de argentinos, lo que por sí sólo ya arrastraba una certeza que no exige confirmación: no íbamos a encender la radio. Si los argentinos algo tienen, además de su severa adicción al mate, es conversación.

Emanuel, como buen argentino, lleva cinco meses insoportable. Concretamente desde el 18 de diciembre, día en el que su selección levantó la Copa del Mundo de fútbol 36 años después. Él mismo fardó de contar, en el bar donde trabaja, con un jefe español que se hizo el sueco y casi se sumó a la causa, al verle enloquecer en pleno ajetreo laboral y frente a toda la clientela, cuando en el minuto 64 y ante México, Lionel Messi insufló vida a los suyos con un zapatazo seco desde fuera del área, y casi terminó subido a la barra brindando por las Malvinas y por el Loco Gatti.

Gustos a un lado y bajo el estoico ábaco de los hechos –el de los hechos tangibles que pueden alzarse al cielo, como los trofeos– Messi sólo empequeñecía ante Maradona en la eterna comparativa porque no tenía su Mundial. La Pulga lo había ganado y conquistado todo, absolutamente todo en el aspecto individual y también en el colectivo. Salvo el Mundial. Una carrera estelar pero con una cuenta pendiente que, veíamos todos, le supuraba por dentro.

Por eso, cuando lo consiguió, más que alegría, más que éxtasis, más que una erupción de locura, lo que exudó Leo por cada poro de su piel fue… paz. Paz en clave de alivió inconmensurable y que, como Emanuel me recordó en un vídeo que aún le eriza la piel, el astro argentino expresó en un gesto dirigido a un sector concreto de la grada donde aguardaba su familia. «Ya está… ya está», suspiró mientras emulaba con los brazos su sentir.

La epopeya había terminado. El libro estaba cerrado y listo para firmar. Su legado, además de infinito, ahora era inmortal. El mejor de todos los tiempos y ya sin nada que demostrar. Podía haberse retirado del fútbol ese día con el corazón en calma y nadie le habría reclamado nada.

NBA: todo en uno

El mensaje tras esto, si nos paramos, es duro. Un palmarés arrollador donde 11 Ligas, 7 Copas del Rey o 4 Champions no habían bastado para acallar un martilleo silencioso en su conciencia, que le decía que el trabajo aún no estaba hecho. En el fútbol de leyenda, la gloria se mide en patas independientes donde, si no están todas, la mesa se tambalea.

Una gloria que en la NBA –donde ni Champions, ni Supercopas, ni Ligasantanderes, ni siquiera el sentir humilde y mágico de un ascenso de categoría existe– se mide en un desafío a ‘todo o nada’.

Un microcosmos donde el aplauso por entrar en playoffs dura unas pocas horas y la gesta de imponerse en unas Finales de Conferencia cae en el olvido si a ello no le acompaña superar el escalón final. Citando a Don Luis: «Del subcampeón no se acuerda nadie».

En la NBA, el Larry O’Brien es el tabique de carga que sustituye a las cuatro patas y donde sin él, no existe el consuelo colectivo. Una copa menor, un premio de consolación, un triste Trofeo Joan Gamper que sirva, no para justificar una temporada, pero sí para tomarse un gintonic por ser el rey de la colina, el palomero del montículo, sabiendo que ese montículo ya no te la pueden quitar.

En la NBA todo son bifurcaciones y áreas de servicio que conducen a una misma meta. Ganar tu división, tu conferencia o tu primera ronda de playoffs son sólo vueltas rápidas que engordan tu perfil de contender y principalmente sirven para alimentar el nivel de fracaso en caso de no llevarte el anillo a casa.

Con 30 franquicias, la lista de estrellas sin título, la cola de Messis sin Mundial ni Mundialitos en los que apoyar la barbilla para hallar sosiego, dobla esquina tras esquina… tras esquina.

Dave Bing, George Gervin, Bernard King, Nate Thurmond, Alex English, Elgin Baylor, Patrick Ewing, Reggie Miller, Charles Barkley, John Stockton, Karl Malone, Steve Nash, Tracy McGrady, Carmelo Anthony… en la 2022/2023, esa cola de vasto horizonte busca un nuevo ‘último de la fila’.

Vamos allá: de ‘menos a más gas en el mechero’, por estricto orden de edad.

Chris Paul

Edad: 37
Postemporadas disputadas: 15
Finales de Conferencia: 2
Finales de la NBA:
1

Nos vamos a detener sólo con él, ya que nadie más en esta lista representa el nadar para morir en la orilla como CP3.

37 años (38 en mayo). Ha disputado los playoffs en 15 de sus 18 temporadas en la liga. Un dispendio que hace que la ausencia de anillo a estas alturas, duela como un sablazo donde Brooks bien sabe. Paul es el arquetipo de la mala suerte pero con su dosis de responsabilidad. Con su traspaso a los Clippers y la confección del Lob City roster con Blake Griffin y DeAndre Jordan surcando los cielos y Paul y Crawford dando espectáculo desde el perímetro, arranca el show.

En 2015 sufre su primer gran traspiés en playoffs. Pero antes, en el Game 7 frente a los Spurs de Duncan y compañía, una canasta suya, casi sobre la bocina, histórica, supuso el pase a las semifinales.

El mérito fue doble porque anotó ese tiro estando ya lesionado del isquiotibial, lesión por la cual se ausentó de los dos primeros duelos frente a los Rockets de James Harden y Dwight Howard y terminaron sufriendo una remontada de lo más dolorosa con un Paul tocado, tras ir dominando la serie por 3-1.

Al año siguiente volvió a lesionarse, esta vez la mano, en primera ronda frente a los Blazers. Con Griffin también en la enfermería, otro año prometedor por el retrete. A casa a las primeras de cambio. Dos años después era traspasado a Houston con un bagaje tan terrible como difícil de explicar: nueve apariciones en playoffs y cero Finales de Conferencia. Un Big Three histórico que se quedó demasiado lejos del premio.

En Houston, cuando algún ingenuo anticipó el comienzo de su ocaso, llegó su mejor oportunidad. Con un quinteto de lo más equilibrado (Paul, Harden, Gordon, Tucker, Capela) se plantó por fin en sus primera Finales de Conferencia. Llegaron a ir 3-2 frente a los temibles Warriors. Y ahí llegó de nuevo… lesión de Paul en los instantes finales del Game 5. Se perdió los Game 6 y 7. Oportunidad de oro perdida que habría reescrito el tomo más reciente de la NBA.

Al curso siguiente volvieron a ser los Warriors, esta vez por 4-2, y un año después calló bocas (de nuevo) cuando su traspaso a los Thunder fue intuido como una suerte de autovía al retiro. Su jubilación, demostró, seguía estando lejos.

A Phoenix, terco sabor añejo, llegó con un cartel renovado y de repente los Suns, que ya habían expuesto sus credenciales en la burbuja bajo la batuta de Ricky Rubio, parecían decididos a declarar la guerra con el point guard orquestando el ataque al que Devin Booker y DeAndre Ayton dotaban del necesario filo.

Su hambre por disputar su primera Final de la NBA quedaba plasmada en sus 41 puntos en el Game 6 ante los Clippers, tumbando así unas puertas que le habían estado vetadas hasta entonces. Y con el 2-0 ante los Bucks todo parecía dispuesto. Pero una remontada antológica con un Giannis alienígena desvaneció el sueño cuando ya se hacía corpóreo.

Tras rozarlo con los dedos, a un Paul cabizbajo se le apareció la virgen hace unos meses con el traspaso de Kevin Durant, dando forma repentina a un quinteto para ir a las Olimpiadas. Las lesiones de George y Kawhi extienden la alfombra roja en una primera ronda que debía ser mucho más.

Con dos años más de contrato (lo que le haría jugar hasta los 40) y si lo de Durant perdura, no sería esta la última bala que le quedase a Paul en el tambor. CP3 pelea contra sí mismo pero también contra la historia. En la categoría excelsa de bases clásicos sin anillo, de playmakers en su más pura esencia, se planta ante destino en nombre y representación de John Stockton y Steve Nash.

Al Horford

Edad: 36
Postemporadas disputadas: 15
Finales de Conferencia: 3
Finales de la NBA: 1

No os lo esperábais en esta lista, al igual que pocos lo esperaban otra temporada más a tan solvente nivel. El dominicano, 5 veces All-Star, jugará un papel vital en estos playoffs donde, a ojo de las quinielas, son los favoritos. Su media de minutos está por encima de los treinta, y es que físicamente Horford se mantiene espléndido, impactando en ambos lados del parquet.

Hace tan solo un año que jugó su primera Final NBA, pero los Warriors les dominaron claramente. Esta vez, con todos sus hombres-fuertes sanos, el viento parece soplarles de cola. Tan pronto den buena cuenta de los Hawks (no deberían necesitar más de seis partidos), afrontarán su primer gran obstáculo hacia las Finales: los 76ers.

Russell Westbrook

Edad: 34
Postemporadas disputadas: 12
Finales de Conferencia: 3
Finales de la NBA: 1

La mayor montaña rusa de la NBA, en talento, juego, rendimiento y emociones generadas. La liga, pese a quien le pese, necesita hombres como Russ y con el defectuoso amor propio de Russ. Porque su fe en sí mismo es lo que, sin Kawhi ni George, está permitiendo que los Clippers peleen de tú a tú a los Suns en esta primera ronda. Es una lástima que una serie que no es sino una Final anticipada, los de Tyronn Lue vuelvan a ser tan cruelmente golpeados por las lesiones. Si Kawhi no vuelve, levantar el 3-1 es una quimera.

Hay quien piensa que en este punto de su carrera, Westbrook es más un lastre que un input en una plantilla aspirante al título. Sea cierto o no, lo que podemos afirmar es que el base, motor de litio integrado, jamás dejará de intentarlo.

Eric Gordon

Edad: 34
Postemporadas disputadas: 6
Finales de Conferencia: 1
Finales de la NBA: 0

Un anotador febril que podía haber sido mucho más de lo que jamás se ha atrevido. Con baloncesto de sobra para tomar las riendas en tramos de necesidad (como exige la actual eliminatoria ante Phoenix), su falta de liderazgo le limita a mero jugador de complemento que vive de las rachas y que si se retira sin anillo, nadie, ni este artículo siquiera, lo considerará una injusticia.

James Harden

Edad: 33
Postemporadas disputadas: 14
Finales de Conferencia: 4
Finales de la NBA: 1

Ya no es ‘el Harden de Houston’, pero sigue siendo Harden. Uno ahora, de hecho, muy inteligente y comprometido con la causa desde el necesario paso atrás que ha dado en beneficio de Joel Embiid y del buen funcionar del equipazo donde ahora milita. Difícil mojarse sobre si la apuesta de Brooklyn era superior o más potente que la de Philly, pero lo que sí podemos decir es que los 76ers ya están en semis de conferencia esperando rival, casi con total certeza los Celtics. Otro Goliat versus Goliat

Esta es la oportunidad que los 76ers llevan esperando desde que aquel tiro de Kawhi, vestido de raptor, acabase dentro. A sus 33 años y con un físico que paulatinamente va a menos, Harden, en la cruzada por el anillo, comienza su tie break.

Jimmy Butler

Edad: 33
Postemporadas disputadas: 11
Finales de Conferencia: 2
Finales de la NBA: 1

De no haber roto su relación con los 76ers en 2019, marchándose a Miami, quién sabe si hoy no tendríamos esta conversación y Butler con un anillo en su vitrina. Aunque tampoco puede decirse que le haya ido mal desde entonces. Dos Finales de Conferencia en los tres últimos años. Como dijo Elio en su última newsletter: «De Miami (a pesar de su inconsistencia en la RS) llevo pensando toda la temporada que no puedes descartarlos para hacer daño cuando hace apenas once meses se quedaron a un triple de las Finales de la NBA«.

La consigna, como su modelo de competir, es: a falta de Tyler Herro, taza y media de Jimmy Butler. Y más con el interrogante de Giannis.

Paul George

Edad: 33
Postemporadas disputadas: 11
Finales de Conferencia: 2
Finales de la NBA: 0

Su lesión ha sido la gran tragedia de estos playoffs, porque su presencia, junto con la de Kawhi, nos habría regalado la serie más bonita de todas. La apuesta mastodóntica de Steve Ballmer está al borde del abismo. Si no es esta todo indica que a la dupla Leonard-George sólo le quedaría una tentativa más.

A George le sobra la plasticidad que le falta a Butler y carece del stock competitivo que almacena el de los Heat en cada enzima de su cuerpo. Es para estar tristes porque PG13 venía de firmar una gran temporada regular el tiempo que ha estado sano. Los últimos informes no son optimistas con verlo vestirse de corto en el Game 5.

Otros nombres…

No podemos cerrar sin nombrar otros jugadores que no se han ganado un epígrafe propio por estar tan lejos de su mejor momento pero que, en todo caso, ansían el anillo por igual, aunque por estado físico, anímico o simplemente por decisión técnica, no luzcan como lucieron en su época dorada.

Son cuatro nombres:

  • Blake Griffin. 34 años. 10 postemporadas disputadas y cero Finales de Conferencia. Larry Bird (el actual de 66 años) defiende mejor que él. Está tan tieso de rodillas que ya ni a poner sus viejos/buenos bloqueos se atreve, conformándose con ir hacia el aro en pick and roll en los pocos ratos que Mazulla le pone en pista. Continúa siendo un jugador super inteligente y que para sacar alguna falta aun te da el pego. Sería bonito ver a Blake campeonar al menos una vez. Aunque sea como actor de cameo.
  • Derrick Rose. 34 años. 10 playoffs y unas Finales de Conferencia. Que no huela cancha, en su caso, es cosa de Thibs (paradójico, su otrora mejor valedor). El otro día ante los Cavs volvió a ocurrir: con el partido ganado, el Madison coreó su nombre y Thibodeau le regaló un par de minutos. Atletismo le sobra para dar tiempo de calidad en ataque, pero el staff técnico tiene tan claro a lo que juegan (¡Esparta!), que no hay hueco en su esquema para el ex MVP. Tras Nets y Wolves, los Knicks pueden ser el equipo menos favorito a ganar el anillo este año. Si sucede será una locura como no la hemos visto antes. Y Rose el hombre con quien el karma saldó su deuda por fin.
  • Mike Conley Jr. 35 años. 11 playoffs y unas Finales de Conferencia con los Grizzlies del grit and grind. El 3-0 ante Denver es una losa imposible de levantar. Está cumpliendo como puede pero Jamal Murray le tiene comida la tostada. Lo esperamos con más chances el año próximo, en el que podría empezar a sondear su adiós.
  • Ricky Rubio. 32 años. 3 playoffs disputados. No lo ha conseguido. A pesar de asegurar ante la prensa una vez tras otra que nunca se había sentido tan bien físicamente, la realidad es que su rendimiento y eficiencia han sido prácticamente nulos (si no negativos) desde que regresó. Bickerstaff le dio todo el rodaje que pudo para que emergiese en su versión de antes de la lesión, donde fue una pieza capital junto Garland y Allen, pero ni con la adhesión de Donovan Mitchell (otro viejo socio con quien se entendió a las mil maravillas en Utah) ha logrado hasta el momento ser una sombra de ese gran Ricky que maravilló en el Mundial. Hasta tal punto que en playoffs se ha quedado fuera de la rotación.

    El español nunca ha alcanzado el techo que una vez le impusimos, pero sí ha demostrado, a fogonazos, poder ser ese playmaker maduro que todo aspirante desea para su segunda unidad. Esta es la plantilla más fuerte en la que ha estado; ni siquiera la de los Jazz que batieron a aquellos talentosos Thunder tenía tanto caché. Pero de momento, y dicho lo dicho, los Cavs están siendo la decepción de mayo, incapaces de hacer valer sus quilates ante los Knicks (1-2). De remontar, sería el turno de Bucks o Heat. Es decir, más de lo mismo (baloncesto muy físico). Ante Miami quizás tendría minutos, pero me cuesta verle aguantar ante este Jrue Holiday tan implacable.

En resumen

Si el anillo lo ganan Clippers, Suns, Heat, Celtics, Cavs, 76ers o Knicks, tendremos al menos uno de estos veteranos de arriba que logró por fin la hazaña deportiva de su carrera.

Si quienes coronan, por contra, son Nuggets, Warriors, Kings, Lakers, Grizzlies, Timberwolves, Bucks o Hawks, habrá que esperar un año para ver qué veterano toca las puertas del cielo en la agonía de su last dance.

Lillard, McCollum… Melowaiting for u.

(Fotografía de portada Elsa/Getty Images)


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