NOLA y Zion: entre la espada y la pared

Entre la espada y la pared, siendo la espada (luego iremos con la pared) Zion Williamson, el número 1 del Draft 2019 y un espécimen fabuloso y único en su generación, quién la personifica pero también la empuña.

La personificación cobra vida a través de las lesiones, de las cuáles el jugador posee sólo un control relativo.

Desde el primer día todos entendimos que en su mayor arma (su brutal físico) también reside su mayor debilidad (su frágil físico). Zion desplaza su mole de 130 kilos con la agilidad de una gacela y la fuerza destructiva de un trolebús. Pero su tren inferior carece de arbotantes con los que descargar y repartir su abismal fórmula de potencia y peso, por lo que éste –y especialmente sus rodillas– se mueve (y moverá) durante toda su carrera sobre un hilo de incertidumbre.

Porque además, para ser All-Star, Zion –que no es un tirador a lo Klay ni un ball-handler a lo Irving– necesita su físico. Su brutal y frágil físico. Así pues, lo de elevar su masa magra en detrimento de las grasas suena muy bien, pero esto tiene un techo muy bajo. Un Zion de cien kilos ya no sería Zion. Seguiríamos estando ante un buen jugador, más del agrado de los cuerpos médicos y de Carlos Ríos pero también de las defensas. Detenerle en la pintura dejaría de ser un rompecabezas sin solución.

Obviamente hay una parte que el jugador sí puede controlar. Una alimentación adecuada, un acondicionamiento óptimo y un trabajo de gimnasio que haga un especial hincapié en el apartado preventivo disminuirá notablemente los riesgos de lesión y de una carrera profesional (en lo explosivo) más corta de lo deseado. Una horquilla más o menos inelástica en función de las pistas que le vaya dando su cuerpo con el transcurso de los años.

Recordemos a Shaq y su evolución como fuerza de la naturaleza… desde sus espigados 140 kilogramos de Orlando Magic hasta la apisonadora de casi 180 kg en el festival angelino del three-peat.

Una talla que (como el compromiso) viene y va

Decididamente, el corte del pantalón no ayudaba, pero la culpa no es del modisto o la modista. Todos sabemos que de esos faros traseros se podía haber hecho un buen salazón con el que alimentar durante meses a La Guardia de la Noche.

Este año hemos estado viendo un Zion ‘pasado de peso’, algo que la sola inactividad competitiva no basta para justificar. Ahí entra la disciplina y el interés del jugador. El sentido del compromiso que es, quizás, una de las variables que más preocupa en las oficinas de NOLA. Un rasgo dificilmente ‘entrenable’ y que ya hemos visto decenas de veces en el pasado cómo es capaz de generar tendencias y destrozar esquemas en una NBA sometida, cada vez más, al arbitrio caprichoso de las estrellas, conscientes de su poder.

Un poder que permite agitar los cimientos de la liga forzando traspasos y desmantelando planes y hojas de ruta de alto valor estratégico y financiero. James Harden, Blake Griffin, Ben Simmons, Andrew Wiggins, Markieff Morris, Kawhi Leonard son sólo algunos ejemplos más o menos acentuados de esta inaceptable actitud de rebeldía (pobre DeRozan).

Un aspecto éste de arriba que los Pelicans deben evaluar hasta la obsesión antes de acometer eso que parece inevitable. Ofrecer a Williamson la carta de renovación por el máximo permitido (181 millones por 5 años: esto es, 36 por temporada, lo que lo colocaría en el top-20 de jugadores mejor pagados en el próximo lustro). Y aquí nos adentramos en la otra variable: la pared.

El tamaño importa

El tamaño importa –y bastante– cuando de poner en marcha una organización NBA se trata. Mercado grande/mercado pequeño… un tema que aparece en las conversaciones de cuándo en cuándo y siempre termina asomando la cabeza cuando toca hablar de renovaciones, fichajes, agencia libre e impuesto de lujo.

Si eres un general manager o el accionista mayoritario de una franquicia situada ‘en un mercado grande’ cuentas con muchas ventajas de partida respecto de quien comanda un equipo en sede marginal.

Además del consabido clima (RIP, Mineápolis) y el atractivo cerve-cultural de cada ciudad, la publicidad y las oportunidades de patrocinio local tienen un impacto directo en cómo de tentador resulta para un gran agente libre el decantarse por un proyecto por encima de otro. El potencial de derroche que, en su máxima magnitud, puede alcanzar un equipo.

Y como ya debéis saber o imaginar, los New Orleans Pelicans son el Muggsy Bogues de los mercados.

Los acuerdos televisivos de emisión NBA en red local (es decir, en cada ciudad), representan una gran parte de los ingresos totales por franquicia: a mayor audiencia de visualización local, más ingresos obtendrá de su oferta de TV. El tamaño de una audiencia televisiva local se define por la cantidad de hogares en el área de visualización, según los datos del censo de EE. UU.

¿Dónde aparece NOLA en este estudio? Pues tocaría hacer scroll, así que mejor os recortamos la tabla.

Allá donde reinó el jazz y los riverboats apenas pueden presumir de que, con un área metropolitana inferior a la de Memphis, logran una proyección televisiva ligeramente mayor. Y todo esto tiene, como es lógico, sus consecuencias en las demás ramas de financiación de las que bebe una franquicia y conforme a las que diseña su estrategia de fichajes y, sobre todo, de renovación. Porque tras draftear bien y fichar aún mejor… luego viene lo chungo: la consolidación.

Para el que quiera conocer más en detalle la disparidad de ingresos entre las 30 franquicias de la liga así como las distintas fuentes primarias de dichos ingresos, deteneos sin prisa en este sensacional post de Dimitrije Curcic para RunRepeat del cual yo sólo voy a rescatar una de sus tablas para este artículo. La de la evolución de los ingresos anuales totales entre 2011 y 2021.

Me quedo con que el mejor dato de los Pelicans (los 224M en ingresos de 2019) es superado por hasta seis equipos en 2021, año de pandemia y donde los pabellones fueron clausurados al público con las subsiguientes pérdidas millonarias. Pues bien, con este panorama tienen que remar en New Orleans.

Evolución de los ingresos anuales totales por franquicia NBA entre 2011 y 2021

EQUIPO20112012201320142015201620172018201920202021
Atlanta Hawks$109$99$119$133$142$169$209$215$251$222$199
Boston Celtics$146$143$169$173$181$200$257$287$304$274$211
Brooklyn Nets$89$84$190$212$220$223$273$290$304$280$212
Charlotte Hornets$101$93$115$130$142$158$202$213$240$215$183
Chicago Bulls$185$162$195$201$228$232$281$287$301$300$213
Cleveland Cavaliers$149$128$145$149$191$233$280$302$300$269$211
Dallas Mavericks$166$137$162$168$177$194$233$287$307$295$231
Denver Nuggets$113$110$124$136$140$157$202$222$252$218$185
Detroit Pistons$141$125$139$144$154$172$221$235$255$227$192
Golden State Warriors$139$127$160$168$201$305$359$401$440$474$258
Houston Rockets$150$135$191$175$237$244$296$326$348$308$223
Indiana Pacers$101$98$121$139$138$157$205$222$243$217$179
Los Angeles Clippers$108$108$128$146$176$185$257$258$282$262$219
Los Angeles Lakers$208$197$295$293$304$333$371$395$434$400$316
Memphis Grizzlies$99$96$126$135$147$155$206$213$224$210$186
Miami Heat$158$150$188$188$180$210$253$259$294$266$218
Milwaukee Bucks$92$78$109$110$126$146$179$204$283$239$212
Minnesota Timberwolves$97$96$116$128$146$154$204$223$234$214$199
New Orleans Pelicans$109$100$116$131$142$156$204$214$224$209$181
New York Knicks$244$243$287$278$307$376$426$443$472$421$298
Oklahoma City Thunder$126$127$144$152$157$187$222$241$258$236$183
Orlando Magic$140$126$139$143$143$166$211$223$244$218$188
Philadelphia 76ers$116$107$117$125$124$140$184$268$300$259$236
Phoenix Suns$136$121$137$145$154$173$218$235$246$222$206
Portland Trail Blazers$132$117$140$153$157$178$223$246$287$240$201
Sacramento Kings$104$96$115$125$141$164$240$263$286$245$192
San Antonio Spurs$139$135$167$172$170$187$259$262$285$255$205
Toronto Raptors$134$121$149$151$163$193$250$275$334$264$194
Utah Jazz$120$111$131$142$146$164$221$243$258$226$262
Washington Wizards$109$102$122$143$146$155$222$255$269$231$213

Los Warriors y el fair play

Todos aquí conocemos los enormes esfuerzos que han realizado conjuntamente y durante décadas la Liga y la NBPA para afianzar un sistema donde predomine el equilibrio en cuanto al dinero gastable y disponible. Una competición donde reine la equidad en base a una férrea normativa de redistribución en cuanto a los excesos. Aún así, sigue sin haber un artículo en su reglamento que prohíba tajantemente el despilfarro o detenga en la aduana a Al-Khelaïfi de turno con hambre de Monopoly.

Pero en general el tablero está bien dispuesto. La NBA premia a aquellas organizaciones que realizan satisfactoriamente su labor de scouting a través de los derechos bird, permitiendo sobrepasar el límite salarial para dar continuidad a un proyecto deportivo prometedor o exitoso… a cambio de ‘una compensación’ que aumenta en progresión. Esto es, también castiga si una franquicia no negocia extensiones razonables y se dedica a mantener el núcleo de su roster a base de contratos máximos.

Justo, es la franquicia en la que estás pensando: Golden State Warriors como ejemplo paradigmático y de untuosa actualidad.

Este año, la apuesta triunfal de La Bahía ha renacido de sus cenizas para darles sus sextas Finales y el cuarto anillo en ocho años, ayudando así a justificar el inmenso desembolso que vienen realizando temporada tras temporada en impuesto de lujo. Esta 2021/22 los Warriors han superado el threshold en 39 millones lo que, en base al carácter progresivo de la multa mencionado antes (y que, por tramos, va de los 1,5 a los 4,75 dólares por cada dólar que cruce el límite salarial), han abonado ‘un extra’ que asciende a la friolera suma de los 170,33 millones de dólares.

Una cifra que supera en 48 millones el mismísimo límite salarial (122M)… ¡¡¡¡y solo en multas!!!

Con tres jugadores en el top-25 de los mejor pagados (Curry, Thompson y Wiggins), este verano les toca que afrontar la renovación de este último y la de Jordan Poole, que serán agentes libres en verano de 2023 y que debido a su enorme contribución en la consecución del campeonato no saldrán baratos si es que deciden mantenerlos a ambos. A la par, Draymond Green tiene una opción de jugador para la 2023/24 por valor de 27,6 millones y que habrá que ver si está dispuesto a aceptar o exige también empezar a discutir su renovación, y si esta será o no ‘a la alta’. Mientras, la nómina de Steph irá aumentando sin control curso tras curso; de los 48 millones que cobrará la temporada entrante a los 59,6 que percibirá en 2027, su último año de contrato.

A todo esto aún habrá que añadir los casos de esos jugadores que aún se encuentran bajo el paraguas de la escala salarial de novato pero que, si cuajan, a Bob Myers y Joe Lacob les tocará ofrecerles una renovación a la altura: son James Wiseman, Jonathan Kuminga y Moses Moody, tres piezas con mucho potencial de progresión en los dos próximos años.

Así pues, y con la dinamita apilada en el corazón de Fort Knox, o bien el Big Three (sobre todo Klay y Draymond, ya que el contrato de Steph está lejos de vencer) renegocia su ampliación a la baja en pos del bienestar económico de su franquicia, o se marcan un Goldfinger ‘a lo Kobe’ y colocan a los GSW en la tesitura de tener que exprimir al máximo sus múltiples vías crematísticas y donde una explotación óptima del Chase Center –y demás variables de índole lucrativa– será crucial para mantener el buque de los sueños a flote.

¿Y toda esta explicación sobre el caso Warriors y su Big Three, pa’ qué? Pues porque quería que calase en nuestras cabezas como funciona parte del entramado NBA antes de volver de nuevo al tema Zion Williamson y preguntarnos ahora: ¿es esto posible en NOLA?

Una simple y triste respuesta: no. Tajantemente no.

Viaje al pasado: La Ceja

Y ahora, curiosamente, esta vergencia puede dar lugar a dos lecturas en el seno de la mesa directiva. Dos formas de actuar ante un caso tan espinoso como el de Zion pero que a su vez emana un hedor nada nuevo en las instalaciones de los Pelicans. Ocurre que, con Anthony Davis, ya vivieron algo muy similar. Un jugador capaz de cambiar el rumbo de una franquicia pero con la molesta tendencia a estar disponible sólo a tiempo parcial.

Con la Ceja, que no alcanzó los 70 partidos en ninguna de sus primeras cuatro temporadas, echaron el resto con la extensión máxima tras su contrato de rookie, que en 2015 alcanzó los 127,2 millones en cinco años. La apuesta salió bien en el sentido de que Davis se desarrolló como un jugador superlativo y en NOLA hicieron lo posible, dentro de sus opciones de apalancamiento, por rodearle de piezas que los convirtieran, mínimo, en contenders de segunda fila. Y muchos aún seguimos preguntándonos qué habría pasado en los playoffs de 2018 si Rondo y Cousins no se hubieran lesionado fatídicamente.

En todo caso, tras dos First All-NBA Team, el valor de Davis estaba tan disparado que aún quedándole solo un año de contrato (y conscientes de que lo improbable de su renovación), los ejecutivos de NOLA lograron traspasarlo a los Lakers por 3/4 partes de su núcleo joven: Josh Hart, Lonzo Ball, Brandon Ingram y suculentas rondas del draft. Reconstrucción instantánea y sin necesidad de demoler los cimientos.

De ese traspaso los Pelicans aún conservan a Brandon Ingram, quien se ha convertido en su buque insignia. En cuanto a Lonzo hicieron un sign-and-trade (regulero) con Chicago Bulls, mientras que con Josh Hart viene de firmar su jugada maestra, pues tras sacarle un gran rendimiento lo han mandado a Portland a cambio de la estrella veterana que pedía el proyecto para dar el salto de calidad que les ha permitido ser competitivos ya en estos últimos playoffs: C.J. McCollum.

En mercados NBA ‘carentes glamour y ‘prokhoroves’ sin polvo ni ética en la cartera que las recubran con pan de oro, el encaje de bolillos en materia de fichajes es el pan fresco de ayer y de hoy. Un ambiente hostil donde Trajan Langdon y David Griffin manejan ágilmente la azada merced a (además de los de arriba) otros traspasos nada desdeñables como el que trajo a Jonas Valanciunas a cambio de Steven Adams y Eric Bledsoe, o la más arriesgada apuesta de invertir en Devonte’ Graham tras su notable campaña en Charlotte Hornets.

En mercados chicos como el suyo el tiempo avanza más deprisa; concretamente, la caducidad del proyecto vive estrechamente ligada al límite salarial, ya que superarlo por más de una o dos hebillas implica una presión en las arcas que estas franquicias de perfil discreto, a diferencia de Knicks, 76ers, Lakers o Warriors, no pueden soportar en el tiempo de manera prolongada.

NOLA ahora está en un buen momento en términos competitivos. Vienen de disputar los playoffs (sin pasar por el play-in) sin haber contado con su máxima estrella y con la certeza de mantener su bloque duro para el próximo curso. Mientras, su espectro multianual a nivel salarial es aceptable a pesar de los altos contratos de Ingram y McCollum, con algunas piezas jóvenes e intrigantes como Herbert Jones y el mejor amigo de Chris Paul en playoffs, José Alvarado.

El nuevo salto en los márgenes tanto en límite salarial como en impuesto de lujo en la 2022/23 (122 y 149 millones de dólares respectivamente) les favorece enormemente, ya que en estos momentos, y según Spotrac, se quedan 7,8 por debajo del luxury tax, lo que les hace abandonar el Hard-Capped que sí han sufrido este curso anterior, desbloqueando así el uso de las excepciones y demás herramientas salariales accesibles a los equipos que ‘han sido buenos’ en términos de tesorería.

(Los Pels aún conservan una trade-exception de 6,3 millones del traspaso de Steven Adams así como la Non-Taxpayer Mid-Level Exception de 10,26M)

El Draft: ¿qué necesitan?

Del Draft de pasado mañana (sobre el que David está publicando artículos frescos) NOLA aterriza con serias expectativas, pues son dueños de hasta tres elecciones: dos picks de segunda ronda (41º y 52º) y un interesantísimo pick 8º. ¿Dónde deberían poner el foco, sobre todo si buscan resultados a corto-medio plazo? (que sería lo normal, dada la coyuntura y edad de su plantilla).

Me atrevo a partir de la premisa de que, si Zion renueva, los puestos del 2 al 5 parecen más que cubiertos por ahora en la alineación titular: McCollum, Ingram, Williamson, Valanciunas.

Desde el mock draft de Tankathon apuestan por Bennedict Mathurin, escolta canadiense de 20 años procedente de la universidad de Arizona con facilidad para anotar y sacar faltas, pero que languidece como defensor.

Por su parte, en el portal de Nbadraftroom son más conservadores y eligen a Adrian Griffin Jr., alero freshman de Duke con una espectacular muñeca para anotar de tres y físico suficiente para ser peligroso en las inmediaciones del aro… un gran jugador que parece incluso difícil que siga disponible llegado el turno de los de David Griffin, pero… y aún así… ¿es esto realmente lo que necesitan los Pels del futuro más próximo si quieren aprovechar la mediatriz donde ‘el prime’ de Ingram, Zion y Mccollum aún coincide en el tiempo?.

Devonte’ Graham parece lejos de ser ese ‘1’ ideal y sólido sobre el que construir una marca ganadora, invitando más a salir como segundo combo guard y microondas desde el banquillo. Dyson Daniels (más escolta que base) sería un milagro que resistiese sin ser seleccionado hasta el pick 8º, pero si fuera el caso NOLA debería lanzarse a por él (defensor de élite y jugador de perímetro muy completo) y luego ver cómo hacen para conjugarlo con Ingram. En cualquier otro escenario, la verdad es que no se me ocurre ningún jugador de impacto para esta 2022/23 procedente del Draft al que los Pelicans no puedan dejar escapar bajo ningún concepto (os leo en los comentarios por si creeis que se me ha pasado alguno).

¿Y en la agencia libre?

Playmakers con nombre, muchos (Ricky Rubio, Delon Wright, Dennis Schröder, Tyus Jones, Elfrid Payton, Rajon Rondo, Goran Dragic, Austin Rivers), y de los que he puesto no sé cuantos estarían dispuestos a firmar sólo por un año y la excepción salarial de 10 millones que pueden poner sobre la mesa los Pelicans, o siquiera si supondrían el fit ideal que andarían buscando tanto unos como otros.

¿Que quizás es mejor o más atractivo tratar de pescar puntos y madurez para la segunda unidad en un Ingles, un Harrell (a falta de que dictamine el juez), un Thaddeus Young, un Taurean Prince, un P.J.Tucker o (si cuela) un Otto Porter Jr.?… pues tampoco os diría que no.

Espíritu two-way: hace falta todo

Venimos de presenciar un espectáculo a roca y piedra en el que, para llegar a unas Finales, ya no basta con tener una plantilla excepcional en ataque ni tampoco en defensa. Debes poseer ambas cosas. Equipos con gran talento anotador como Nets, Suns, 76ers o Mavs se han quedado por el camino, al igual los cerrojos impuestos por Grizzlies, Bucks o Heat han sido insuficientes, quedándose corta la fórmula del catenaccio. Para aspirar al Larry O’Brien hay que atacar muy bien y defender todavía mejor.

En NOLA deben tener esto muy en cuenta tanto al aplicar su política de fichajes como en el sentir del vestuario. El cuerpo técnico, su discurso y su capacidad para impregnar a los suyos de la cultura del esfuerzo valen tanto o más como dar el pelotazo en la FA.

Bryan Colangelo: ¿valiente o insensato?

¿Que un Zion sano y comprometido te hace contenders a estos Pelicans con lo poco/mucho que puedan añadir en el verano? Sí, y por ello y con sólo 85 partidos de muestra, la respuesta Griffin es, a su vez, mordaz y razonable. «El chico ha sido muy bueno cuando ha podido jugar. Es un jugador de máximo, eso es fácil verlo».

Trayectoria de Zion Williamson antes de su (posible) renovación

Además, un apunte final para los más escépticos, en NOLA estarían lejos de ser pioneros en asuntos de temeridad. Los 76ers batieron todos los récords firmando a Joel Embiid una extensión máxima de 5 años y 147,7 millones de dólares cuando sólo llevaba jugados 31 partidos como profesional y tras pasar sus dos primeros años en la liga en el dique seco. 31.

Repito. Treinta y uno.

También es cierto (e importante) recordar que los 76ers incluyeron una cláusula en el contrato de renovación por el que se protegían hasta cierto punto (nunca se filtraron los detalles) en caso de que Embiid volviera a lesionarse del pie o la espalda, sus dos zonas dañadas y recurrentes hasta entonces.

Trayectoria de Joel Embiid antes de su renovación

Hay una dicho inglés que viene al pelo para poner punto y final y que reza: «One’s best ability is availability».

Y esta (la disponibilidad) es una ‘cualidad’ de la que por ahora Zion Williamson carece. Una cualidad que, como el artículo 15 de la CE, es imprescindible para desarrollar todo lo que viene a continuación. Para disfrutar del resto del pack. De la gacela Thompson con alma de trolebús.

Pero no lo olvidéis, estamos en NOLA: donde la pared corta incluso más que la espada.

(Fotografía de portada de Sean Gardner/Getty Images)


EXTRA NBAMANIACS

Nuestro trabajo en nbamaniacs es apoyado por lectores como tú. Conviértete en suscriptor para acceder a beneficios exclusivos: artículos especiales, newsletter, podcast, toda la web sin publicidad y una COMUNIDAD exclusiva en Discord para redactores y suscriptores.