Dennis Smith Jr. y Bol Bol: aquí y ahora

Con el ojo en el retrovisor, por si les cojen el rebufo, pero sabedores de que también es momento de disfrutar. Y, sobre todo, de aprovechar la oportunidad para que, cuando les rebasen de nuevo, no pierdan comba ni terminen con vuelta perdida. O saliéndonos del símil del motor y volviendo al básquet, ganar en la pugna por no quedarse fuera de la rotación.

Son los casos de Dennis Smith Jr. (Charlotte Hornets) y Bol Bol (Orlando Magic). Dos jugadores que, volviendo al ejemplo de las carreras, se están acostumbrando a partir de las primeras líneas de parrilla.

Su realidad, como veremos, traen un pasado y un presente distinto, pero ambos comparten un aspecto común: se esperaba muchísimo de ellos cuando aterrizaron en la NBA. Y hasta ahora ni se acercan a dichas expectativas. ¿Por qué? Los afluentes son varios. Empecemos con el base.

Smith Jr: último bateo para el home run

Dennis Smith Jr., pick 9º del Draft 2017 y, por entonces, gran esperanza de los Mavericks para afianzar, por muchos años, el puesto de ‘1’. A pesar del hype, no tardó en ganarse fama de ‘mucho físico y pocas nueces’, siendo las nueces el IQ (escaso) y el tiro (casi nulo). Insuficiente para un point guard llamado a ser un titular perenne en pista.

En Dallas, a pesar de los flush highlights y un año rookie efectista (15,2 puntos y y 5,2 asistencias), no dudaron a la hora de asumir que se habían equivocado, y que ese 39,5 en TC% podía ser un agujero oscuro, por lo que lograr a Luka Doncic en el Draft (gracias, Kings) les hizo acelerar en la decisión, y en cuanto pudieron lo colocaron en una franquicia que adora los proyectos (a menudo fallidos) de redención: los New York Knicks.

Tampoco allí cuajó (salvo alguna noche de inspiración loca), y a cada rato de juego su cartel caía un poquito más. Veía como jugadores de corte creativo y defensivo (Elfrid Payton) le adelantaban en la rotación, y Tom Thiboddeau fue de a poco arrebatándole minutos en pista hasta reservarlo para el garbage time.

Su contrato terminaba y su valor de mercado se desplomaba a tal velocidad que el propio Smith dio un paso valiente: pidió ser ‘degradado’ a los Westchester Knicks (afiliado de la G League) para tener minutos de juego, tanto para las cámaras como para sus propias piernas. Necesitaba ser visto y elevar la dosis competitiva. Causalidad o no, poco después ponía rumbo a los Detroit Pistons a cambio de Derrick Rose.

¿Dio un vuelco el asunto? Por unas semanas casi lo pareció. Sus galones crecieron (casi veinte minutos en la madera) y sus porcentajes alcanzaron niveles mínimamente decentes (por fin un 35% en triples)… pero insuficientes para que en Detroit decidiesen quedárselo. Rumbo a Portland.

La 2021/22 le deparó 37 partidos y 4 titularidades pero con un Smith Jr. muy menguado en su rol ofensivo. Si en su temporada de novato tiraba 14,8 veces a canasta (récord de su carrera), ahora en los Blazers tan sólo lo hacía en 5,1 por partido.

Con apenas 24 años su futuro en la NBA pendía de un hilo. Una realidad que asola a no pocos jugadores que en su momento fueron picks de lotería, demostrando el altísimo grado de exigencia que supone, no ya llegar, sino consolidarse en la élite (¿dónde está Payton ahora? ¿alguien se acuerda de Kris Dunn? ¿volveremos a saber de Harry Giles III).

Y del inevitable crepúsculo a un sólido renacer. Smith Jr., ya mentalizado para probar suerte en la NFL, veía como se le presentaba un último tren al que se tiró de cabeza… para caer de pie. Charlotte Hornets. Cuando ya pocos creían, vuelve a aflorar sangre point guard en él.

Por una vez la fortuna se ha puesto de su parte, en forma de lesión de Lamelo Ball, abriéndole por tiempo limitado las puertas de la rotación. Y damos fe que la está haciendo valer. De repente Smith anota como siempre pero con un puntería nunca antes vista.

En 4 partidos (dos de titular) y 28 minutos de juego, se marcha por encima del 50% de acierto tanto en triples como en tiros de dos, para cifras de 13,5 puntos, 6,3 asistencias (plusmarca), 2,3 robos (plusmarca) y 0,8 tapones (plusmarca)… con sólo 1,3 pérdidas.

Que estos guarismos no pueden durar y (algo) van a bajar, es obvio. Pero que en su mano está acunar la caída para ser, al fin, una alternativa eficiente… todo indica que también. Porque además, ahora, a niveles inéditos en el ex de los Wolfpacks, defiende. Defiende de verdad, por encima incluso de lo que indican esos 2,3 robos por partido. Es agresivo con su par, está pendiente de las ayudas y se esmera en sortear los bloqueos directos. Físico, todos lo sabemos, jamás le ha faltado para ser una opción notable atrás. Y tras cinco años en la liga, empieza a asumir el reto.

Lamelo está a punto de volver, por lo que su protagonismo está a punto de descender, ya que parece improbable que le arrebate a Terry Rozier el puesto de ‘2’. Convertirse en el mejor sexto hombre posible, será su gran reto para esta 2022/23 tras asegurar, previamente, el único con el que arrancó el curso: seguir en la NBA y aspirar a impactar en ella como no hace tantos años se esperaba de él.

Bolas a Bol

Presencia. Atención. Minutos. Era lo único que necesitaba Bol Bol para probar lo que dijo el día en que el Draft le falló y le mandó al pick 44º cuando él se imaginaba como una elección de lotería. «Quiero demostrar a todo el mundo que se han equivocado y tratar de ser el mejor jugador posible» aseguró aquella noche. Transformar esa decepción en motivación.

En Denver, los que creyeron en él, sin embargo, lo que a priori se entendió como mimo, dedicación, paciencia y crecimiento elaborado (más en profundidad, aquí), con el tiempo se tornó en frialdad, malentendidos, distanciamiento y abandono. No tuvo oportunidad Bol Bol en explotar a las órdenes de Mike Malone, ni como point center ni como nada. Él quería jugar, pero la rotación de los Nuggets, con Jokic al mando, estaba a otra cosa.

Su predisposición y carácter en las tripas del equipo, comentaron algunas fuentes, no eran las mejores, y eso les llevó a separar caminos antes de lo deseado. Pero el potencial estaba intacto, pues cada vez que el hijo de Manute tuvo chances en pista, por escasas que fueran, éste mostraba aptitudes únicas dándole alpiste al boxsocore.

Y en Orlando Magic, una franquicia con nada que perder, lo renovaron por dos años sin siquiera haberle visto jugar un partido oficial con su camiseta puesta.

Jamahl Mosley, muy a lo Del Bosque, está haciendo al fin lo único había que hacer; algo tan sencillo como impepinable: liberar a la bestia. Aunque no tanto como liberarla, pero sí soltar carrete de lo lindo: Bol Bol, en la rotación al fin, se está yendo hasta los 17,2 minutos en cancha en estos primeros compases del curso, y su proyección numérica es de escándalo: 9,8 puntos, 5,8 rebotes y… ¡¡2,6 tapones!!. A 36 minutos, sería un 20/12 y 5,4 tapones.

Sin ser una regla matemática exacta, sí nos sirve como pista de lo que el unicornio sudanés (2,18 de musculación lenta y 2,34 de envergadura) puede llegar a ser. De momento ya tiene a su primer admirador dentro del vestuario. Terrence Ross.

«Es complicado describir a Bol. Un 7,3 que se mueve como un base, anota triples, tiene velocidad… nunca había visto nada así. Una vez encuentre su sitio (en pista), puede ser un gran jugador», aseveró el escolta.

Saliendo de la segunda unidad, ha metido 2 de sus 5 triples y 21 de sus 33 tiros de campo en unos Magic que, aunque están sabiendo competir en este arranque liderados por un Paolo Banchero bárbaro, aún no conocen la victoria. En los dos últimos duelos, frente a Knicks y Cleveland, ha roto la barrera de los veinte minutos de juego, dato que muestra la fe que Mosley le tiene para afianzarlo en un referente de la segunda unidad, rol por el que también deberá luchar y mantener una vez los Magic recuperen a dos hombres fundamentales en su esquema: Markelle Fultz y, sobre todo (por ser un interior) Jonathan Isaac.

Pero de momento, parece no sólo ser una pieza importante en la rotación, sino que tras Wendell Carter Jr. se sitúa como el segundo big man, adelantando a Mo Bamba en minutos (12 de media), a pesar de que éste apuntaba a su año de explosión tras firmar la renovación.

Los de Bol Bol, aún así, son números sucios al por mayor. Su impacto defensivo, más allá de la pirotecnia, dista mucho aún convertirse en un factor decisivo. Su protección del aro es limitada, tanto por su zona de influencia (no juega tan pegado al aro como Gobert) como por su IQ (mucho que trabajar en la elección del espacio, la cobertura y el timing) y su físico (hay que seguir ganando kilos mientras evita las lesiones).

Pero de momento ya ha llamado la atención de los managers más avezados en la Fantasy, donde va cumpliendo con creces. Su peso en el mundo virtual ya es un hecho. Toca seguir haciéndolo igual de corpóreo en el mundo real. En el interior del rectángulo… y sus vastas alturas.

(Fotografia de portada de Mike Ehrmann/Getty Images)


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.