Se le acaba el tiempo a Dragan Bender

Si ayer Devin Booker fue, para los Phoenix Suns, la nota positiva del día (o de la noche), a Dragan Bender podríamos asignarle la nota negativa de la totalidad de la temporada. Que no. Que no hay manera.

Igor Kokoskov no le ha puesto las cosas fáciles desde que ocupara el banquillo de Arizona, pero la actitud y entrega del ala-pívot bosnio tampoco ayuda. ‘La nueva perla europea’ era uno de los varios y grandilocuentes epítetos que recibía en aquella noche del Draft 2016, en la que los Suns lo escogieron en todo un puesto 4º. Tres temporadas después, apenas cuela por uno de esos anillos de pega, contenidos en las bolas gigantes de las máquinas expendedoras tan populares en los ’90, y con los que niños y niñas se hacían tiernas propuestas de matrimonio en los recreos.

El curso pasado, su temporada de sophomore, dispuso de minutos en todos y cada uno de los partidos de regular season (¡los 82!). 25,2 de media, nada menos. Cantidad más que suficiente para adquirir confianza, corregir defectos y pulir virtudes. Pero no pasó de los 6,5 puntos y 4,4 rebotes por encuentro.

Este año, con la incorporación de DeAndre Ayton y la tendencia al small ball, Bender se pasó hasta Navidad sin rascar bola y escrutando cada lámina del banquillo. Pues, por entonces, los Suns aún pensaban en ganar. En dar algo de guerra.

Cuando se dieron cuenta que esto no iba a suceder (traspasando a Chandler y a Ariza entre otros), cambió la mentalidad así como la rotación; y Bender, en un equipo donde perder ya no era un drama (más bien al contrario), empezó recuperar cierto protagonismo.

Trenes y más trenes

Este mes de marzo, con 21,4 minutos de promedio en 13 encuentros, ha alcanzado su tope… pero lo dicho; sólo en minutos. Con números más propios de garbage time, (4,2 puntos y 3,5 rebotes, logrando rebasar los 10 puntos sólo en uno de ellos), uno empieza a preguntarse si entre las casillas boom or bust, deberíamos plantearnos si se acerca la hora de marcar la segunda.

Como principal argumento para no hacerlo y mantener todavía la tinta lejos del papel, se me ocurre el de Bruno Caboclo, dueño de su propio post en nbamaniacs esta misma mañana. Número 20 del Draft 2014 pero dos años mayor que Bender, justo anoche, tras tiempos muy duros en la G League, firmó su mejor partido como profesional: 24 puntos y 11 rebotes con la camiseta de los Grizzlies.

Bender, como decimos, tiene sólo 21 años. Apenas un chaval. Pero al ser de hornada europea y no tratarse estrella perseverante de la NCAA, la vara de medir es bastante más compleja. Los prometedores destellos que todos le vimos en el equipo junior del Maccabi Tel Aviv, jamás han hecho acto de presencia en la NBA.

Su tiro no despega (19,3% en triples este año), su agresividad en ataque es inexistente (3,5 tiros por partido), sus 2,16 pasan desapercibidos en labores reboteadoras, y el presunto IQ que enamoró a los scouts, por ahora no está y ya, apenas, se le espera (1 asistencia por partido).

Agente libre

21 años, insistimos. Nos aferramos (en un clavo que cada vez quema más) a eso. Pero por ahora, es la cruda realidad, estamos exactamente en el mismo punto que aquel jueves 23 de junio de 2016: mucho potencial pendiente de de resultados. En realidad, estamos peor. Cero resultados y tres años menos de margen para ofrecerlos.

Los Suns declinaron en agosto su opción de 5,9 millones para la cuarta temporada de su fallida apuesta del Draft… y o mucho y pronto cambia la cosa, o la carrera de Dragan Bender en la NBA, habrá muerto antes de dar comienzo.

(Fotografía de portada Nick Laham/Getty Images)

Nota: en una primera edición de este post, figuraba que Bruno Caboclo pertenecía al Draft de 2016, cuando realmente es del de 2014.


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