Terry Rozier, decisivo desde el escondite

Llegaba el verano y todos esperaban expectantes a conocer qué haría Danny Ainge. No decepcionó. Traspasó el nº1 del Draft por el nº3 porque quería a Jayson Tatum (talento le sobra). Poco después, ya inmersos en la agencia libre, convencía a Gordon Hayward para que se uniese a su proyecto ganador. No frenó. Conociendo el descontento de Kyrie Irving en Cavaliers, lo apostó todo a soltar al emblema de las últimas campañas, Isaiah Thomas, para hacerse con Uncle Drew.

Con tantas emociones y tanto All-Star sobre el Garden, las conversaciones sobre Boston Celtics se ceñían a esos rutilantes nombres que debían devolver la gloria a los verdes. Por desgracia, nada más empezar el show perdíamos a Hayward para toda la temporada. Se sobrepusieron y empezaron a ganar partidos –van 11 seguidos–, pero los contratiempos no les han abandonado. Al Horford se veía fuera esta semana por el protocolo de conmoción cerebral e Irving también caía por un fuerte golpe en el rostro.

Sí. Han llegado a jugar sin los que se suponían sus tres pilares a mediados de octubre y ni por esas se han tropezado. Porque el trabajo de Ainge en estos últimos meses ha sido bueno, pero el anterior, ese en el que recopilaba rondas e iba seleccionando talento, ha sido aún mejor. Por ahí llegó Terry Rozier y por ahí la sonrisa verde se hace aún más grande para susto de sus rivales.

Número 16 del Draft de 2015 y formado en Louisville, Rozier ha terminado por salir de su escondite a los 23 años. Con 10,3 puntos, 5,4 rebotes, 2,4 asistencias y 1,3 robos en 24,8 minutos por partido, está marcando ampliamente las máximas de su carrera. Los números están bien, pero su juego rompe con la barrera de la mera estadística. La última noche, contra unos Raptors que apretaron de lo lindo en Boston, tomó la responsabilidad cual veterano cuando el equipo más lo necesitaba. Triple sobre la bocina, aciertos penetrando y una intensidad que solo se conoce con sangre verde.

Y hablamos de sangre porque Rozier da espectáculo –su mecánica es suave y su elasticidad le lleva a los highlights–; sin embargo, eso no le resta un gramo de esfuerzo cuando se trata de morder en la zona restringida –Piti Hurtado me entiende–. Boston es el mejor equipo en rating defensivo y Rozier, permitiendo 95 puntos por cada 100 posesiones, es el número uno de la liga entre el roster de Boston. Resumiendo. Su ataque ha explotado, pero es su defensa la que está marcando la diferencia. Queda mucho, pero la carrera por el Mejor Sexto Hombre está en su mano.

Ética de trabajo

Que nadie lo dude, la NBA la mueve el talento, pero entre tanto estilista es la dedicación la que te hace asomar la cabeza entre los gigantes. De eso tiene mucho este chaval nacido en Youngstown (Ohio). Y no lo digo yo, lo dice uno de los que mejor lo conoce, Jaylen Brown. «Antes de los partidos lo ves aquí trabajando. Lo veo porque intento ser el primero en llegar y creo que Terry me gana siempre. Ves cómo trabaja en su juego y en su nivel de concentración, cómo desea mejorar y dar la mejor versión de sí mismo… Entonces ves y entiendes los resultados». Queda mucho camino por delante, pero en Massachusetts han cimentado un bloque que sigue siendo por encima de todo un equipo.


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