Sinsentidos del All-Star Game: Booker, peanas y conferencias

Un lanzamiento decisivo en Moscú; un central ante el sueño de cualquier ‘9’; un resbalón en el quinto penalti; un brazalete cubierto de césped y un (vara)palo que…
…Está bien, está bien… lo de Devin Booker no ha sido ni la mitad de dramático de lo que le ocurrió al pobre de John Terry en la final de la UEFA Champions League ; pero el súbito revolcón en las expectativas previo al precario parche de después, me ha hecho evocar aquella noche histórica de 2008, en Luzhniki, ante el Manchester United.

Y es que la cuenta de Instagram de los Phoenix Suns de hace dos jueves fue un auténtico poema. Su Twitter tampoco se quedó atrás.

En las horas/minutos previos a que se hiciera oficial la lista de jugadores reserva para el All-Star Game, hypeábamos en su perfil con cosas como esta:

Y sin tiempo apenas para digerir el chasco… –y ya con un tono menos flashy y más reivindicativo– esta otra:

«Lo que los entrenadores han entendido no coincide con lo que significa para nuestro equipo», explicaba un desconcertado Monty Williams a la prensa.

«La eficiencia que está exhibiendo, la defensa que está realizando en cada partido, su habilidad para tomar siempre la decisión correcta… ya lo vimos el otro día: anotó 32 puntos en 30 minutos (ante Dallas), y ni siquiera tuvo que forzar la máquina… simplemente vimos a Devin siendo Devin. No evita ni un solo enfrentamiento (individual). Cuando intento exonerarlo de marcar al mejor jugador del equipo rival, él no me lo permite. Noche tras noche, cuando me fijo en los dos mejores exteriores del otro equipo, ninguno es capaz de defender a Devin. Estoy decepcionado porque está jugando fenomenal, y tirando con un acierto superior al 50%… podría seguir y seguir…. claro que estoy decepcionado». Una reflexión, por venir de su head coach, tan sospechosa de ser subjetiva como plagada, a mi juicio, de llana objetividad.

A Devin Booker le tocaba, ya sí, ya definitivamente, ya tras dos años de merecerlo y ser ignorado, ir (mínimo como suplente) al All-Star Game. Así lo pensaba James Jones, su general manager institucional y vieja sombra deportiva de LeBron James, y a la sazón de ello le animaba John Calipari, mito de la NCAA por la Universidad de Kentucky, a utilizar este nuevo desdén como combustible motivacional.

¿Con que carta de presentación afrontaba Booker la criba?

En el preciso momento en que los entrenadores jefe de cada una de las 30 franquicias tuvieron que ejercer su derecho (y deber) de voto, los números de Devin Booker eran de 27,1 puntos y un 51% de acierto en tiros de campo.

Lo repito, por si no ha quedado claro: 27,1 puntos y 51% de acierto en tiros de campo (no olvidéis que hablamos de un shooting guard).

No solo eso. Démosle contexto. De entre todos los escoltas de la Liga (y no sólo del Oeste), la estrella de Phoenix presumía del segundo mejor Win Share (5,5; baliza entre los 10,5 de James Harden y los 4,7 de Donovan Mitchell), de ser el tercer máximo anotador (tras Harden y Bradley Beal) y de gozar del mejor True Shooting (62,5%) de entre 15 los jugadores de perímetro (es decir, escoltas pero también bases) que anotan al menos veinte puntos por partido.

¿Y si lo ponemos en términos históricos? Pues el dato nos lo trajo SportsCenter: los únicos jugadores, desde que hay datos de ello, que han logrado promediar 27 puntos, 6 asistencias y al menos un 50% en lanzamientos en temporada regular, han sido Michael Jordan, Larry Bird, Steph Curry, LeBron James y Oscar Robertson. Y Booker (a pesar de llevar dos semanas con el freno de mano echado) va también camino de ello.

Recientemente, y para colocar la guinda, el escolta de los Suns ha batido el récord de la franquicia en número de partidos consecutivos por encima de los 30 puntos (7). Promedia 6,4 asistencias por encuentro y su estadística avanzada muestra una clara mejoría en defensa, especialmente esquivando pantallas rivales y llegando a los punteos.

Y para rematar, y como su propia franquicia se encargaba de sacar a relucir hace dos semanas, Booker se ha convertido en el jugador de backcourt más joven en alcanzar los 7.000 puntos anotados en RS. En la foto al pie, los tres siguientes.

https://www.instagram.com/p/B741t9sHVHV/

Pero es que además (porque sí, todavía hay más), la dinámica que venia exhibiendo a nivel individual (una de las variables que más tiende a influir en estas decisiones) era casi inmejorable. En el mes de enero, en el instante de la votación, promediaba 31,6 puntos, cuarto máximo anotador de la NBA de 2020 (sólo por detrás de Lillard, Wesbrook y Leonard).

Nos faltaba el impacto a nivel colectivo: récord de 20-27 en los Suns; superando ya el total de victorias logrado en el curso anterior (19-63)… a pesar de no haber podido contar con su first pick, Ayton, durante 30 partidos. Y quienes cuentan con su estrellato día a día, vuelo tras vuelo, taquilla con taquilla, saben apreciarlo.

Kelly Oubre Jr: «Su juego es puro arte. Si tras verle jugar piensas que es cualquier otra cosa que no sea una superestrella de esta liga, no estás siendo realista. Mejor ni me hables».

Dario Saric: «Es el mejor jugador con el que he jugado. Y lo he hecho con Simmons, con Embiid, con Towns… pero Booker es diferente. Puede anotar casi de cualquier manera y desde cualquier posición».

Y sin embargo, y aún con todo lo dicho, con mejores números y mismas victorias que Damian Lillard en el momento de emitir el voto y con mejores números y más victorias que Brandon Ingram, Booker volvió a ser, inexplicablemente, el descartado.

Este y Oeste… ¿en serio?

Si tras hundir la cabeza entre las palmas de las manos aún os animáis a entreabrir los dedos y girar la cabeza a la derecha… pof.

Hace unos meses, varios de vosotros me acribillasteis en la caja de comentarios por anticipar a Jayson Tatum como uno de mis favoritos a desvirgarse en el All-Star Game. Y apostaría que ahora, de entre los otros nueve debutantes (Doncic y Young de titulares), el de los Celtics se ha convertido en uno de los menos polémicos o controvertidos.

Pero es que algo pasa con el oxidado formato que arrastramos –a medio hacer o a medio desmontar–, el cuál se ventila a Booker por partida doble.

  • Primero por la norma de dividir el quinteto entre jugadores interiores y exteriores, adhiriendo a los aleros junto a los big man y dejando infrarrepresentado al segmento del backcourt.
  • Y por otra parte, la anacronía de una costumbre herencia de una realidad extinta que, en mi opinión, chirría como un viejo candado y sobrevive como un absoluto sinsentido.

Si Adam Silver decidió que tras las votaciones y elecciones fuesen los capitanes de cada conferencia (seáse, LeBron y Antetokounmpo) quienes diseñen sus propios equipos, diseminando así la simetría territorial… ¿qué motiva exactamente mantener Este y Oeste en la fase previa de las votaciones?

Porque precisamente, en un partido donde el aliciente competitivo lleva décadas en picado y perdió a su último valedor en cuanto Kobe Bryant optó por la retirada… mezclar conferencias no sirve –contradecidme si pensáis distinto– de nada. Pero de nada. Los fichajes veraniegos en sí mismos ya se encargan de desplazar a las estrellas del Oeste al Este y viceversa… más ahora incluso con la tendencia de los jugadores al firmar sus contractos y renovaciones, prefiriendo la duración bianual a la quinquenal a la que nos tenían clásicamente acostumbrados.

Mi caso se sostiene en que la verdadera baza para dar carpetazo a las conferencias en el All-Star Game, explica su leitmotiv en términos de justicia.

Si de por sí ya detesto la forma en que Devin Booker va a ir a su primer All-Star (sustituir a un jugador lesionado implica que habrá años en que irán sólo 24 jugadores, y otros en los que, por avatares, hemos tenido cerca de 30), saber que cada año el descuadre de talento por conferencia castiga a unos y premia (inmerecidamente) a otros por un caduco argumento de equidad… me cabrea de verdad.

Y con todos mis respetos a Khris Middleton, a Domantas Sabonis, a Kyle Lowry, a Jason Tatum e incluso a Trae Young… el Este, así como el Oeste, cuando de ver a los 24 mejores de la NBA se trata (el rollo aposicional será lo siguiente), no deberían existir.

Porque sin avatares ninguno, estaríamos hablando de un Oeste con Stephen Curry y Klay Thompson y de un Este con Kevin Durant. Y entonces mi única duda sería cuánto tardaríamos a ver a Devin Booker, de protagonista en La Sexta, caracterizado por su papel en Crímenes Imperfectos.

(Fotografía de portada de Christian Petersen/Getty Images)


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