La desgracia: una suerte al servicio de todos

En la tarde del martes, es decir, anteayer, estuve a medio impulso de autoexponerme al pasatiempo favorito de Joffrey Lannister Baratheon: decapitar mi propia cabeza y exhibirla clavada en una pica. Quería un artículo poniéndome en lo peor. No por gusto, sino porque, por desgracia, lo peor a menudo no es lo más improbable.

Cuando utilizamos parte del verano para planificar la temporada y hablar de favoritos, de tanking o de playoffs, tendemos a esbozar, involuntariamente, el mejor de los escenarios. El año se nos dibuja como un réquiem de grandes oportunidades.

‘Estamentos’

A excepción de un par o tres —Joel Embiid y Andrew Bogut…—, parecemos no conocer el escepticismo. Ya ni siquiera desconfiamos de Rose (titularísimo) y de sus rodillas.

Nuestro cerebro, fruto de miles de años de evolución, ha aprendido a priorizar los buenos recuerdos por encima de los no tan buenos con el fin último de, a costa incluso de distorsionar el  propio pasado, preservar nuestra felicidad. Y cuando el machetazo alcanza a figuras de gama media, como Dante Exum o Solomon Hill, se adueña entonces de nosotros una suerte de hipocresía relativista carente de empatía. Nos atrapa una congoja similar a la que nos despiertan los 300 somalíes o los 17 últimos sirios. Un golpe que no golpea. Molesta, sí, pero no atraviesa. Los leemos y sentimos como algo que nos resulta familiar y lejano al mismo tiempo. Desdichas extrañas, frente a las que construimos nuestra realidad, paralela e impermeable. Como si con sólo pensarlo, introdujésemos la cabeza en una burbuja inmune a la mierda exterior, olvidando que la desgracia no entiende de clases ni de países, de barrios o creencias, de franquicias y contratos. No distingue si eres europeo o alepino, …. musolío o neoyorquino. A la desgracia le resbala que te llames Gordon o Dante, Salomon o Jabari, Glenn o Isaiah.

Por eso sentí la necesidad de hacer una radiografía de la NBA acompañada de un mal diagnóstico. Porque esas cosas pasan, y cuando pasan, provocan un vuelco en la Liga. Cualquier pronóstico anterior es historia; cualquier cábala, papel mojado.

Pero las desgracias, si bien acechan a todos, no a todos afectan igual. Un huracán puede significar un mal mes en Miami, un año difícil en Puerto Rico, una generación perdida en Haití.

El riesgo de los superequipos

La NBA, en la naciente Era de los superequipos, no escapa de ningún modo a este debate en su propio contexto. Las lesiones, como presenciamos hace dos noches, no se cohíben ante acuerdos de 128 millones de dólares; ni siquiera las más graves y aparatosas.

Lo que debía ser una noche de júbilo y grandes reencuentros se transformó, en solo cinco minutos, en una pesadilla de la que era urgente despertar. Creo no arriesgar si afirmo que, en el minuto 6:45, todos contuvimos el deseo de hacer algo similar: estrellar la tablet contra la pared, golpear con fuerza la pantalla del ordenador, lanzar el móvil al suelo y convertirlo en fosfatina. Ante la desgarradora imagen del tobillo de Hayward vuelto del revés, solo acertamos a formularnos una pregunta dividida en dos fases: ‘¿Por qué? ¿Por qué ha tenido que pasar?’.

Una pregunta tan inevitable y recurrente de hacer como absurda y obvia en su respuesta. Porque estas cosas pasan. Parafraseando a Duró, «el universo no se conjura para buscar todos los marrones, y concentrarlos en el noroeste de Coruña para joder a Pepe».

Escribiendo este artículo hoy y no a principios de semana, creo que puedo librarme de los «gafe, cenizo, lathspell, pájaro de mal agüero, y ‘vamos a clavar tu cabeza en una pica'». Sin embargo, publicándolo hoy quiero invitaros a un cante a la esperanza pero también a la cautela, así como pediros que me acompañéis en un rápido análisis comparativo. Y todo ello sin salirnos de los superequipos. Rescatamos para ello el cuadro que Miguel Gaitán nos trajo en el artículo en el que nos los mentaba a todos.

  • WARRIORS: Kevin Durant, Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green.
  • CAVALIERS: LeBron James, Isaiah Thomas, Dwyane Wade, Kevin Love.
  • SPURS: Kawhi Leonard, LaMarcus Aldridge.
  • ROCKETS: James Harden, Chris Paul.
  • CELTICS: Gordon Hayward, Al Horford, Kyrie Irving.
  • THUNDER: Russell Westbrook, Paul George, Carmelo Anthony.
  • TIMBERWOLVES: Karl-Anthony Towns, Andrew Wiggins, Jimmy Butler.

Celtics

Verlo en pantalla y en primer plano fue un impacto demoledor. Y no afectó menos a rivales que a compañeros. El banquillo de los Cavaliers se estremeció de un salto, los jugadores de los Celtics se abrazaban en círculo mientras Dwyane Wade se acuclillaba, desolado, la mirada de Jae Crawder se perdía en un punto incierto del pabellón y LeBron James se acercaba en un intento de reconfortar a Hayward y, quizás, a sí mismo. No quiero ni pensar lo que estaría cruzando la mente de Derrick Rose.

El pesimismo no tardó en propagarse por las redes, y empezaron a gotear las primeras sentencias. ‘Los Celtics no pasarán de primera ronda’, ‘la temporada está perdida’, o ‘lo que era un año de ir por el anillo, se convierte en un año para ver crecer a los jóvenes talentos’.

Han transcurrido ya las horas suficientes para emitir un juicio algo más templado. A la hora de esta publicación aún no hay dictamen médico definitivo, aunque sí negras perspectivas; manejemos, aún así, los dos futuros: el previsible y el halagüeño.

En el previsible, Gordon Hayward se pierde la temporada entera y se interna en un proceso de rehabilitación similar al que transitó Paul George: ocho largos meses de alzheimer óseo y muscular tras su fractura de peroné y tibia.

¿Aleja esto a los Celtics de playoffs? Para nada. ¿Del primer puesto? Lo más seguro. ¿De la segunda ronda? Veamos.

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Éste es mi alegato: los Celtics de 2018, sin Hayward, no son peores que los Celtics de 2017. Puesto por puesto, los titulares, a mi juicio, sobreviven a la comparativa. A pesar de su temporadón y su estado de gracia de los últimos cuartos, Irving mejora a Isaiah (en ataque y en defensa); y Smart está listo, en cuanto se entone un poco, para paliar la baja de Avery Bradley.

El puesto de forward es más complicado; son sólo dos partidos, pero Jaylen Brown está dando muestras de que sacrificar a Crowder en el traspaso por Kyrie, quizás no fue algo tan duro como pudo parecer. No insinúo con esto que Brown vaya a hacer 25 puntos cada noche (ni cascarse 23 tiros) —18 anoche ante Milwaukee—, pero sí que un curso sophomore en él, puede equipararse al grado de madurez de un cuarto año de tantos otros jugadores de la Liga. Para sus malos días, estará Jayson Tatum; otro listo para rendir desde anteayer, rookie wall incluido. Abdel Nader, Marcus Morris… el problema de los Celtics no reside en el puesto de alero.

De hecho, su problema ni siquiera se llama Gordon Hayward; su problema continúa siendo LeBron James. Siempre ha sido él. Y con ese fin robaron Hayward de los Jazz. Con el de destronar al soberano del Este. Pero no porque con Hayward acumularan otra estrella (más), sino porque, con su adquisición, se le ponía por fin el tejado y la chimenea al resto de la casa.

Resumiendo. Con Gordon había liderato, había playoffs, y había (o debía haber) Finales de Conferencia. Sin él, en Boston sigue habiendo equipo, equipazo, pero la cruzada puede terminar este año en segunda ronda; quizás antes. Wizards, Bucks, Pistons, Raptors, no dudarán en adelantarles el finiquito.

Si jugásemos a comparar franquicias con ejércitos de la mitología griega, los Celtics serían nuestro particular ejército troyano. Ordenado, compacto y bien adiestrado. Y todavía erguido y orgulloso tras la baja del príncipe Héctor.

Cavaliers

Claramente, los Cavs responden al lado de los griegos. Hombres venidos de todas partes unidos por una misma causa. Un ejército que, sin embargo, a pesar de su número, podría ser descrito como una hueste de un sólo hombre. El talón de Aquiles abraza el presente con la salud de LeBron James. Sin él, son polvos y ceniza. Con un poco de suerte, los Rose, Wade, Love, Smith, Crowder, Thompson, alcanzarían los playoffs sin contar con su capitán. También incluso, por qué no, superar alguna ronda. Pero no habría anillo posible.

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LeBron es, al mismo tiempo, bendición y maldición. Lo hace todo en la cancha, de ahí que la dependencia sea terrible. Con su ausencia, el todo se vuelve frágil, anodino, inoperante. Y para desdicha de sus compañeros, la jerarquía termina con él. No existe ático. No hay buzón en el rellano con el nombre de ‘Brad Stevens’ cincelado en él.

Puede caer cualquier otro, Wade, Love… el proyecto se resentiría pero seguiría a flote. Si cae James, el naufragio es cuestión tiempo.

Spurs

Para evitar caer en la redundancia, me permito aplicar idéntica sintomatología en San Antonio Spurs, cambiando el nombre de LeBron por el de Kawhi. Los tejanos son un poco de esto y un poco de aquello. Cuentan con el mejor entrenador y, por ende, con una plantilla cumplidora. Pero por otra parte, dependen demasiado, mes sí mes también, de un Kawhi pluriempleado.

Su trabajo en bloque, su coach Pops, les da para playoffs, pero sin el cyborg tropezarían inexorablemente en las eliminatorias ante un Oeste sin miramientos.

Rockets

En Houston han tenido que hacer sacrificios importantes por Chris Paul —Beverley, Lou, Dekker, Harrell— por lo que perderle implicaría dejar a los Rockets con la mitad del esqueleto. ¿Hace falta explicar lo que quedaría de ellos si la desgracia se cebara con James Harden? Pues continuamos.

T-Wolves

Nos adentramos en territorio Big Three. Al contrario que en Cleveland, estos en fase estable o creciente.

Vaticinar el año de los Timberwolves es como jugar al Risk, invadir Asia al segundo turno y esperar mantenerla durante todo el tercero. No es posible; no te vas a cobrar siete; no sabes exactamente por dónde, pero tienes asumido que por algún lado verás abrirse una grieta en tus fronteras.

14 años sin playoffs son demasiado lastre para una ciudad y su equipo de baloncesto; algunos de los que hoy lo lideran, desayunaban Kellogg’s con sus piernas columpiándose en la silla, sin tocar suelo, mientras Garnett se colgaba del aro de las Finales. Herederos, no se han deshecho todavía de ese gen perdedor. El plan que han diseñado en los T-Wolves es tan ilusionante como quebradizo.

Ayer cayeron ante los Spurs —sin Leonard—, lo que entra dentro de lo previsible. El equipo ha sufrido un lavado de cara demasiado profundo. La batuta de Ricky llevaba demasiado tiempo al mando de la orquesta. Ahora deben hacerse a la nueva dupla Teague/Butler y ver que tal encajan con la vieja, Wiggins/Towns, acostumbrada a repartirse tres cuartas partes del protagonismo y la mitad de las posesiones.

Sucede que en Minneapolis han fichado tanto —y tan bien— que puede parecer que una baja de larga duración, podría ser rápidamente resuelta con la rotación apropiada —Dieng, Crawford, Jones, Gibson, Muhammad, Bjelica—. El problema es que hasta la fecha, ‘Tom Thiboddeau’ y ‘rotación apropiada’ han sido dos conceptos con un índice de correlación nulo.

Los Wolves se enfrentan, en primer lugar, a la presión de responder a las expectativas despertadas por sus fichajes y por las casas de apuestas. Todos los colocan entre los 4-5 primeros de su conferencia.

Antes de aventurar un descarte y pretender calcular su impacto, es necesario ver hasta qué punto son realmente un superequipo. Después de todo, a día de hoy los Wolves no son más que un puñado de nombres buenos en fase embrionaria.

A priori, una lesión grave de Butler, por su veteranía y control del juego, podría ser la más difícil de solventar, pero no pondría la mano en el fuego por verlos en playoffs de sufrir la crucial baja en la pintura de Towns, o de perder los veintitantos puntos por noche de Wiggins.

City Thunder

En Oklahoma habrá playoffs, caiga la Niña, la Pinta o la Santa María. Pero el objetivo, claro está, no es ese. El secreto que nadie quiere reconocer en voz alta, es que para un superequipo todo se condensa en obligado tránsito—es decir, trámite— hasta las Finales. Pero al haber menos plazas que superequipos, nace el problema.

Incidíamos en ello en la previa: Todos contra los Warrriors.

Si Maese Westbrook los llevó él solito a playoffs, los fichajes de Paul George y Carmelo Anthony no vienen para, simplemente, hacerle la vida más llevadera durante seis meses. Se han unido, pongámonos tolkienianos, para matar al dragón y robarle su tesoro. De tú a tú y a pecho descubierto, y no como un vulgar saqueador. Pero para eso necesitan a los tres. Sin concesiones. Sin malditas lesiones.

Es sencillo. Durant y Westbrook casi logran el imposible hace dos años. Ahora Durant está aliado con el dragón. Sólo eso ya desanimaría a cualquier Quijote. Pero aquí, la singular providencia ha reunido a tres nombres extraños; una alianza con la que nadie contaba pero que puede llegar a funcionar. Pero únicamente con los tres cumpliendo su rol de All-Star a la perfección —un Melo trabajador al poste y certero en el catch&shot, un George como la mejor falsificación de Durant y un Westbrook haciendo de…. Westbrook… entiéndase, de todo—, sumado a un roster que capee el temporal en defensa y dé sus ratejos de respiro en ataque, tendrán una oportunidad.

Y mientras, en Oakland…

Y mientras, en Oakland, peli, manta y sofá. Fue paradójico verlos el martes doblar la rodilla ante Houston. Uno de esos equipos cuya única razón de ser son, justamente, los Warriors. Existen porque los otros existieron antes. Y en esta ocasión, solo una décima les salvó de la derrota.

A pesar de tener a Paul, a Harden y a un sobrenatural Eric Gordon, sorprendió su victoria. Y es que nadie, o yo al menos, termina de tragarse el prefijo de «super» mientras hay otro que escribe el suyo en WordArt, 3D, con mayúscula y en tinta indeleble. A siete partidos, parecen imbatibles. SUPEREQUIPO y superequipos.

Sin Durant siguen siendo casi invencibles pero indefectiblemente mortales. Lo demostraron con el 73-9, con el despertar in extremis ante OKC y con la antológica remontada sufrida a manos de los Cavs de Mr.James.

Intentaré resumirlos en un símil balístico. En La Bahía hay un Legolas con un rifle, un Robin Hood cargado con ametralladora y se trajeron el año pasado un onagro de asedio. Entre ellos se complementan, sumplementan y sustituyen portentosamente bien.

De lo que no tienen reservas es del tío machaca que porta los víveres y los escudos. Draymond Green solo hay uno, y no hay nadie capaz en todo el vestuario —ni en toda la redondez del planeta— de hacer lo que él hace.

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Hemos visto funcionar a los Warriors sin Curry, sin Thompson, sin Durant y sin Green. Si se me concediese el poder de indultar a uno para que estuviera sí o sí en playoffs, mi voto iría para Draymond. Él es el equilibrio, el contrapunto, el carácter; el Factor X. Ningún otro superequipo tiene alguien —o algo— como él. Miento, Kawhi… podría ser. Pero si se deshilachan sus trenzas, quien toma el timón ¿Aldridge? ¿Pau? No. No pueden permitirse tal lujo.

Green bebe del Big Three, al igual que el Big Three corre el riesgo de secarse sin el caudal de Draymond.

Infortunio, llegas pronto

Las desgracias son una variable necesaria para que podamos hablar de suerte, buena y mala, de planificación o de estrategia.

Pero cuando la desgracia desgraciada te roba a Hayward y a Lin de un plumazo y sin que las medidas de Adam Silver hayan podido ser aún sometidas a examen—reducción de la pretemporada, división de la liga en semanas, control de los back-to-back— es inevitable pensar que esto todavía no ha acabado. No ha hecho más que empezar. Y en 1.230 ruletas rusas nunca sabes cual será, en el opaco capricho de la mala fortuna, el próximo nombre a encañonar.

No me gusta, después de todo, cerrar con mal sabor de boca. Así que simplemente ojead la siguiente tabla. Porcentualmente tranquilizadora.

EquipoJugadorEdadPD% PD de RS
WarriorsStephen Curry2957489,8
WarriorsKevin Durant2970387,5
WarriorsKlay Thompson2746597,6
WarriorsDraymond Green2739897
CavaliersLeBron James33106193,7
CavaliersDywane Wade3691581
CavaliersKevin Love2957679,9
CavaliersIsiah Thomas2744192,6
Celtics Kyrie Irving2538180
CelticsGordon Hayward2751692,5
CelticsAl Horford3164680,3
SpursKawhi Leonard2539883,6
SpursLaMarcus Aldridge3279489,7
ThunderRussell Westbrook2866892,5
ThunderPaul George,2644880,5
ThunderCarmelo Anthony3297680,4
TimberwolvesJimmy Butler2839984
TimberwolvesKarl-Anthony Towns22164100
TimberwolvesAndrew Wiggins2224599,6
RocketsJames Harden2861596
RocketsChris Paul3283486,3

Leyenda:

  • PD: partidos disputados.
  • % PD de RS: porcentaje de partidos disputados en temporada regular.

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