Los Golden State Warriors han planificado la temporada desde una postura conservadora que comparte pasado, presente y futuro. A la espera de que se materialice el tan deseado regreso de Klay Thompson, en el seno de la organización confían en el tándem que aúna los principales baluartes de los tres anillos recientes (2015, 2017 y 2018) y aquellos talentos que aspiran a dar a continuidad a este éxito.
Esta resolución generó partidarios y detractores a partes iguales antes del arranque de la temporada regular. Los primeros veían lógico no desprenderse de los jugadores jóvenes partiendo de unas expectativas moderadas tras dos campañas consecutivas sin oler los playoffs. Unas dudas legítimas hasta para algunos de los pesos pesados de la plantilla. Los segundos destacaban la necesidad de exprimir al máximo el tridente compuesto por Stephen Curry, Draymond Green y Klay Thompson para sumar un nuevo campeonato de despedida y asegurar su legado. Y después ya Dios dirá.
Sin embargo, los Warriors han destrozado estas previsiones a pesar de la ausencia de Thompson, lesiones menores y las secuelas propias de los protocolos de salud y seguridad por el COVID-19. En efecto, los de Steve Kerr se dirigen hacia el ecuador del curso con el mejor récord de toda la liga (28-7), el mejor ratio defensivo, el cuarto mejor rendimiento ofensivo y un Curry superlativo que aspira a sumar su tercer premio al MVP de la temporada.
Este rendimiento sugiere que el segundo grupo antes citado ha terminado por confirmar su postura: es el momento idóneo para convertir los activos de futuro en piezas capaces de seguir construyendo el camino hacia un nuevo anillo en el muy corto plazo. No hay tiempo para desarrollo ni experimentos.
En los últimos dos años, los Warriors han disfrutado de tres selecciones de lotería que se han transformado en James Wiseman (pick 2), Jonathan Kuminga (pick 7) y Moses Moody (pick 14). Mucho se rumoreó durante el pasado verano sobre posibles traspasos que involucrarían a los tres jóvenes, aunque no se llegó a materializar ninguno.
Según diversas informaciones, la gerencia de los Warriors está especialmente enamorada de Wiseman, a quien Joe Lacob, propietario del equipo, ve como un potencial jugador generacional. Una condición de intocable que también compartiría Kuminga, a cuya historia ya dedicamos una pieza el pasado mes de agosto. Por su parte, Moody emerge como el tercero en discordia aunque él tiene muy claro ser digno de prolongar el gen competitivo que ha exprimido el equipo durante la última década.
Así, la gerencia ha dado a entender por sus declaraciones que al menos dos ellos suponen las piedras angulares de una nueva dinastía una vez que Curry, Thompson y Green cuelguen las zapatillas. Pero quizá puedan correr el riesgo de estar sobreestimando –o quizá no– el potencial de estos jugadores, sacrificando, a su vez, la posibilidad de mejorar el equipo.
¿Valorar más el futuro o el presente?
Sobre el papel, hay razones de sobra para ser optimistas acerca de la proyección futura de Wiseman, Kuminga y Moody. Cada uno de ellos fue elegido por una razón –y la actual directiva, encabezada por Bob Myers, suele tener buen ojo para esto–, la cual ha devuelto ya sus primeros destellos.
Kuminga es un defensor muy versátil, Moody presenta un interesante repertorio ofensivo que, de momento, ha tenido que mostrar en la G-League y Wiseman comprende un perfil amoldado a los cánones del big-man moderno, aunque las lesiones no le hayan permitido asentarse en la NBA.
No obstante, hablamos de potencial y no de rendimiento actual. Y aún abrazando con ansia el primero, existen dudas legítimas sobre que este tridente llegue a rozar siquiera la calidad del actual Big Three. No hablamos solo de tres grandes estrellas de la liga, sino de, posiblemente, uno de los mejores bases de la historia, uno de los mejores y más versátiles defensores de todos los tiempos y de uno de los tiradores más letales que ha pisado la competición. Sin olvidar, por supuesto, la fluidez ofensiva que logran sin el balón.
Esto no quiere decir que los Warriors deban deshacerse de todos ellos de forma inmediata y a cualquier precio. Pero sí que es posible que la propia narrativa de la temporada les obligue a reconsiderar la negativa inicial a cerrar una hipotética operación. Son muchos los nombres de gran magnitud que han salido al mercado en los últimos meses, por lo que los Warriors pueden estar en frente de una oportunidad de oro para asentarse como máximos contenders al título.
Stephen Curry sigue siendo uno de los mejores jugadores de la NBA y recientemente superó el récord de triples anotados y su propia marca de partidos anotando, al menos, un tiro de tres puntos. Draymond Green ha reconocido estar disfrutando de nuevo del baloncesto. Un deseo compartido por un Klay Thompson que está como una moto a pocos días de volver a la élite. Y sus rivales ya temen cruzarse con ellos en playoffs.
En última instancia, es la gerencia la que debe de decidir el camino a seguir. De una forma u otra, Curry es la máxima estrella y una pieza intocable, por talento, estatus y relato. Por lo tanto, de las resoluciones tomadas en el presente más próximo dependerá el grado de éxito, así como el potencial de prolongación del mismo en el tiempo.
(Fotografía de portada de Ezra Shaw/Getty Images)